Estados Unidos, el país del mundo más afectado por la pandemia de coronavirus con más de 2,6 millones de casos confirmados y 127.000 fallecidos, ha comprado casi todas las existencias del medicamento Remdesivir, uno de los fármacos que han mostrado su efectividad frente a la COVID-19.
El Departamento de Salud de EE.UU. se ha asegurado la compra de más de 500.000 tratamientos de Remdesivir de la farmacéutica estadounidense Gilead Sciences para los hospitales hasta septiembre.
En concreto, el volumen adquirido supone el 100% de la producción de julio, y el 90% de agosto y septiembre.
«El presidente Donald Trump ha logrado un increíble acuerdo para asegurar que los estadounidenses tengan acceso a la primera terapia autorizada para la COVID-19. Hasta donde sea posible, queremos garantizar que cualquier paciente estadounidenses que lo necesite lo pueda obtener», dijo en un comunicado el secretario de Salud, Alex Azar.
El Remdesivir, una terapia experimental que empezó a desarrollarse en 2009 y se puso a prueba con pacientes del ébola a mediados de la década pasada, se ha autorizado de emergencia para el coronavirus SARS-CoV-2 porque un ensayo clínico estadounidense mostró que ese fármaco acorta el tiempo de recuperación en algunos pacientes.
Gilead anunció este lunes que va a vender su fármaco a 390 dólares el vial para los Gobiernos de países desarrollados, lo que elevaría el precio del tratamiento más habitual a 2.340 dólares por paciente y el de las terapias más largas a 4.290 dólares.
Este mes se paga por el Remdesivir
En EE.UU, desde que en mayo se aprobó de emergencia el uso de Remdesivir para enfermos de coronavirus, los hospitales han estado usando dosis donadas por Gilead, que a partir de este mes comenzará a cobrar por el medicamento.
Este antiviral se administra por vía intravenosa y ralentiza la producción de nuevas partículas del virus. Como resultado, la infección viral se desarrolla con menos rapidez y los pacientes en estado grave se recuperan en una media de cuatro días antes de lo habitual.
La compra se conoce justo cuando EE.UU vive un repunte en el número de contagios por coronavirus, con más de 40.000 diarios, especialmente en estados del sur y oeste del país como Texas, Florida, Arizona y California, lo que ha llevado a numerosas partes del país a suspender o revocar los planes de reapertura económica.
En Florida, que se perfila como nuevo epicentro de la pandemia en el país, la cifra diaria de casos nuevos subió este miércoles a 6.563, superior a la del martes pero lejos del récord del pasado sábado (9.585), en medio de la preocupación por un posible desborde de la capacidad hospitalaria en Miami-Dade, foco principal en este estado, si continúan creciendo los contagios.
Emergencia en geriátricos de Florida
En los cuatro meses transcurridos desde que la pandemia llegó a Florida, que se cumplen hoy, ha habido 158.997 contagiados y 3.550 muertos, según las cifras del Departamento de Salud del estado.
La agencia estatal detalló además que 1.867 personas han muerto en los centros geriátricos de Florida, entre residentes y aquellos que los atienden.
Miami-Dade es el epicentro con 37.961 casos y 1.000 decesos por la COVID-19, tras haber sumado a la cuenta en las últimas 24 horas 1.141 casos y nueve muertes.
Florida comenzó su reapertura en mayo y ya está en la fase dos de tres, sin que el gobernador Ron DeSantis tenga intenciones de dar marcha atrás, como ha manifestado reiteradamente.
Ni siquiera considera declarar obligatorio el uso de mascarillas en espacios públicos en todo el territorio floridano, aunque esa medida rige en Miami-Dade y en muchos otros condados y ciudades, incluso con multas para los infractores.
Las autoridades del condado miamense han decidido restringir los horarios de los restaurantes y piscinas y la venta alcohol, así como cerrar las playas durante el festivo del 4 de julio.
De igual forma, las autoridades de Miami Beach anunciaron este miércoles que de nuevo impondrán el toque de queda, entre las 12.30 de la noche y las 6 de la mañana.