Cultura

Luis Jiménez: “Si haces música para complacer a los demás, dejas de ser tú”

Esa voz que está por aquí, que está por allá, es la de Luis Jiménez, guitarra y cantante en Los Mesoneros, Arawato y Lagos. ¿Se divide en tres personalidades? ¿Cómo hace? De eso y más habló con Carlos Egaña

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Luis Jiménez

Pocos nombres resuenan tanto como Luis Jiménez dentro de la movida musical venezolana. Desde que debutó con Los Mesoneros siendo chamo, sus himnos al amor y al despecho son obligatorios en los playlists de los jóvenes del país. Es común que su voz y sus acordes interrumpan una fiesta o llenen de lágrimas un concierto. Esto, sin importar que su música desde hace ya unos buenos años se produzca desde México.

Luis también forma parte de otros dos proyectos musicales: Lagos y Arawato. El segundo recientemente sacó Suplentes, un tema acompañado de guitarras rudas que enfrenta las ansias del corazón con las del cuerpo. Teléfono celular en mano, conversamos a raíz de este hit sobre sus pasiones, búsquedas e intuiciones en relación a sus sonidos:

-Arawato es una agrupación liderada por ti, frontman de Los Mesoneros, y Rodrigo, frontman de Viniloversus, dos bandas que se consideran por muchos originarias del «sifrirock». ¿Qué piensas de esta categoría? ¿La desestimas? ¿Dirías que Arawato es un supergrupo del «sifrirock»?

-Me da risa la vaina. Pues, ¿qué pienso yo del concepto sifrirock? Es una forma como le podrá decir la gente, de catalogarlo. No sé si es como yo lo catalogaría, pero bueno… En realidad, yo solo sé que somos un grupo que pone su música a disposición de la gente. Y no solo Arawato, sino todo lo que uno hace. Y lo lanzas al público para que lo haga suyo y lo disfrute y lo comparta. O tenga una lectura de eso a su manera.

No me auto catalogaría como que formo parte de un supergrupo, primero que nada. Qué cool que lo vean así, pero jamás saldría de mi boca decir “somos un supergrupo y tal”. Pero está bien que la gente lo asuma como lo quiera asumir. Eso es lo interesante, también, de poner algo a la calle: ver cómo la gente lo asume.

-¿Y cómo catalogarías tú lo que haces entendiendo los distintos proyectos musicales que manejas –Los Mesoneros, Arawato, Lagos. ¿Crees que cada uno responde a un género? ¿Crees siquiera en el concepto de género? ¿O cada canción es una canción y la música es solo música?

-Toda la idea de tener varios proyectos viene por tratar de no hacer lo mismo. No tener la misma editorial al igual que musical. Es un reto también para uno, ¿no?, porque terminas siendo la misma persona. Y es ese reto de ser camaleónico y entender que cuando estás en cierto proyecto vas en cierta dirección; cuando estás en otro, vas por otra. Gracias a Dios, también, en todos los proyectos comparto con gente muy talentosa que aporta muchísimo y eso ayuda a que cada uno tenga su identidad. Pero sí, claro, con Arawato tratamos de hacer cosas más hacia el rock pelao. Y sí, creo que también es un proyecto bastante artístico en el sentido de que no nos importa caer en ciertas convenciones que pueden encajar para música más comercial. Es decir, qué sé yo, si nos provoca en Arawato hacer un intro de un minuto instrumental, lo vamos a hacer, que posiblemente eso hoy en día no quepa en el estándar de una canción que va entrar en radio. Pero eso es lo bueno de Arawato, que tiene esa libertad porque no dependemos de si el proyecto tiene éxito o no, en cierto sentido. Entonces tenemos ciertas libertades que, quizás, para otros proyectos sería ir contra la corriente.

Yo siento que con Los Mesoneros hay un término medio: mezclas elementos del rock, mezclas elementos del alternativo, mezclas elementos del pop. Y con Lagos, va más hacia el pop, en este caso hacemos cosas más latinas. Pero sí, yo creo que parte de la idea de tener varios proyectos es la oportunidad de hacer géneros diferentes o estilos diferentes. O proponer cosas distintas a lo que propones con uno. Porque si al final haces lo mismo, mejóralo desde un solo proyecto.

