Cine y TV

Nico Manzano, la música y el cine forman parte de un todo

“Yo y las bestias” aporta una nueva visión sobre el proceso creativo de un músico. La ópera prima de Nico Manzano ganó el Premio como Mejor Largometraje de Ficción en el Festival de Cine Venezolano y pronto se estrenará en el país

"Yo y las bestias"
Cortesía Nico Manzano
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Con su ópera prima, Nico Manzano nos presenta una película que ahonda en el realismo mágico, con planos detallistas y un humor que raya en la incomodidad. “Yo y las bestias” hace uso de la música y el cine para aportar una imagen de lo que significa comenzar un proyecto en solitario para un músico venezolano. Y ya la cinta ha obtenido reconocimientos tanto nacionales como internacionales.

Mientras aún se hallaba en edición, la película de Nico Manzano compitió en la categoría Primer Corte en el evento cinematográfico Ventana Sur (Argentina), donde se llevó tres premios: mezcla de sonido, posproducción de color y DCP. El año pasado, “Yo y las bestias” se estrenó en el Festival de Mar de Plata en Argentina, y en Tallin Black Nights en Estonia, dos Festivales de Cine Clase A. Su recorrido continuó en 2022 con proyecciones en Estados Unidos, Francia y Colombia.

Finalmente, a su llegada al país obtuvo los premios a Mejor Director, Mejor Largometraje de Ficción, Mejor Ópera Prima, Mejor Música y Mejor Sonido, con una mención especial al actor Jesús Nunes, en el Festival de Cine Venezolano de Mérida.

El director venezolano, que también ha dirigido videoclips, sumó unos cuantos nombres de la movida musical venezolana a su primer largo. “Yo y las bestias” tiene música original de él mismo y de Nika Elia y Christian Mijares, y cuenta con colaboraciones de Diego García, Gael Gaviota y Luis “Tafio” Méndez. También tiene una participación especial de Jorge “Pepino” González.

A lo largo de la película, se ve cómo Andrés intenta hallar una identidad propia en el mundo de la música. ¿Su experiencia se parece en algo a la tuya?

-La historia surgió a partir de las canciones, que había compuesto con Nika Elía, un amigo que tiene un proyecto llamado “Sexy Bicycle”. Nuestra admiración es mutua, por lo que trabajamos juntos con frecuencia. En el disco que dejamos por la mitad, coqueteamos con la idea sonora de cómo estarían representadas las bestias a escala musical: un tarareo, una serie de efectos, etcétera.

Cuando me puse como meta escribir una película durante las vacaciones de la Escuela de Cine, recibí un disco doble de Rafael Giner, conocido en Venezuela por su banda “Tulio Chuecos”. Y me llamó muchísimo la atención que estuvo siete años haciendo ese disco. Así empecé a pensar un poco en ese proceso creativo, y en cómo sería si él viviera en Venezuela por el año 2017. Así empecé a armar la idea del largometraje, pero faltaba algo…

Un día, mientras navegaba en Pinterest, me llegó una imagen de un bosque, con dos bestias peludas. Y sentí como una euforia loca. En diez minutos pensé en toda la trama de la película y dije: sí, esto es. Ya las canciones las tenía grabadas con Nika. En definitiva tardé tres, cuatro meses, en escribir el guion, que es muy poco tiempo para un largometraje.

"Yo y las bestias"

-Comenzaste la grabación de esta película en 2017, cuando aún vivías en Venezuela. ¿Sientes que el proyecto fue nutriéndose y cambiando a medida que ibas adaptándote a vivir en el extranjero?

-Lo que pasa es que nosotros rodamos con muy pocas posibilidades de montaje, esa es la realidad. Desde la dirección entendimos que teníamos pocos recursos y yo no quería perder calidad por estar apurado. Entonces preferí rodar pocos planos, posiblemente alrededor de cien, en un largometraje en el que terminamos usando ochenta y siete, más o menos.

Quedó muy poco por fuera, porque rodamos entendiendo realmente qué era lo que quería. Sobretodo también porque desde edición dimos con una especie de fórmula para contar muchas cosas en un mismo plano. Queríamos tener el tiempo de armarlos de forma que cada uno de ellos fuera como un cuadro. Ese era el objetivo.

