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"Black Adam", otro fallo de DC

Este es el enésimo intento del Universo Extendido de DC por recuperar su lugar en la cultura popular. Pero “Black Adam” no solo no lo logra, sino que plantea la urgente pregunta de si la franquicia debería aceptar que necesita un cambio estructural que va más allá de una película

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"Black Adam"

Si algo sorprende de inmediato en “Black Adam” de Jaume Coltte Serra, es su parecido con el llamado Snyderverse. Algo inesperado, si se toma en cuenta la insistencia de Warner Bros por desechar lo creado por Zack Snyder. Durante las primeras secuencias de la película, es notoria la similitud con el tono y el ritmo que brindó el director a su versión de DC. La historia de Teth Adam, origen del antihéroe titular, se narra desde la concepción de lo épico.

Con un apego formal al cómic del cual procede, la historia comienza con un flashback de tonos lóbregos para contar la historia de Teth Adam, esclavo y luego héroe, en un evidente intento de brindar cierta noción de lo épico a la narración con una mirada a un reino ficticio y opulento que un grupo de esclavos lleva sobre sus hombros.Pero lo que parece un intento por brindar a la película de cierto aire de interés más allá del personaje central, decae de inmediato. “Black Adam” no es otra cosa que una combinación – a veces, ofensiva en su simplicidad – de lugares comunes.

Con una crueldad en el detalle que sorprende, la cámara y el guion muestran que el trabajo esforzado y obligatorio es una forma de violencia. Poco a poco, “Black Adam” intenta dejar claro que no es tan inofensiva como podría serlo solo por pertenecer al género de superhéroes.Sin embargo, la trama parece incapaz de englobar su intento de mostrar un nuevo ángulo de DC. De hecho, no lo hace y esa es su mayor flaqueza.

Black Adam, un villano que no lo es tanto

“Black Adam” es difícil de asumir como producto integral. El argumento engloba todos los lugares comunes del cine de superhéroes y los estratifica en una idea simple acerca del mal absoluto y la bondad necesaria.

Durante sus primeras secuencias, la tensión aumenta de forma gradual, a medida que intenta reflexionar sobre el motivo por el cual su personaje es una contradicción a la idea de los héroes en general. Esta criatura con el poder de un dios, emerge de los horrores del sacrificio. Pero el tono grandilocuente es solo una excusa para dejar claro que su violencia y en ocasiones, su extraño concepto moral, se encuentra sobre un equilibrio precario. El personaje Black Adam es mucho más una consecuencia de sus errores que una celebración de las virtudes que ostenta.

No solamente por ser un antihéroe -algo que en lo que se enfatiza de forma recurrente- sino por su cualidad imprevisible. Uno de los puntos altos de la película es el recorrido por un tipo de personaje que permite experimentar en tono y forma.Tanto como para que la ira sea el motor de sus decisiones y en ocasiones de su forma de avanzar hacia estratos más singulares. Black Adam se aleja de la concepción del villano unidimensional como puede, algo de agradecer.

No obstante, el intento es tan simple -o tiene tan poco entusiasmo- que lo que parece un recorrido a través de la evolución de una figura inclasificable, se convierte muy pronto en una mirada incompleta sobre un hombre de capacidades extraordinarias cuya moral está constantemente en entredicho.

A pesar de la publicidad alrededor de la película que insistía en que “la época de los héroes acabó”, el personaje tiene más profundidad empática de lo que podría suponerse. De modo que la posibilidad de la redención queda clara de inmediato. Más que eso, es un vínculo esencial para comprender su forma de comportarse, una vez que la narración avance hacia el futuro.

Un error común en las producciones de DC es que no logran sostener un discurso real sobre lo heroico y lo humano. El fallo que se repite de forma incómoda en un Black Adam imbuido de un aire subversivo forzado y que resulta tan poco creíble como para amenazar la solidez del film de inmediato.

El poder de todos los dioses

Una vez establecido que al personaje titular le mueve una muy comprensible ira, la acción avanza a milenios en el futuro. La película no otorga demasiadas pistas sobre lo que ocurrió con Black Adam o qué podemos esperar. Lo que sí deja claro es que al contrario de la bondad virtuosa de Superman o la torturada conciencia de Batman, el antihéroe de turno es una mezcla turbia.