-En un artículo que publicó Rolling Stone recientemente sobre su single Suplentes, dices que “hacemos música sin ningún tipo de expectativas o presión y eso da como resultado un producto bastante auténtico”. ¿Crees que las expectativas siempre son obstáculos para los artistas, sin importar el momento de su carrera?

-Siento que las expectativas a veces son para bien, a veces son para mal. Siempre tiene que haber un equilibrio, porque cuando generas una expectativa también pones una barra que luego si no la cumples o no la satisfaces –a veces ni siquiera por hacer algo o mejor, simplemente por hacer algo diferente a lo que se espera– puedes generar una decepción. Siempre una expectativa tiene el potencial de la decepción. Pero creo que lo que he aprendido con los años es que honestamente no hay que hacerle caso a las expectativas. Por un tema de que la verdadera expectativa tiene que ser la tuya cuando estás creando algo. Tú tienes que hacer algo con lo que estés satisfecho y cumpla tu estándar, tu propio estándar. Porque expectativas de todo el mundo va a haber siempre, y todo el mundo tiene una expectativa diferente. Entonces nunca vas a complacer a todos. El único que puede saber con garantías qué es lo que esperas eres tú mismo. Entonces creo que el primer paso es hacer algo que a ti te enorgullezca, que te guste, que puedas defender. Independientemente de que lo critiquen. Ese es el primer paso y lo que genera una identidad y una credibilidad como artista. Porque si te pones a hacer música para tratar de complacer a los demás, dejas de ser tú.

En el caso específico de Arawato, creo que es más particular ese efecto porque es un proyecto que no depende de mantenerse activo o ser relevante. A pesar de que es un proyecto súper importante, digamos que no es nuestro proyecto principal. Aunque no me gusta la palabra principal, porque es tan importante como los otros y simplemente tiene otra naturaleza. El punto es que no necesitamos mantener las redes activas todo el tiempo, no tienes que mantener un número de lanzamientos para mantenerte siempre relevante. Es un proyecto que básicamente hace lo que le da la gana, que no es un lujo que se pueden dar todos los proyectos. Sobre todo los que tienen una carrera más activa. Entonces esa libertad le da a Arawato cierto poder que no tienen todos los proyectos.

-Así como el vídeo de Suplentes nos muestra collages de Joaquín Salim, quisiera que mostrases los collages que están detrás de tu filosofía personal o de la filosofía de Arawato como colectivo. Además de la música, ¿qué influencias existen allí: una película, un libro, un animé?

-En realidad con Arawato no hablamos mucho de referencias, eso es lo interesante. Yo creo que comenzó también como un experimento de salir de nuestras zonas de confort, de nuestras influencias típicas. De hecho, por eso es que comenzamos tocando cada uno un instrumento que no es nuestro instrumento principal: yo agarré el Wurlitzer, que es un piano eléctrico; Rodrigo, el bajo; Carlos Imperatori, la batería. Y de esa forma empezamos a tratar de sacar ideas que no nos salen normalmente. Te puedo decir que más que las influencias de cómo sonar, es cómo no queremos sonar. Y siempre lo hablamos y es como que “no queremos sonar a Vinilo, no queremos sonar a Los Mesoneros”. Entonces, más bien, cuando sentimos que nos estamos acercando a eso, tomamos una decisión que lo aleje. Pero es más de probar cosas y saber a qué no queremos sonar.

-Y en el caso de Luis como individuo, ¿qué referencias hay más allá de la música?

-Pues bueno, hay de todo. La vida misma, las experiencias que tienes, de lo que quieres hablar, lo que experimentas y la lectura que tienes sobre eso. A veces películas, cosas… en realidad siempre el entorno va a ser la musa del artista. Y mis compañeros de Arawato también son una gran influencia. Y al mezclarnos es que se genera la identidad de Arawato.

