Deportes

El desafío de los nuevos olímpicos: Surf, mucho talento y poca actividad

Esta es la primera entrega, de un total de cinco, que analizan la preparación de Venezuela en las nuevas disciplinas que ingresan al programa olímpico en Tokio 2020. La lógica de la planificación del alto rendimiento indica que ya deberían estar dando pasos de cara a la ruta de clasificación. El surf, uno de los debutantes, tiene mucho camino por recorrer para convertirse en candidato a los escasos cupos en contienda.

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Texto: Eumar Esaá (@eumaresaa) / Fotografías: Tour Alas, CANTV y Facebook de José López

El surf venezolano tuvo razones para celebrar en 2016, el año en el que fue aprobada su admisión en el programa olímpico, junto a otras cuatro disciplinas. A Rafael “Nono” Pereira le bastó una válida del Tour ALAS, en Nicaragua, para titularse en el circuito latinoamericano. Derek Gómez se apuntó la medalla de oro de los Juegos Bolivarianos de Playa de Iquique. Y de colofón, José Joaquín López se coronó campeón nacional junior de Costa Rica, una de las plazas más competitivas de su deporte, participando como invitado. Todos triunfaron en la única modalidad que será olímpica en Tokio 2020: la tabla corta.

Esos antecedentes, sin embargo, no serán suficientes para atrapar una de las apenas 40 plazas (20 en masculino  y 20 en femenino) que están en juego, bajo un sistema de clasificación que recién se definirá este año y que deberá cumplir las dos grandes premisas del Comité Olímpico Internacional: que estén los mejores del mundo y que haya una representación lo más universal posible.

El surf venezolano deberá remontar la ola de una política deportiva que lo ha excluido durante los últimos años, bajo la lógica de administrar en medio de la escasez, privilegiando a los deportes olímpicos en la asignación de divisas. Y hasta el 3 de agosto de 2016, cuando la asamblea del COI aprobó la recomendación de aceptar cinco nuevas disciplinas en el programa (junto a skateboard, karate do, escalada y la versión unificada de beisbol-softbol), el surf no era olímpico, y Venezuela había perdido dramáticamente las condiciones que en una época hicieron lucir a los criollos como los parientes ricos del circuito.

“Viajábamos a las válidas con nutricionista, psicólogo, preparador físico. Fue la época dorada porque había apoyo en divisas”, recuerda  Jesús “Mimo” Capote, director técnico de la Federación Venezolana de Surfing (FVS). “Ahora ese apoyo es casi nulo. Desde 2014, de siete competencias mundiales que hay cada año solo asistimos a una, de acuerdo con lo que decida el Ministerio (de Juventud y Deporte), no nuestros técnicos”.

Rafael-PereiraApenas un puñado de surfistas pueden darse el lujo de apoyarse en sus patrocinantes o en sus propios recursos para competir internacionalmente de una forma más o menos estable, y el año pasado ni siquiera hubo circuito nacional, por falta de recursos.

“Viajar nos daba un gran roce competitivo, los muchachos tenían equipos de buena calidad”, rememora Capote. “Si surfeas buenas olas con equipos buenos, tu nivel crece. Hoy los que viajan a torneos profesionales o incluso a mundiales lo hacen con su propio dinero”.

En 2014, los Juegos Sudamericanos de Playa de Vargas y el Mundial de Bodyboard (una modalidad no olímpica) fueron las únicas competencias internacionales en las que dijo presente el surf venezolano. El panorama no ha cambiado desde entonces.

Para colmo, no todas las paradas del ciclo olímpico han incluido a este deporte en su programa. Solo los Panamericanos de Lima lo incorporaron, pero ni los Bolivarianos de Santa Marta, ni los CAC de Barranquilla, ni obviamente los Sudamericanos de Cochabamba lo hicieron. La disciplina tendrá otros dos grandes hitos en el cuatrienio antes de Tokio 2020: los Juegos Mundiales de Wroclaw 2017 y los Juegos de Playa de San Diego 2019.

Mucho con muy poco

La FVS ha preseleccionado a algunos atletas que podrían tener perspectivas de clasificación como Rafael “Nono” Pereira, Francisco “Lolo” Bellorín, Derek Gómez y los juveniles Oswald Moreno, Neomar Romero, Laura Petit, María Torrealba, Joselyn Aldana y José Joaquín López, quien vive y entrena en Costa Rica con respaldo de su familia.