El film juega con la posibilidad de que su personaje sea, al menos, parcialmente misterioso en sus motivaciones, pero es tan torpe en eso que acaba por ser una mezcla confusa de extremos. El guion se esfuerza en plantear la idea de que no es un personaje que se descifra con facilidad. Un punto que podría permitir que Dwayne Johnson tuviera toda la libertad para brindar al papel los matices necesarios para hacerlo creíble.

Pero a pesar de su enorme carisma, el actor no tiene el registro suficiente para dar tridimensionalidad a su complicado Black Adam. En más de una ocasión, el intérprete tiene verdaderas dificultades para expresar algo más que ira.

De modo que la película atraviesa terreno irregular. Por momentos, esta figura antipática, malhumorada y perpetuamente agobiada por pensamientos inquietos, es más cercana. Otras veces, solo es músculo al servicio de un apartado visual digital, que otra vez, vuelve a fallar. La combinación entre ambas cosas termina por ser agotadora y en el mejor de los casos, un espectáculo ridículo, imposible de clasificar.

Un superhombre en medio de problemas mundanos 

“Black Adam” es incapaz de utilizar sus escasos recursos más allá de mostrar a la nueva gran figura de DC en pantalla grande. Su guion atraviesa varios estratos de explicaciones y subrayados inútiles – una y otra vez, se insiste en que la ira de Black Adam es legendaria- sin que la reflexión tenga un verdadero propósito a gran escala. Incluso las sorpresivas capas de pequeñas alusiones políticas, que aparecen en medio de situaciones atípicas, son tan desiguales como derrumbarse y desaparecer de inmediato. La historia trata de mostrar madurez y de vez en cuando, se desvía de su personaje con inconclusas reflexiones existencialistas. “Black Adam” desea ser formidable, exagerada, al menos asombrar por el sentido de lo inaudito, solo para terminar siendo una caja hueca en la que una narración blanda decae hasta volverse tediosa.

La primera gran aparición de Black Adam es casi una casualidad afortunada, lo que parece sostener la idea de su cualidad divina y contradecir el hecho de que el héroe depende de sus decisiones. Un error en que el guion incurrirá tantas veces como para perder sentido y al final, incluso cierta ironía que podría brindarle vitalidad. Resucitado por obra del azar, la primera gran misión involuntaria del personaje es salvar la vida de Adrianna (Sarah Shahi). Poco a poco, el film estructura la relación de Black Adam con el mundo moderno a través de pequeños trozos de información. Amon (Bodhi Sabongui), el hijo de Adrianna, acaba por convertirse en su mentor sobre el conocimiento de la actualidad.

La trama imita entonces la relación entre el jovencísimo John Connor de Edward Furlong y el Terminator de Arnold Schwarzenegger. Lo hace al permitir el contraste entre la visión de Amon sobre el mundo y la cuestión de la violencia, un tema álgido para Black Adam. Poco a poco, este hombre con el poder de los dioses, se cuestiona, crece, se hace más consciente de su lugar y su poder.O esa es la intención de la historia, pero no logra reflejar un crecimiento semejante, más preocupada por mostrar explosiones.

El nuevo mundo 

Para su segundo tramo, perdida la novedad del descubrimiento de un personaje atípico, la efectividad de la película se tambalea. En especial cuando Hawkman (Aldis Hodge) y Doctor Fate (Pierce Brosnan) hacen su aparición. Hay una cualidad artificial en la intervención de héroes innecesarios y detalles sobre el mundo del cómic de DC que no aportan nada especialmente relevante a lo que ocurre en pantalla.

Con todo, “Black Adam” logra una aventura entretenida. Pero ¿eso es suficiente? ¿Es lo que el caótico Universo Extendido de DC necesita?

Al menos, el film logra presentar a este supuesto villano de cuestionable moral pero con motivos fundados para evolucionar. Incluso, para añadir una aparición sorpresa que brinda a la película uno de sus mejores momentos. Pero en una franquicia millonaria que necesita un éxito para revitalizar su esencia central, el intento sabe a poco, a escaso. Es un proyecto ambicioso que se desploma sin mayor sustancia ni objetivo.

Como puerta abierta para un nuevo escenario para DC, “Black Adam” cumple su cometido. Un nuevo rostro llegó al poblado mundo de superhéroes actual. ¿Villano? ¿Antihéroe? ¿Algo entre ambas cosas? El film deja al público la respuesta. 

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