Para su última colección, correspondiente a la primavera/verano 2021, el gran diseñador francés Stéphane Rolland encontró la inspiración en los grandes maestros del arte español, quienes se hicieron presentes en todo su esplendor.
“Una corte de infantas y sus meninas
como un manifiesto pictórico,
un retorno al Siglo de Oro español”
La perspectiva de las líneas fue interrumpida gracias a la metamorfosis y la distorsión de los volúmenes que recuerdan las obras monumentales en mármol, resina o metal del inigualable escultor ibérico Manolo Valdés.
Los trajes se despliegan y se exhiben en una atmósfera solariega y a su vez profunda. El rigor español afirma esa solemnidad total de los cortes.
Una túnica de cardenal en moiré cruza el vuelo de una chaqueta o de una falda tipo corola realizada en gazar.
Una multitud de finas cadenas en oro o de fino cristal se escapan de corsés tejidos en macramé de cuero, para así caer sobre amplios pantalones pijama de filudo satén de seda, sobre esos imponentes discos de las crinolinas características de Valdés.
Conjuntos estilo jumpsuits de pantalón y vestidos monásticos voluminosos se pasean altaneros, con ricos bordados realizados a mano en lentejuelas de oro, perlas nacaradas y cabochones de malaquita. Son verdaderos vestidos “joya”.
Un tríptico de siluetas totalmente en blanco representan el florecer de la magnolias gigantes. En uno de ellos se deja ver una lluvia de diminutos cristales que sale de un lado.
Las cabezas están coronadas. Esta vez, trenzas llenas de hojas de oro encuadran el rostro y peinados terminados con jaulas redondas en metal o cristal que aprisionan los moños estrictos de la infanta encarnada por la musa eterna de Rolland: la soberbia modelo española Nieves Álvarez. Es una dupla que jamás decepciona.
Stéphane Rolland, más que diseñador, es un gran artista, un escultor de las telas con un magistral manejo de los volúmenes y la gravedad. ¡Bravo Stéphane! ¡Y olé!