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Editorial venezolana Libros del fuego se hace ver en Latinoamérica

En el 2013 la editorial Libros del Fuego inició como un proyecto entre el librero Rodnei Casares y Alberto Sáez,  ambos lectores congénitos que viven en un círculo vicioso de historias y libros. Casi tres años después, su diseñador y socio Juan Mercerón recibe de la mano de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el II Premio Latinoamericano al Diseño Editorial. El reconocimiento, obtenido entre más de 800 postulaciones de todo el continente, se anexa como un triunfo para la editorial.

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FOTO: LIBROS DEL FUEGO

Aunque el concurso es para diseñadores, la mención toca directamente a Libros del fuego quienes en antítesis al dicho, buscan que también se juzgue al libro por su portada. «Queremos que la gente comience a ver el libro desde afuera, que la experiencia de la lectura sea integral», resalta el librero y socio de la editorial Rodnei Casares.

Organizado por la Fundación El Libro, el II Premio Latinoamericano al Diseño Editorial busca dar valor al diseño en la cadena de creación y producción de estos. El jurado, conformado por Francisco Gálvez (Chile), Nathalia Cury (Brasil) y Paulo Chagas (Brasil), resaltó en los textos Próximo Tren de César Segovia, A la brevedad posible de Luis Yslas, y Santiago se va de José Urriola, los estándares de alta calidad y concepto gráfico. Gracias a estos patrones la editorial se alzó con el premio a Mejor Colección Editorial, así como con una mención en la categoría de No Ficción con el libro de ensayos políticos Con la voz en alto.

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La decisión del jurado apuntó a  la relevancia entre «un diseño simple y con pocos recursos, con un sello distintivo y contemporáneo que se aleja de las tendencias de moda». Los tres libros demuestran un pensamiento proyectual entre el diseño y la editorial.

El premio, recibido por el diseñador Juan Mercerón, coloca a Venezuela en conversación con la producción editorial de Latinoamérica. «Otros ojos nos van a ver», afirma este.

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Libros del fuego no se maneja bajo un concepto predeterminado para la publicación de cada libro, si bien hay una identidad que sella sus diseños, cada portada y cada historia son distintas. Conceptualizar un manuscrito no es cosa de un día, conversaciones y discusiones en un comité de lectura determinan la publicación de una historia entre voces que observan al libro desde aspectos diferentes: la del librero, la del especialista en literatura, la del diseñador. Y es que de lo contrario se estaría diseñando a ciegas, o por lo menos así lo señala Rodnei Casares.

La forma de llegar a un diseño para cada libro es única, el título evoca una imagen pero es la lectura la que lo complementa. Este es un proceso de creación de la editorial del cual el escritor está exento. «Ellos tienen su proceso de creación y nosotros tenemos el nuestro» afirma Alberto Sáez.

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Los editores reconocen que la selección de un texto siempre será subjetiva; sin embargo, el lector editorial vas más allá de sus preferencias literarias para percibir atributos dentro de la estructura, el desarrollo, y los nudos de la historia que hacen que esta funcione aislada de los gustos personales. He ahí el punto en común: cuando un libro «funciona».

En cuanto al material para poder continuar con un proyecto de estas aspiraciones en Venezuela, Libros del fuego se amolda a los tiempos y emplazamientos. Tratan de que «un libro pague al otro, aunque cada vez se hace más cuesta arriba». Es por esto que tienen proyectos con empresas particulares que les ayudan a costear sus propios libros.

Los materiales se acomodan a la situación, o viceversa. «Las circunstancias del libro te van llevando a ciertos experimentos aunque no siempre se encuentran los materiales», recuerda Saéz, quien al igual que Casares sostiene que una de las cosas que la editorial persigue es «hacer mucho con poco».

Juan Mercerón, que también obtuvo la mención honorífica por el diseño de Con la voz en alto, de Elias Farache, refuerza que la crisis les ha enseñado a trabajar con lo mínimo. «No se necesita mucho para seguir haciendo cultura, y los libros no necesitan de fuegos de artificio cuando su intención está clara”.

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El fenómeno de la crisis

Puede sorprender que en un entorno en donde los materiales son casi un lujo, y la escasez de papel fuerza a los periódicos a reducir sus tiradas e inclusive a dejar de circular, el mercado editorial permanezca tan dinámico. En el año en el que Libros del fuego surgió por lo menos cuatro editoriales pequeñas hicieron lo mismo. En este sentido, Alberto Sáez resalta que no hay otra forma de seguir que creciendo, y esta es la tendencia a la que se orienta el mercado editorial venezolano: al crecimiento.

«Se puede decir que vivimos de los libros, porque hacemos libros pero también proyectos para costearlos. En ese sentido vivimos de un proyecto editorial».

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