-¿Cómo se transformaron las bestias peludas en los seres que aparecen en la película?

-Fue un ejercicio de sinestesia, porque estábamos reunidos con dirección de arte y vestuario, y en la primera versión del guion sí eran unos seres grandes y peludos. Además, eran de origen africano, inspirados en la indumentaria de Nigeria. Pero estando reunidos, nos dimos cuenta de que teníamos que buscar unos seres que representasen un camino intermedio. No eran deidades, pero son como un canal que viene a transmitir la música, por lo que conceptualmente debían parecerse a las canciones.

-El cine es un trabajo de colaboradores, ¿quiénes fueron las personas que te ayudaron a llevar a cabo este proyecto? ¿Cómo fue formar parte de un trabajo tan grande?

-Desde producción, haber contado con Alan Ohep fue imprescindible. O sea, sin él no hubiese hecho la película. Desde el primer día ha estado pendiente de todo lo relacionado con el largometraje, junto con Ricardo Espinoza. Y bueno, desde la música podemos hablar de Nika Elia y Christian Mijares.

Siento que el aporte que hubo desde la dirección de arte con Gustavo Maldonado le otorgó a la película un carácter más allá de lo pictórico. Cogió un poco más de textura con él. Es decir, yo a veces me imaginaba la cinta con espacios un poco más irreales, con paredes vacías, blancas, sin pintar. Y Gustavo jugó con la idea de cómo hacer que el espectador percibiera a través del color del mundo externo, el mundo interno del protagonista. Por eso en la casa de Andrés hay ciertas texturas, cuadros que parecen de la época de su abuela, etcétera. En cuanto al vestuario, tanto él como Lucía Dao se lucieron.

El montaje lo hizo Alan, que es uno de los productores. Él cortó escenas que bien sabía cuánto se había gastado en producirlas, porque simplemente no funcionaban. Le agradezco enormemente esa madurez, porque el cine es un arte que involucra múltiples facetas y nadie puede hacerlo solo.

Pero si me preguntaras quién fue la persona determinante para darle un giro a “Yo y las bestias”, tengo que hablarte de Jesús Nunes, el actor.

Yo tengo una obsesión con las manos, con el hacer, con que lo que veas representado en la pantalla se sienta real. En el caso de una historia que involucra a un músico, para mí era absolutamente imprescindible que se viese tocando de verdad. Por eso al momento de hacer el casting sabíamos que teníamos dos opciones: buscar a un músico y enseñarle a actuar, o a un actor y enseñarle a tocar. Pero cuando entró Jesús por la puerta, todos sentimos que era él.

Para la película se dejó crecer el pelo, tomó clases de guitarra, aprendió a tocar las canciones y a sentirlas como suyas. Y cuando le hicieron la prueba de vestuario meses después del casting, pero antes del rodaje, y lo vi, guau, sentí una responsabilidad muy loca. Era como si hubiéramos creado un hijo o algo raro. Él le dio a la película un tono diferente al que estaba escrito y eso se lo agradezco mucho. Jesús tiene una facilidad para el humor incómodo que le faltaba a la cinta.

Tanto es así, que hasta la profesión le cambiamos al protagonista y lo volvimos un chico un poco más nerd, que fue súper cool. Es como un chamo que quiere hacer música, vive con su mamá, y es completamente diferente a la narrativa que por lo general se les asocia a los músicos.

-¿Hubo algún cineasta o artista que te influyó al momento de crear esta película?

-A nivel pictórico, es decir, la paleta de colores, el tipo de imagen e incluso algunas de las locaciones se inspiraron en las salinas de Las Cumaraguas.

Los planos abiertos para mí son influencia directa de muchos artistas plásticos venezolanos. Por ejemplo, la película inicia con una cámara de cromo saturación amarilla que es casi como un homenaje a Cruz-Diez. El plano de las salinas está sacado de pinturas de Ramón Vásquez Brito. Y el móvil sonoro parece de Soto. Entonces, a escala de forma, la película bebe mucho de estos tres artistas plásticos. Como la música que hace Andrés es más poética que reactiva al exterior, siento que se parece más al arte plástico venezolano que al realismo que buscan la mayoría de los cineastas.

