De Interés

El odio: ganando terreno y medrando

En los sucesos de Charlottesville vimos de nuevo al Ku Klux Klan en acción. Más agresivo que en sus peores tiempos. Ahora, con un demente como Trump en la presidencia de los Estados Unidos, se sienten guapos y sobre todo, apoyados.

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Los estadounidenses, a pesar de haber electo presidente a un hombre de raza negra, no han superado el racismo que no sólo persiste, sino que, animado desde la primera magistratura, amenaza con convertirse en un holocausto del siglo XXI. Si creen que estoy exagerando, los invito a releer la historia de la Alemania nazi de fines de los años 30: el preámbulo del exterminio de los judíos y de todos aquellos que consideraron sub humanos.
En Venezuela, por el contrario, éramos por tradición un pueblo parejero. El ascenso social, a diferencia de los demás países latinoamericanos, estaba marcado netamente por el ascenso económico. No importaba el origen, ni el color de la piel de las personas. No sólo los venezolanos, sino también los extranjeros, tuvieron un país de puertas abiertas para vivir y prosperar. Hasta que llegó Hugo Chávez…
Chávez ha debido vivir una experiencia terrible que lo marcó de por vida, porque de otra manera no se explica de dónde vino tanta rabia. Durante los quince años que estuvo en el poder se encargó de potenciar esa carga de odio y ánimos de retaliación para generar odios y deseos de venganza donde no los había. Se cumplió la máxima de Goebbels de que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.

Ahora Venezuela es un país racista, clasista y xenófobo, con todas las implicaciones negativas que ello conlleva. De lado y lado. El régimen ha mantenido el discurso de que lo que a alguien le falta fue porque otro se lo robó (otro que por supuesto no son ellos, los ladrones más ladrones de la historia de Venezuela), que hay venezolanos más venezolanos que otros (como si tal cosa pudiera existir), que los extranjeros (excepto los cubanos y los otros chulos que nos depredan) son indeseables y que de lo peor que se puede tildar a alguien es de ser “un hijo de papá”, cuando los verdaderos “hijos de papá” –los suyos- están casi todos fuera de Venezuela, llevando la vida que nadie en el país se puede dar el lujo de vivir. Y después lloran porque los escrachan…
Pero del otro lado también hay racistas y clasistas. Me sorprende la frecuencia con que leo en las redes sociales que se califica a alguien como un “negro de mierda”. Si alguien es una mierda, es porque lo es. No porque sea negro, o blanco, o indígena, u oriental o piel roja. La condición de serlo no va en el color de la piel, sino en la calidad del alma. Y que yo sepa, el alma, si es que existe, no tiene color. Al menos nadie la ha visto para contarlo. Eso para no mencionar los adjetivos “marginal”, “niche”, “chusma”, “tukki” y otros que se me escapan sencillamente porque no los quiero recordar.
El hecho que me preocupa es que a estas alturas -casi diecinueve años después de la instauración del chavismo y con el país vuelto leña en todo sentido- que se siga pensando que el problema es que hay “negros de mierda”, marginales, o niches, o chusma, lo que indica es que estamos perdidos, porque perdimos la esencia de nuestro ser como venezolanos.
Los problemas son otros y además, graves de toda gravedad: la inseguridad, el desabastecimiento, la corrupción, el narcotráfico, los nexos con el islamismo radical… Ninguno tiene que ver con el color ni con la clase social de las personas.

La ley contra el odio está diseñada para anular adversarios políticos, no para crear conciencia, menos aún para fomentar la coexistencia. Pero el odio sigue ganando terreno y medrando. Estamos tan mal, que los problemas que no teníamos, los inventamos.
Yo creo que al cambiar de sistema político la economía se mejorará en un plazo relativamente corto, porque la economía se basa en la confianza. La atmósfera política deberá sanearse también por las caras nuevas y los ánimos renovados de trabajar por el país. Pero el daño moral… ése sí tardará en recuperarse. Lástima que nos copiamos de los gringos lo peor que ellos tienen, el racismo, cuando tienen tantas cosas buenas que imitar…]]>

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