Cine y TV

"Misión imposible": ¿nos estamos despidiendo de Ethan Hunt?

“Misión imposible: sentencia mortal — parte 1” es un espectáculo visual que deja claro que el cine de acción puede ser mucho más que solo explosiones. En un año en el que varias de las películas más esperadas fracasaron de manera estrepitosa, la cinta protagonizada por Tom Cruise es una rara joya

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Hay dos cosas que deben quedar claras antes de ver Misión imposible: sentencia mortal — parte 1”, de Christopher McQuarrie. La primera, que solo puede competir con sus anteriores entregas y únicamente con ellas. No se trata de una película de acción común ni tiene intención de serlo. Por lo que echa mano de todas las libertades y pequeños trucos de efectos, marca registrada de la franquicia, para emocionar a sus fanáticos incondicionales. 

Lo otro, que es probablemente la antesala de una despedida al icónico Ethan Hunt (Tom Cruise, en formidable forma física), lo que podría ser la razón del cambio de tono — más formal y un poco más lúgubre — con respecto a las historias previas. Desde su primera escena, en la que se hace un largo — y quizás necesario — repaso a todo lo acontecido en los últimos años en el mundo de la saga, hasta la sorpresiva muerte que marca un hito moral en el personaje. Todo está preparado para crear la percepción de que este es un adiós que se construyó con años de paciencia y una habilidad encomiable. 

No es un hecho casual. “Misión imposible” es un hito que convirtió al cine de acción en estado puro en una reflexión casi autoral. Por la silla del director han pasado varios de los talentos más interesantes de Hollywood. También, actores de todas las tallas y una sala de escritores privilegiada. Pero en particular, esta versión estadounidense de James Bond tiene toda la energía — en ocasiones, desquiciada — de Tom Cruise

Desde la primera entrega, la estrella tomó la premisa de una serie poco recordada de la década de los años 1960 y construyó una mitología sólida, que casi 20 años después, sigue sorprendiendo por su capacidad para reinventarse. El agente Hunt pasó de ser una figura estereotípica a una con dolores, preocupaciones, que se enamoró, falló en el terreno sentimental, fue traicionado y venció. Punto a punto, un camino del héroe desigual pero poderoso que lo transformó en una figura imprescindible en el panorama cinematográfico contemporáneo.

Volver a las raíces

Por eso, la séptima entrega de la franquicia apuntala esa formidable solidez con un relato que se atreve a evolucionar, casi en los terrenos de la ciencia ficción. Esta vez, Hunt no se enfrentará a un maligno estratega militar, a curiosas personalidades pérfidas o a las infiltraciones de su propia agencia. Lo que acorrala y llevará al terreno de la desazón absoluta al personaje es la encarnación de las paranoias contemporáneas, reinventadas para un escenario amplio, creíble y bien construido. La temible e imprevisible, inteligencia artificial.

Y para su recorrido por el cine de la mano de Cruise y compañía, la amenaza de la conciencia mecánica autónoma se convierte en una agresiva forma de control. La Entidad es tanto la llave que abre la puerta a todo el conocimiento del mundo, como un espectro con el cual es imposible luchar. Escondida detrás de transacciones bancarias, grabaciones, terrores externos e internos, pormenores íntimos, imágenes digitales alteradas y grabaciones de voz siniestras, es un recorrido aterrador por el peligro de lo intangible. 

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Más allá de todas sus bondades como argumento — que los tiene — la séptima entrega de “Misión Imposible” es visionaria con respecto a la idea del descontrol de la información. Del miedo que surge al no poder comprobar la verdad y encontrar un punto elemental para analizar — antes o después — el riesgo de que cada cosa posible que forma parte de la vida moderna no esté en manos humanas.

Y aunque la película no profundiza demasiado en su premisa — está más interesada en las interminables acrobacias de su protagonista — sí tiene la capacidad suficiente para construir un trayecto complicado acerca del miedo. El personal — bien narrado en dos o tres secuencias en que el equipo de Hunt, deberá decidir que es real o no en medio del terror digital — , el profesional — un agente al borde de la caída personal — y el mundial. Porque, claro está, “Misión imposible: sentencia mortal — parte 1” conlleva un enfrentamiento que podría desencadenar el fin del mundo. Uno unido a la incapacidad de vencer a una némesis que no es tangible pero sí poderosa. Uno, que está en cada pantalla, teléfono y portátil. Uno que no deja de mirar con burlona zalamería a todos los personajes de la cinta. 

Cuando el terror llega a una resolución brutal

Misión imposible: sentencia mortal — parte 1” será recordada por sus secuencias de acción. Por los recorridos de Hunt en diferentes vehículos a través de las grandes capitales europeas. Por los vuelos a través de puentes y los saltos imposibles que desafían la gravedad y las leyes del retoque en postproducción. La película es completamente artesanal, con un uso delicado y bien pensado de cualquier adelanto y retoque artificial. Lo que la hace más sublime en sus momentos más frenéticos y más peculiar en su personalidad en los más solemnes. 

Con una muerte que lamentar y un Ethan Hunt desgarrado por la culpa, la historia espera su conclusión. Pero no es incompleta, ni tampoco mal construida en la prisa de abarcar mayores escenarios. En toda su gloria extravagante y sólida, la película no sorprende, pero tampoco es del todo predecible. Un equilibrio que logra mantener a mayor gloria de sí misma. 

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