Cine y TV

Saw X de Kevin Greutert de vuelta al 2006

Saw X de Kevin Greutert tiene la rara capacidad de unir la primera película dirigida por James Wan, con un reinicio del origen de la historia. El resultado no es del todo sólido — la saga entera no lo es — pero hace algo más imaginativo. Hacerse preguntas acerca del origen del mal, el miedo y la moral contemporáneas. Todo, en medio de un artístico baño de sangre

archivo
Publicidad

La franquicia Saw es toda una rareza en el género del terror. La premisa básica — un hombre en busca de venganza y una brutal lección con tintes morales — no ha cambiado desde la primera entrega. Estrenada en el año 2004, la película dirigida por James Wan sorprendió a la audiencia y en especial, dejó un buen sabor de boca a los fanáticos. Después de todo, es una historia violenta que termina mal. Concluye con un giro de guion inesperado — y retorcido — en medio de una serie de lecciones éticas que resuenan en un mundo moderno cada vez más despiadado y cruel. 

La franquicia se volvió un laberinto que contaba casi exactamente lo mismo. John Kramer (Tobin Bell), engañado y defraudado por la sociedad, tenía una cruzada solitaria. Aleccionar por medio de la tortura, la decapitación y el desmembramiento a ser posible doloroso, a hombres y mujeres con comportamientos execrables. La premisa, muy atractiva para desdeñarla de inmediato, se convirtió en una especie de juego de exageración que aumentaba de entrega en entrega. Si en la primera el laberinto de púas, la silla taladro y el baño industrial sorprendieron y connmocionaron a la audiencia, en las siguientes todo se volvió más retorcido.

Y por supuesto, John Kramer más implacable. Aunque murió, revivió por medio de flashbacks, su esposa, aprendices y grabaciones varias. Pero el tema siempre estuvo ahí: John, el infame Jigsaw, tenía cuentas que saldar. No solo un hijo perdido por acción de un criminal, sino su salud por un error de laboratorio. Entre una cosa y otra, el hombre que usaba una marioneta macabra sobre un triciclo, para anunciar sus atrocidades futuras, se hizo imprescindible para una franquicia que para sus séptima entrega ya no tenía mucho que decir; mucho menos en Spiral (2021), en la que el director Darren Lynn Bousman quiso insinuar que podía haber un mundo sin Jigsaw pero sí con sus atroces métodos. Craso error. La película fue un fracaso de taquilla y de crítica. 

Por eso, es probable que los productores aprendieran la lección y para la décima parte de la saga, la historia haga una pirueta argumental de cuidado. Saw X es una intersecuela o en otras palabras, un añadido sin demasiado sentido pero si con cierto sentido de la continuidad, de la primera película, al fin y al cabo, la única original. De modo que el director Kevin Greutert, trae de nuevo a Jigsaw, pero sin necesidad de cintas de video, intermediarios o ayudantes ansiosos de hacer pedazos al infortunado de turno. Esta vez, el propio Kramer regresa, para contar, palabras más o palabras menos, su historia secreta. Tan innecesaria como cruenta. Y por supuesto, el motivo por el que esta figura siniestra, decidió volver a matar una y otra vez. 

La tragedia de un asesino violento 

Ya en la cuarta película de la cinta, el argumento brindó todos los detalles para entender la actual. Para el contexto: John Kramer era un ingeniero felizmente casado, que de súbito, sufrió todo tipo de desgracias. Lo que incluyó la pérdida de un bebé en gestación, su esposa y por último su salud. En medio de errores de diagnóstico, trampas de seguro y secretos, decidió entonces llevar a cabo su obra magna. En otras palabras, todo lo narrado en la película inicial de la saga. Una trampa mortal a escala monumental, que le devolvió cierta paz mental a un moribundo que haría historia en el cine de género de terror. 

Saw X comienza justo después, lo que es una acrobacia narrativa que incluye no solo retroceder en el pasado, sino hacer creíble que su actor — un hombre de 81 años en la actualidad — parezca un moribundo mucho más joven. La cinta lo logra, en la medida que mezcla el cansancio y agotamiento del personaje con la fragilidad física — mucho menos evidente de lo que podría esperarse — de Kramer. Aún así, la cinta comienza con un fallo evidente. Este retroceso temporal, hace que las razones de Jigsaw estén intactas, feroces y en carne viva. Solo que el guion necesita una más para llevarlo al límite. 

Lo logra, cuando el personaje decide que a pesar de su diagnóstico mortal quiere vivir. Lo quiere con tanta desesperación, como viajar a México a una cura experimental de dudosa procedencia y mucho menos eficacia, con la que confía, podrá evitar la muerte inminente. ¿Qué lógica tiene, dentro del mundo brutal de la saga, que Jigsaw, que conoce de cerca el cinismo humano, crea en un bulo semejante? Pues bien, de alguna manera, este Kramer imaginado por el guion de Josh Stolberg y Pete Goldfinger lo asume real, por lo que viaja al país para sanar. Al menos para sostener la amenaza. No olvidar, que este es un hombre capaz de construir una sofisticada cámara de torturas, para someter a los culpables de la amargura de sus últimos días a un ¿merecido? castigo.

La película falla al resultar convincente en su punto clave y quizás eso es lo que provoca, que todo lo que viene después, se desmorone por su propio peso. No importa que sea la más violenta — que lo es — de la saga entera, la más dura y la más implacable. Que sus torturas sean más gráficas y que el guion salte con docenas de referencias a la saga entera. El punto central de este juego siniestro, siempre ha sido la brillante certeza que Kramer es un personaje sólido y extraño, ajeno a sentimentalismos y cualquier fisura de compasión. Que quiere venganza y la obtendrá a cualquier precio.

En Saw X la obtiene, por supuesto, pero todo el periplo de su sorpresa ante un engaño previsible, resta valor, sentido y fuerza a la idea central. Jigsaw, el hombre que se convirtió en un asesino en serie de una crueldad inaudita y una sofisticada elegancia brutal, está muy lejos de su nueva versión, que debe (otra vez), sobrevivir al engaño para sobrevivir a base de odio. ¿No era suficiente perder a su hijo, esposa y futuro en rápida sucesión? Según Saw X, no lo era. 

Publicidad
Publicidad