-Llevas tres proyectos musicales, uno que tiene alrededor de una década, Los Mesoneros. ¿Cómo logras mantener la sinergia con tus bandmates, distintos en cada una de tus agrupaciones, sin llegar a desacuerdos importantes? ¿Cómo evitar un derrumbe como el de los Beatles?

-No sabría decirte bien cómo logramos eso. Creo que parte de que somos muy unidos a nuestros proyectos. Los Mesoneros somos muy respetuosos, nos admiramos mutuamente; somos muy directos, tenemos una comunicación muy buena. De verdad creo tener el privilegio de tener unos bandmates que me apoyan mucho en todo lo que me propongo. Y en ese sentido no han sido egoístas, ¿no? Y han sido muy flexibles conmigo y eso también ha permitido que haya una buena relación y que el proyecto perdure. Yo creo que también existe esa confianza que nos tenemos. Ellos saben cuánto amo lo que hacemos y que si yo me meto a funcionar en otra cosa, no voy a faltar a mis responsabilidades con Los Mesoneros. Y así ha sido. Obviamente me ha tocado hacer muchos sacrificios a nivel personal, pero en ningún momento le he fallado a Los Mesoneros. Y ha quedado eso en evidencia. Yo creo que eso ha permitido que la relación se mantenga muy sana, yo diría que más fuerte que nunca.

Luis Jiménez
(Foto: Betania Ibarra)

-Creo que el tema central de la mayoría de las canciones de Los Mesoneros, Arawato y Lagos es el amor. ¿Qué es el amor para Luis Jiménez, tiene muchas formas, el queso cuenta como una?

-Bueno, yo diría que Arawato va más por el lado del queso. Sin duda. De hecho, la premisa que le dimos a Joaquín para hacer el video fue que Arawato es un mono quesúo. Y es así, pues. O sea, creo que las canciones de Arawato son más sexuales y van más dirigidas a ese tema. Sexuales, sensuales también. Y más sin compromisos a cosas, ¿no? Si es amor, no creo. No sé si es afecto, así, incondicional, por decirlo de alguna forma. Creo que en ese sentido, tanto Los Mesoneros como Lagos sí tocan el amor.

¿Qué es eso para mí? Es algo muy abstracto, cuando responda quizá va a sonar medio cliché, pero creo que es uno de los motores más fuertes de la existencia, de la vida. El amor es ese motor incondicional que sientes por otra persona. Cuando el amor es fuerte le gana a cualquier otro tipo de cosa: le gana al miedo, le gana al interés, le gana a la religión. Le gana a cualquier tipo de barreras que puede haber. Y sí, creo que es de las cosas más especiales que tiene la vida. Creo que por eso se habla tanto de eso y es un tema que conecta tanto por generaciones y generaciones.

-Parece que cada vez hay más gente sacando canciones en el siglo XXI y menos parecen perdurar: así como pasamos nuestros dedos por la pantalla, vemos miles de fotos y recordamos decenas, podría pasar algo parecido con la música. Sin embargo, todavía se escucha bastante Indeleble en Caracas, por citar una de tus creaciones. ¿Cómo conseguir que la música sea memorable cuando todo se desvanece en el aire, en los píxeles?

-Esa es una gran pregunta que también me hago. Creo que, obviamente, la sobreoferta de contenido ha generado este déficit de atención y de memoria en la gente. Que bueno, tiene todo el sentido, ¿no?: hay mucho contenido y solo puedes retener tanto en tu memoria. Entonces, yo diría que, como uno nunca sabe con cuál canción vas a lograr eso, lo primero es hacer canciones genuinas, honestas. Que si haces música solo por sacar o por encajar o por lo que sea, esas son las primeras que quedan en el olvido. Creo que hay que buscar mensajes que sean genuinos, tuyos, y honestos contigo mismo. Eso es lo primero que va a generar empatía. Y también hay que tirar la mayor cantidad de dardos posibles para ver cuál da en el blanco. Tú no sabes cuál va a ser esa canción que te cambie la vida o la carrera. Entonces es simplemente trabajar, trabajar, trabajar y siempre estar proponiendo y ver cómo es recibido.

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