De Interés

La Torta

Lo triste es, que a pesar que el mercado de tortas sigue existiendo, cada vez más vulnerable, "los pone tortas" no dejan que se desarrolle. 

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No es sólo la que ponen cada vez que se agrega un ingrediente para excluir a Venezuela de su futuro y atarla al pasado más atávico que hubiésemos podido imaginar. «La torta» es la que voy a usar como ejemplo para ilustrar el drama en el que estamos encerrados.

La Sra, llamémosla Dulce, horneaba tortas para la venta, algunas veces con los ingredientes que le regalaban y otras con los que compraba con el producto de sus ventas. Su producción de tortas le permitía satisfacer los antojos de todos sus clientes y estos siempre tenían recursos para comprar su pedazo, algunos más, otros menos, pero la cuota de azúcar era siempre satisfecha.

Mientras más demanda de tortas le hacían, más tortas producía. Más empleados, más hornos, más ventas, más prosperidad. Es que una regla básica del mundo en el que vivimos, es que cada vez más las expectativas de vida de las personas aumentan y por ende habrán más consumidores y demanda de … tortas.

A veces la producción era tan grande que Dulce podía vender a otros países sus excedentes y así obtener más recursos para hacer crecer su negocio. De nuevo, más empleos, más hornos, más competencia, más calidad, más opciones para el consumidor, más reducción de precios, etc.

Un día Dulce no consiguió más ingredientes regalados y le tocó comprarlos todos, pero no era una tragedia, ella podía esforzarse más y seguir produciendo sus tortas para seguir atendiendo a sus clientes. Más demandantes de tortas, más producción de tortas. Así de simple.

Por esas circunstancias de la vida política de los países llegó un día un hombre a la comunidad que les dijo: «alguien se quiere quedar con todas las tortas, comérselas y no dejarle nada a nadie. Se producirán solo x tortas al año. Todo el mundo debe comer sólo un pedazo de torta de terciopelo rojo, mejor conocida como Red Velvet (Aunque algunos … seguían comiendo de chocolate, importado). Por cierto, para que todo el mundo coma su pedazo, las vamos a importar.» Toda está nueva «orientación» resultó en que unos comían torta, otros comían de la reglamentación del negocio de la torta, mientras que otros seguían poniendo la torta.

Posteriormente, cuando los recursos para importar tortas disminuyeron se decidió que se iba a tratar de producir tortas a nivel nacional. Pero los recursos ya escaseaban para conseguir los ingredientes, éstos también habían desaparecido puesto que las reglas para regular la repostería, también se habían aplicado a otros sectores.

Dulce comenzó a rendir los ingredientes y reducir sus empleados, para seguir manteniendo su negocio, pero ya la torta estaba puesta. Los reguladores no entendían que un hombre sin empleo no puede comprar un pedazo de torta, mucho menos la torta entera.

Ahora no había torta para todo el mundo. Quien quería un pedazo tenía que hacer una cola larga para conseguirla. Al hacerse más preciado el bien, más se elevaba su precio. Elemental. Pero muchos no lo entienden.

El hecho es que un día el regulador comenzó a expropiar los negocios de tortas, pero bajo su control, o bien se perdían los escasos ingredientes o se quemaban las tortas.

Dulce no sabía qué hacer. Para complicar más las cosas un regulador le dijo «o vendes la torta a x precio o te llevo presa» ¿presa por vender tortas? Dulce, presa pero de pánico, decidió no hacer más tortas. Hasta algo tan sencillo como mezclar los ingredientes y hacer un pastel se había convertido en una actividad de alto riesgo. Cerró su negocio y varios perdieron sus empleos.

Ahora sí es verdad que se complicó todo. Nadie quiere hacer tortas. La Sra. Dulce se amargó y prefirió irse a otro país a hacer sus tortas, porque allí la dejan trabajar en paz. También es difícil convencer a la gente que se venga a producir tortas, por el riesgo que le quiten el negocio, que le obliguen a venderlas por debajo de su costo y que encima le amenacen con cárcel.

Lo triste es, que a pesar que el mercado de tortas sigue existiendo, cada vez más vulnerable, «los pone tortas» no dejan que se desarrolle. Ellos mientras tanto, en un festín medieval y tragicómico, difícil de entender, se lanzan a la cara las pocas que quedan en una guerra de tortas en las que cada vez hay menos pedazos para repartir.

Ahora la gente vive amargada porque no tiene dulce que comer. Eso también es poner la torta.

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