De Interés

Snoopy y Charlie Brown: animación para niños

Si pudiera resumir con una palabra toda la emoción que produce la película de Snoopy y Charlie Brown, diría “ternurita”. Así no más, lo dejo en “ternura” y se queda en “ita”. Me encontré más de una vez sentada frente a la pantalla con una incontenible sonrisa, no sé si por encontrar muy bonitas las imágenes que veía –cual niña frente a unas comiquitas- o si por hábito, luego de no toparme con diferentes emociones en la trama.

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Este diciembre el cine apeló a la nostalgia. Star Wars regresó evocando mejor que nunca (y casi hasta imitando) su primera trilogía, y Peanuts se estrenó en la pantalla grande, luego de meses de grandes campañas de mercadeo que hicieron inflar las expectativas mientras todos nos encontrábamos diseñándonos como un personaje de Schulz.

Quince años después de la muerte del caricaturista y de la posterior publicación de la última tira cómica de Peanuts, Blue Sky Studios (La era del hielo, Horton, Río) estrena Peanuts: la película. Tal como en la idea original, la historia sigue narrándose a partir de una serie de monólogos en los que Charlie se debate entre sus inseguridades y la vida de un poco popular estudiante.

La niña pelirroja, un personaje que no es nuevo ni en la historia ni en el corazón de Charlie, llega a la escuela y se convierte en el motivo de nuestro protagonista para demostrarse que puede empezar de cero y llegar a ser un ganador.

Sin embargo, y lejos de los dilemas adultos (o de “niños grandes” que somos después de cierta edad) que Schulz se planteaba en la tira cómica, los responsables de esta historia parecen haberse volcado a hacer una obra visualmente linda -¡realmente hermosa!-, pero se han olvidado algo a lo que normalmente estamos acostumbrados en estas cintas de animación: que son los padres quienes llevan a sus hijos al cine y que dejarles uno que otro chiste con humor menos inocentón era más que justo.

Es toda una proeza llevar a largometraje una serie de micro historias como lo son las historietas. De hecho, la película no logra hilvanar hábilmente ninguna de las muchas tramas que desencadenan los episodios: la historia del enamoramiento de Charlie Brown, el debut de Snoopy y Woodstock como escritores de romance, y las peleas ficticias de Snoopy con el Barón Rojo.

Si se pregunta qué tiene que ver el Barón Rojo con todo esto… bueno, les advertí que se le ven las costuras.

La trama –sencillita-, como lo dije al inicio, está llena de momentos tiernos, de equivocaciones infantiles, de lindos mensajes de amistad y de gags de la historia a los que ya no les buscamos explicación (como por qué siempre Pig Pen está tan sucio o por qué Marcy le dice “Jefe” a Peppermint Patty). Es sin duda una excelente opción para llevar a sus hijos al cine esta navidad y por qué no, recordar la infancia propia.

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