De Interés

La trivialidad del mal: una novela para hacer memoria

La trivialidad del mal es un relato que al margen de personajes ficticios retoma aquellos meses del 2014 en donde la implosión social parecía forzar un final necesario.

Publicidad

En febrero del 2014 la ciudad de San Cristóbal fue el epílogo de una ristra de movilizaciones y protestas que marcaron un antes y un después en la historia contemporánea venezolana. Una generación de jóvenes estudiantes alzó su voz ante el inminente declive de un país sumido en la delincuencia, la violencia y la escasez crónica, el resultado: 9.286 protestas equivalente a 26 diarias en todo el país, 43 personas fallecidas, más de 486 heridos y 1854 detenidos -según informes de la Fiscalía General de la República.-.

Lesionados, apresados, torturados y muertos se exhibieron en una rutina alarmante que  ha sido relegada en la retentiva de los venezolanos por un futuro que camina cuesta abajo, que no tiene tiempo para sentir nostalgia por el pasado. Pero este 8 de diciembre el escritor venezolano Emmanuel Rincón, autor de Wolf (2016), Las tierras de Contacoté (2012), La verdad sobre Daniel Vida (2013) e Identidad disociativa (2015), entre otros, presentó su más reciente novela publicada por la editorial Ígneo: La trivialidad del mal, precisamente a tiempo para retomar una suerte de conciencia colectiva que no destierre el pretérito.

La trivialidad del mal es un relato que al margen de personajes ficticios retoma aquellos meses del 2014 en donde la implosión social parecía forzar un final necesario. Un niño, una madre y un joven: Gabo -de 8 años-, Génesis y Javier son las tres voces generacionales que evocan el espectro de violencia desmedida que inundó al país hace ya más de dos años. El borde de la ficción es evidente cuando entendemos que aunque son personajes “diseñados” sus experiencias y vivencias fueron las de miles de venezolanos recluidos en una rutina aciaga y excepcional.

Rincón buscó usar la voz de Gabo como una especie de conciencia social, la racionalidad limitada de un niño de 8 años para reflejar una empatía con el lector, esa voz reflexiva que recuerda que los niños reconstruyen la historia con una rima diferente. Por otro lado, afirma que el personaje de Javier busca “transmitir de alguna forma los complejos de las personas jóvenes que tienen tantas dudas sobre el futuro”. En la voz de Génesis se carga la parte principal de la narración y de las angustias familiares, también se plasman relatos sino todos reales, inspirados en memorias concretas como la del niño que se esconde detrás de un barril de basura para evitar que un guardia lo golpee. “Todos son portavoces de los distintos  procesos mentales que tiene cada uno en los hechos que ocurrieron en Venezuela, los niños están teniendo un concepto errado de nación”, explica.

Cuando Emmanuel Rincón comenzó a escribir La trivialidad del mal creía que se acercaba el fin de una era. “Yo no podía salir de mi casa después de la 1 pm, vi las calles de San Cristóbal como nunca antes las había visto: llenas de basura y hasta de colchones; tengo amigos que por estar en la calle caminando haciendo nada les caían a perdigones, un amigo casi pierde la pierna, fue muy difícil y agitado. Daba la sensación de estar como inmersos en una guerra civil y yo pensaba que esto no era sostenible”, recuerda. Pero la seguridad de que el país estaba saturado y de que el estallido a gran escala sería definitivo fue algo ilusorio.

“De alguna u otra forma el poder político siempre reside en la capital. Nosotros –San Cristóbal- vivíamos en una especie de burbuja en la que creíamos que el país, naturalmente, con unas condiciones sociales así no podía continuar”.

La corta memoria de los venezolanos

Para escribir esta novela Rincón tuvo que acudir a recuerdos “estresantes” pero necesarios ya que considera que “nosotros como venezolano hemos sido de una memoria muy corta y tenemos que ser conscientes de lo que ha pasado histórica y políticamente en el país si algún día queremos desarrollarnos y madurar como nación”, afirma.

Tal vez el proceso no fue tan agradable como avocarse a escribir otro tipo de ficciones, el escritor admite que en el camino sintió deseos de separarse del texto y que la carga de los recuerdos actuó con un peso imprevisto; sin embargo, esa necesidad de contar un pasado tan reciente le impulsó a pagar lo que Rincón siente como una deuda con el país que le enseñaron a querer. “El proceso de protestas en el 2014 marcó un antes y un después en Venezuela, igual que el Caracazo, tal vez a raíz de los sucesos de protestas del 2014 la popularidad del gobierno ha venido en bajada continuamente además de la crisis económica que se sigue agudizando, y ningún poder político es sostenible si no tiene el apoyo de la gente”, sostiene.

Y si bien es inevitable que la literatura de un país se distancie demasiado del contexto social y político en el cual está inmersa, resuena que muchas de las novelas en Venezuela se viertan a este elemento coactivo tan difícil de ignorar.  “La literatura siempre se ha abocado mucho al pesimismo, a la tristeza y la melancolía; esto –la violencia- es algo que nos ha rodeado durante mucho tiempo y con mucha insistencia lo cual hace que sea un poco difícil dejarlo de lado”, mantiene Rincón.

La trivialidad del mal viene a ser esa lectura tal vez incómoda pero ineludible que se niega a huir de la realidad, que busca mantenerla presente a pesar de que muchas veces quisiéramos relegarla.

“Indudablemente también es necesaria la misión del escritor de documentar. Cuando quieres entender la historia del mundo, del continente y de las naciones tienes que recurrir a la literatura de esa época, inclusive es más fácil entender el contexto de esta forma que con libros de historias. Muchas veces nos gustaría dejar todo de lado, pero  precisamente por estarle huyendo a la realidad, por duro que sea, seguimos en este caos y tenemos que abrir los ojos”, concluye.

La trivialidad el mal se encuentra disponible en las librerías y cadenas nacionales del país.

A media voz - Libro.indd

Publicidad
Publicidad