Espectáculos

X-Men, el Apocalipsis de las ideas

La sexta (o la novena, si metemos los spin offs) película del universo de los X-Men, quienes comenzaron sus aventuras  en la pantalla grande hace 3 lustros, despertó grandes expectativas desde su anuncio, la mayor superproducción de la saga llevada hasta ahora a la pantalla nos enseña algo que ya sabíamos: más grande no es necesariamente mejor.

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Hace 15 años Bryan Singer, un joven y talentoso director nos sorprendió con X-Men cambiando para siempre las películas de superhéroes. Su puesta en escena elegante, sin entregarse demasiado a la tentación de los lugares comunes o al pastiche audiovisual, le valió el respeto de la crítica que ya le había aplaudido con la inolvidable Sospechosos Habituales (1995). Luego de  un glorioso retorno a la saga con  X-Men Días del Futuro Pasado estaba casi garantizado que Apocalipsis iba a ser el clímax de la misma. Tristemente el resultado es predecible y decepcionante a la vez.

Comenzamos la aventura en el antiguo Egipto, dentro de una pirámide se está llevando a cabo un ritual particular, una especie de cut/paste de almas de un cuerpo a otro en una estructura que parece toda interconectada por elementos que asemejan ser la tarjeta lógica de una lavadora Whirpool. Algo sale mal, la pirámide colapsa, el villano queda enterrado por milenios y sabemos que estamos ante la repetida y cansona Fórmula: Bien vs Mal + Fin del Mundo= Superhéroes, algo que se había superado en Días del Futuro Pasado, donde los conflictos políticos y personales desdibujaron los límites de ambas fuerzas y lograron un enganche con críticos y masas por igual.

En Sabah Nur (o Apocalipsis) es resucitado por un grupo de seguidores que aparentemente no tenían otra razón para aparecer en la historia que esa, pues jamás sabremos más nada de ellos nuevamente, lo resucitan y quizás vuelven a su puesto de verduras en el mercado. Estamos en El Cairo en 1983, 10 años después de los sucesos de Días del Futuro Pasado, un lugar exótico y sobrepoblado, un refugio para que los mutantes pasen desapercibidos que difícilmente refleja el Estado de Excepción perenne que mantenía Mubarak por aquellos días, pero bueno esto es ficción. Apocalipsis pasea por las calles, libre al fin.  Luego de haber sido sepultado  al inicio del film por montones de rocas, ahora un maquillador  le sepulta la cara al carismático Oscar Isaacs bajo toneladas de prótesis azules, dándole la misma expresividad que el rostro de cualquiera de las Kardashians.

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Si una película es tan buena como su villano, esto no ha arrancado con buen pie, no sabemos nada de él, sus orígenes, la totalidad de su poder o su motivación, sus diálogos son mas que risibles, poco creíbles, como de un político torpe, incapaz de un discurso coherente para lograr lealtades.  Luego, como una cachetada, recuerdo que Donald Trump está en la contienda para liderar al país más poderoso del mundo y entonces pienso que Apocalipsis también podría lograr semejante maroma pues tiene mejores diálogos que dicho político.

La primera hora transcurre mientras Apocalipsis busca candidatos para ser sus 4 jinetes y darles súper poderes, bíblica la cosa, lo más interesante que sucede es la escena de la pelea entre Nightcrawler y Angel (Ben Hardy), donde este último sale desplumado y con las alas rotas, acto seguido una turba de humanos en Berlín nos recuerda que el mundo sigue siendo peligroso e intolerante con todo lo que le resulta diferente.

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Kinberg y Singer, los guionistas,  decidieron que los 2 jinetes masculinos debían tener cicatrices emocionales para unirse a la causa del villano, por eso cuando llegan a Magneto lo encontramos viviendo plácidamente en un bosque con su esposa y su hija, a las que obviamente hay que desaparecer trágicamente y detonar su instinto asesino,  para terminar enrolar al conflictivo Erik volvemos a Auschwitz, al campo de concentración  nazi que apareció en la primera película y donde se manifestaron sus poderes, esa movida a estas alturas hace ver las muy judías costuras de los escritores. No es agradable ni original el seguir explotando el holocausto para entretener a  las masas.

