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Los últimos bocados de famosos en la historia

De la última cena de Jesús y sus seguidores a la de Abraham Lincoln, Adolf Hitler, Marilyn Monroe, John Lennon y Michael Jackson. Dos libros de gastronomía histórica recogen los últimos bocados más famosos con recetas para leer y degustar estas Pascuas, reseña una crónica de Pilar Salas, fechada en Madrid.

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El investigador Miguel Ángel Almodóvar aborda en «La Última Cena» (Oberon) la celebración más recreada artísticamente y sobre la que más se ha escrito, aunque sea «casi imposible» saber con absoluta certidumbre cuál fue el menú.

«Sí se conoce la dieta de los coetáneos de Jesús: pan, legumbres como las habas y las lentejas, verduras como cebollas y endivias, higos y uvas, aceite de oliva, casi nada de carne -reservada a ricos y poderosos-, pescados de río, miel y vino», además de insectos como las langostas, explica a Efe Almodóvar.

Jesús se saltó las estrictas prohibiciones alimentarias judías e instó a los suyos a «comer de todo». En la última cena lo hizo acompañado de sus seguidores, entre los que estaban su madre y María de Magdala, recostado en el suelo y cogiendo los alimentos con la mano de una mesa muy baja.

Tortas de pan ázimo, ensalada de hierbas amargas, pescado de agua dulce, codornices rellenas de cordero -si es que llegó a haber cordero, porque son muchos los que discrepan, incluso Benedicto XVI-, «jaroset» o compota de frutas y frutos secos, y cuatro copas de vino «en honor de las cuatro grandes madres de Israel» son las opciones que plantea este escritor.

Para quienes quieran rememorarla, los cocineros Lara Tercero y César Ruiz ofrecen en este libro las recetas, mientras que la sumiller Meritxell Falgueras ha escogido cuatro vinos con uva syrah, cepa que tuvo su origen en Persia y que dominaba en las tierras por las que predicaba Jesús.

La revisión actualizada corre a cargo Ramón Freixa y Paco Roncero, ambos con dos estrellas Michelin, mientras que Jesús Almagro, Flavio Solórzano y Mario Sandoval proponen recetas de platos que distintos pintores pusieron anacrónicamente sobre la simbólica mesa: anguila a la veneciana, cuy (un roedor) asado y cochinillo al horno.

En «Muerte a la carta» (PoeBooks), firmado por el escritor Eric Frattini y el cocinero español afincado en Panamá Andrés Madrigal, se desgranan los últimos bocados de personalidades que han pasado a la historia, algunos por su talento, otros por su maldad, trufándolos con anécdotas de sus trayectorias.

Así sabemos que Cleopatra se endulzó con higos antes de ser mordida por el áspid y que Napoleón engulló hígado, chuletas, riñones, huevos revueltos y vino antes de morir entre fuertes dolores estomacales.

A Abraham Lincoln, más austero en sus gustos culinarios que el emperador galo, se le sirvió la tarde del 14 de abril de 1865 sopa de rabo de buey y asado de ave relleno de castañas, mientras que Rasputín fue envenenado con cianuro en un festín en el que no faltó el caviar de Beluga.

Otras personalidades, sin intuirlo, hicieron gala de sus gustos gastronómicos antes de morir, como el desayuno típico estadounidense de John F. Kennedy o el pollo frito estilo Luisiana de Martin Luther King.

El sanguinario Adolf Hitler almorzó un menú sencillo con su cocinera antes de suicidarse en su búnker, y Sadam Husein cenó en su celda pollo con salsa de dátiles cocinado por un prestigioso chef de Bagdad, ejemplo de que algunas normativas permiten a los reos elegir qué sabor que se llevarán a la tumba.

Marilyn Monroe se hizo llevar a casa fetuccini de su restaurante favorito, La Scala; Jim Morrison compró comida china; Elvis Presley pidió a su cocinera espaguetis con albóndigas; John Lennon comió sándwiches de carne de su italiano favorito antes de ser tiroteado, y Michael Jackson cenó pollo al horno. Los mitómanos pueden recordarlos preparando estos últimos bocados. EFE

ps/ram/cr

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