En cuanto a cineastas, me gustan mucho las películas de Yorgos Lanthimos y Hong Sang-soo. El primero quizás me influyó más desde el área de la dirección, mientras que el segundo trabaja mucho ese humor incómodo que a mí en lo particular me gusta.

"Yo y las bestias"

-¿Cómo resumirías los aspectos básicos que consiguieron que “Yo y las bestias” ganaran el Premio a Mejor Largometraje de Ficción en el Festival de Cine Venezolano?

-No sé, creo que no me corresponde a mí decir con cuáles criterios evaluaron. Yo como director de la película, también le veo sus fallas. Es como un hijo, al que quieres mucho, pero sabes por dónde flaquea.

Siento que, de alguna forma, ser premiados en el Festival de Cine Venezolano da como una bocanada de aire fresco, porque se viene haciendo cine muy bueno. Pero pienso que “Yo y las bestias” aporta una voz diferente, una temática que narrativamente quizás no se ha explorado mucho a escala socio-económico. Creo que puedo ver el valor que encuentran en que también se puedan hacer películas de este tipo.

Algo que me marcó mucho cuando estaba estudiando cine, fue empezar a leer a Federico Vegas. Esa para mí es una influencia gigantesca, porque toda su narrativa resuena mucho con el mundo que conoce. Eso me invitó a entender que las vivencias que tenía con mi familia, con mi bagaje musical, conforman una historia que se puede contar. Y creo que los espectadores siempre van a agradecer la honestidad. Esa autenticidad está en la película. Es muy personal y plantea una serie de cosas con las que se identifica el público.

-Ahora que obtuviste estos reconocimientos en el Festival, ¿te sientes más estimulado ante la perspectiva de una próxima película?

-De alguna forma, ganar los premios revalida y da gasolina para pensar en proyectos nuevos. Cuando me gradué de la escuela de cine decía: antes de que cumplas treinta tienes que hacer una peli. Tengo treinta y seis. Pero bueno, digamos que siempre fue una constante el querer hacer un largometraje.

Cuando estábamos rodando, tenía la sensación de que había que disfrutarlo muchísimo porque quizás esta sería mi única película. O sea, hay una posibilidad de que me vaya muy bien o muy mal. Tener la oportunidad de hacerlo ya de por sí es suficiente, decía yo, más que construir una carrera.

-¿Estás trabajando en un próximo proyecto, ya sea dentro de la música o del cine?

-Siempre he sido una persona de tener muchos proyectos en la cabeza, al mismo tiempo. Ahora mismo no te puedo prometer que todo se vaya a dar, porque quizás me desenamore de alguno o simplemente me encuentre con una calle ciega, pero en este momento tengo tres.

El que está más avanzado es también una película que estoy escribiendo junto a Claudia Lizardo, cantante de La Pequeña Revancha. Estamos escribiendo un largometraje más o menos en el mismo tono de “Yo y las bestias”. El protagonista es un actor de doblaje, tiene algunos elementos mágicos, tiene un poco más de humor y habla de una historia familiar.

El otro es un documental animado que creo que va a tomar bastante tiempo, a menos de que consiga vender el proyecto.

Y el tercero no sé si será música, un documental o una cuenta de Instagram. La última vez que estuve en Caracas descubrí un libro de poemas de mi abuela, que se llama “Ilusión y Contacto”. Lo publicó el año de mi nacimiento y le regaló una copia a la familia. No creo que nadie le haya prestado mucha atención, ni siquiera yo de pequeño, pero ahora que empecé a leer los poemas, me quedé helado. Y bueno, siento una responsabilidad tremenda de hacer algo con eso.

-Has estado en el mundo del cine y la música desde los quince años, ¿te resultó difícil integrar estas dos artes en un mismo lenguaje visual auditivo?

-La música es un arte muy abstracto, si te pones a ver. No es tangible, depende del tiempo, viaja por el aire y cada quien la vive de forma muy diferente. En ese sentido es muy subjetiva. Pero considero que la música es uno de los grandes disparadores de imágenes para el cerebro. Es decir, todos tenemos una canción que de pronto nos recuerda o nos hace pensar en algo.

Ese salto de un medio a otro no es del todo descabellado. Están vinculados y para mí son parte de un todo. Antes de dirigir esta película hacía muchísimos videoclips. Creo que los músicos apreciaban que entendiese qué era lo que sonaba y le diese una expresión visual.

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