Las 2 jinetes femeninos no tienen historias interesantes al parecer, no nos explican los orígenes de Storm, que es una de las historias más interesantes en los cómics, ni de Psylocke, un personaje bastante complejo, cuya habilidad síquica se da por sentado, porque no hay grandes demostraciones de ella en pantalla y cuya habilidad como Ninja así como sus katanas de “energía síquica” pierden importancia al enfundar a la exquisita y curvilínea Olivia Munn en un traje de baño de latex dándole 5 líneas de diálogo.  El año en el que Festivales como Cannes deciden declararlo como de La Mujer en el Cine, algunos blockbusters se empeñan en la regla de  que calladitas y con poca ropa se ven mejor.

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Nuestros actores ancla convencen, Fassbender como Magneto y McAvoy como el Professor X hacen un trabajo muy decente, aunque la cara de cansado de Magneto no es resultado del maquillaje, de verdad se nota que el actor, quien está realizando cosas fantásticas en el cine, ya está harto del personaje y de ser parte de un gigantesco cast de actores. Muy mal  se ve a Jennifer Lawrence con  un performance unidimensional, esta chica, con tantos premios debe estar más que obstinada de las sagas y del tiempo que consumen, ella está en otro estatus y se nota su desgano (Así como en la 2da parte de Juegos del Hambre: Sinsajo.2015), especialmente al enterarse que el punto débil de su personaje es el cuello, la mutante cuya especialidad es adaptarse y sobrevivir se queda indefensa cuando un rufián de poderes vagamente definidos la toma por esta parte de su anatomía.

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La película alcanza su clímax antes de tiempo, y sucede en la escena donde Quicksilver usa sus talentos mercurianos para salvar a un montón de estudiantes de una explosión, la secuencia es un refrito muy bien hecho de la escena que hizo el propio Evan Peters en Días del Futuro Pasado, solo que en lugar de ir al ritmo de “Time in a Bottle” de Jim Croce, ahora lo hace al son de Eurythmics con “Sweet Dreams (Are made of This)”, uno de los tantos guiños que nos ubican en los 80’s, el performance de este actor es por demás convincente, natural y no forzado,  Pietro Maximoff  es un personaje que pide a gritos su propio Spin Off.

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Lo que más engancha es la esencia misma de las historias de los X-Men, su lado más humano que consiste en el miedo y la inseguridad de no poder dominar por completo sus habilidades, y eso está representado en el trío conformado por Cíclope (Tye Sheridan), Jean Grey (Sophie Turner) y Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee) quienes han resultado en una muy buena adición al elenco, especialmente la segunda quien combina de manera convincente la inseguridad de una adolescente con lo profundo de la sique de su personaje.

Nada desdeñable  la parte donde se están librando dos batallas simultáneas (Oh sí, exactamente como pasó con el 3er acto de Días del Futuro Pasado donde el pasado y el presente se alternaban), una en el plano físico y la otra en el plano síquico, Singer es un amo creando marcando el tempo en el cual se orquestan estas dos melodías y se aprovecha de eso para rematar el film.

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Técnicamente es una súper producción y de eso no cabe la menor duda, un espectáculo visual lleno de planos impecables, y una  muy bien matizada fotografía, destacando el arsenal de efectos especiales, tanto los evidentes como los  invisibles, al menos en casi toda su extensión es entretenimiento puro, no voy a decir que es una película esencial o necesaria, está lejos de eso, pues su falla radica en el guión, tiene demasiadas inconsistencias. Si bien Kinberg firmó el guión de Días del Futuro Pasado también lo hizo con bodrios como Los 4 Fantásticos, Jumper y  Esto es Guerra. Es hora de decirle adiós a los guionistas y traer gente con ideas frescas que puedan generar historias más cercanas y no dejarle todo el trabajo a la parte técnica.

Singer no dirigirá X-Force (2018) ni X-Men: New Mutants (2018) volverá para el 2020 con otra secuela de la saga, dándole tiempo de refrescar sus historias.

P.D. Quédense hasta el final, hay escena post-créditos

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