Pereira y Bellorín, los únicos que están participando de manera regular en el circuito QS, antesala al exigente CT o Tour de Campeonato, han ganado dos veces cada uno el Tour ALAS. El primero logró apoyo de su sponsor Latin Mov para intervenir en seis válidas del QS. Ganó la de Nicaragua (que también formaba parte del circuito latinoamericano) y fue segundo y quinto en dos paradas que disputó en California. Eso, sin embargo, no es suficiente para despuntar en el ranking mundial, y no lo será, obviamente, para apuntalar el camino a Tokio 2020.

“Nono” sabe que este año será aún más duro: “Estoy metiendo solicitudes en el Ministerio y en varias empresas, a ver si puedo hacer varias paradas internacionales, y espero que la Federación reactive el Tour Nacional”.

La acción en casa, sin embargo, puede no ser muy útil. Las paradisíacas playas nacionales son demasiado apacibles, con vientos de pocos nudos, para lo que exige el surf de gran nivel: olas descomunales en las cuales lucirse.

“Muchas veces lo que hacemos es cazar ‘swells’ en las páginas meteorológicas para ver dónde podemos conseguir buenas olas. Cuando el huracán Matthew hasta un torneo se hizo en La Guaira, con olas de dos metros”, explica Pereira.

Las “swells” no son más que perturbaciones atmosféricas. Cual cazadores de tornados, los surfistas criollos andan detrás de tormentas, coletazos o mar de fondo para imitar las condiciones que grandes paraísos como California, Hawai o Costa Rica ofrecen permanentemente.

Precisamente en busca de esa calidad de olas se marchó José Joaquín López a Jacó, Costa Rica, sede del último Mundial de Surf y cuna de los más recientes campeones del orbe por equipos. Su familia ya planeaba desde hacía años emigrar a Panamá, donde ya trabajaba el padre, pero los disturbios de febrero de 2014 aceleraron la salida del país. José Joaquín, a quien todos en el surf conocen como JJ, pidió a su familia apoyo para irse a Costa Rica, donde ya había pasado largas temporadas entrenando. Allí terminó el bachillerato y comenzó a dar forma a su sueño.

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“Mis padres me ayudan, pero fundamentalmente me mantengo con mis patrocinantes y con los premios de los torneos”, explica el joven de 18 años. “Clasificar a Tokio 2020 es uno de mis focos. Una de las cosas buenas de estar en Costa Rica es que hay olas buenas todo el año. Hay muy buen nivel, por lo que el roce es muy fuerte. Lo mejor de mi surf se ha desarrollado aquí. Encontrarse en una competencia con Cali (el tico Carlos Muñoz, uno de los mejores surfistas del mundo), por ejemplo, siempre ayuda a crecer”.

A diferencia de Lolo y Nono, que compiten en el circuito QS, JJ lo hace en la Liga Mundial. Ambos son antesala al CT (Tour de Campeonato), que reúne a los mejores del planeta, entre ellos al mítico Kelly Slater. “Yo quiero estar entre los pocos latinos que han logrado llegar al CT”, proyecta López, que este año espera entrenar un par de meses en California, como de costumbre, con sus propios recursos.

Acción en casa

Este año se reactivará el circuito Costa Azul, que lleva varias temporadas sin realizarse, por razones presupuestarias. El presidente de este torneo, Carlos Rodríguez, espera que el torneo ayude a elevar el nivel de cara a la ruta olímpica.

“La idea es mantener la industria de este deporte produciendo y a la generación de relevo activa. Nuestras competencias siempre han servido de entrenamiento para atletas federados, pero en realidad lo que queremos es un circuito profesional nacional, en el que se le pueda dar premios a los atletas”.

El periplo, que tendrá cinco válidas, se disputará exclusivamente en la modalidad olímpica de tabla corta, y pondrá en acción no solo a los adultos, sino a atletas sub20. “Siempre hemos apostado a que los jóvenes aprovechen el torneo para formarse, para aprender de los mejores”.

Luego de muchas especulaciones de que la disciplina se escenificaría en una piscina con olas producidas artificialmente, para evitar “malos días” que retrasaran el programa, el Comité Organizador de Tokio 2020 ha confirmado como sede un paraje natural, la playa de Tsurigasaki. ¿Regresará la época dorada del surf criollo a tiempo para montarse en la ola olímpica? ¿O tendrán los nuestros que apostar a que el deporte se mantenga en los Juegos de 2024? 

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