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Ya no son los gusanos, ahora tenemos escorpiones altamente venenosos

Una de las especies más venenosas se llama "Isabel Ceciliae" y se le nombró así a raíz del fallecimiento de una niña que sufrió una picadura de este escorpión en 1997, en la Colonia Tovar. Ahora la alarma vuelve a ser viral en WhatsApp ante el aumento de picaduras en zonas montañosas. Esto es lo que se puede hacer

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Un mensaje divulgado en 2007 por la bióloga Giovannina Orsini Velásquez, que trabaj en el Herbario V.M.Ovalles (MYF) de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela (UCV), se ha hecho viral nuevamente en WhatsApp por la enorme cantidad de picaduras de escorpiones reportadas en las montañas aledañas a Caracas.

Orsini lo escribió a raíz de que una familiar cercana tuviera la mala suerte de ser picada por un escorpión denominado TITYUS en una casa en los alrededores de la Colonia Tovar. La prima se salvó, pero el nombre científico del animal cambió a Isabel Ceciliae, una pequeñita de cuatro años que no sobrevivió.

El domingo 25 de mayo de 1997, hacia las 6:30 de la tarde, Isabel Cecilia Itriago Viso fue emponzoñada por un escorpión mientras jugaba rodeada de sus padres, abuelos maternos y hermanos en el jardín de su casa en la urbanización El Junko, cerca de Caracas.

Sus padres son amigos queridos de toda la vida y doy fe de que la historia que voy a relatar es verídica. Lo hago para enriquecer el mensaje de la licenciada Giovannina, porque ambos relatos, muy parecidos, tuvieron distintos finales. Isabel Cecilia murió, mientras que la familiar de la bióloga logró recuperarse.

¿Cuáles fueron las diferencias? ¿Qué se hizo bien y qué se hizo mal en cada caso?

En ambos, aunque hubo sugerencias de «esperar», tantos los padres de Isabel Cecilia, como una minoría de quienes estaban en el grupo de Orsini, decidieron ir a una clínica.

En 1997, el Hospital de Coche contaba con los sueros para picadas de culebras y escorpiones, entre otros insectos, pero los Itriago Viso optaron ir a un centro privado. En 2007, la señora se salvó por haber ido a la clínica Ávila.

¿Las diferencias? En 1997 el Hospital de Coche tenía la dotación y los antídotos con los que, desde hace años, no cuenta. Y en la clínica Ávila estaban los antídotos preparados por los especialistas, como el Dr. Manuel Arellano Parra, fundador del Centro Toxicológico de Coche, y el personal sabía perfectamente qué hacer.

Sin embargo, en el centro de salud al que fue trasladada Isabel Cecilia, cuya identidad se mantiene en resguardo por solicitud de sus padres, «ya que la clínica al final era una víctima más del sistema venezolano, en donde no se explicaba suficientemente los emponzoñamientos por escorpiones y el dinero no nos iba a devolver a nuestra hija», los médicos, por ignorancia, hicieron todo lo que no debieron haber hecho.

Este es su relato:

«Ingresamos a emergencias, explicamos el caso, y le solicitamos a la pediatra que le pusiera el suero, pues nuestra hija ya había presentado signos visibles de que estaba envenenada y esta había sido la recomendación de dos médicos con los que habíamos conversado telefónicamente durante el camino hacia la clínica. Sin embargo, la pediatra no dio mayor importancia a los síntomas, y además nos informó de que no tenían el suero antiescorpiónico y que, en caso de que lo tuvieran, no debía ser administrado hasta no haberle practicado al paciente una serie de exámenes. Mientras, Isabel Cecilia estuvo en emergencias vomitando regularmente, quejándose de un intenso dolor en el área del abdomen y presentó cada vez más signos evidentes de descoordinación.

Aproximadamente a la media hora de haber ingresado a la clínica, apareció el suero que fue puesto a la orden por un pediatra del propio centro clínico. Sin embargo, los doctores decidieron esperar para administrar el tratamiento a que nuestra hija fuera trasladada a la sala de cuidados intensivos. Presionamos para que se agilizara el traslado, obteniendo como respuesta que esta sala estaba en remodelación por lo que se debía esperar un buen rato. Durante el tiempo que transcurrió entre la aparición del suero y el traslado a terapia intensiva, la doctora llamó a verificar el resultado de los exámenes de sangre, comentando que las amilasas estaban un poquito alteradas, pero sin darle mucha importancia. Después de haber obtenido el resultado de las amilasas, hacia las 9: 30 p.m. la doctora comenzó un largo interrogatorio para llenar la historia médica de mi hija, ganando tiempo hasta que le llegara el aviso de que la sala de terapia intensiva estaba preparada.

Isabel Cecilia fue trasladada sobre las 10 p.m. a terapia intensiva y el suero comenzó a administrársele hacia las 10:30 pm, cuando habían transcurrido 4 horas desde el emponzoñamiento. Poco después de que nuestra hija ingresara a la sala de cuidados intensivos, se detectó que estaba sufriendo un edema agudo de pulmón y, como consecuencia de éste, estuvo muy cerca de un paro cardíaco.

En la medida de que transcurría el tiempo, nuestra hija no mostraba signos de mejoría, por lo que muchos médicos deseosos de ayudar comenzaron a comunicarse con el Hospital Toxicológico de Coche, y con Centros Toxicológicos de México y Brasil, pero ya el daño era irreversible. Isabel Cecilia murió a las 3:15 pm del día lunes 26 de mayo de 1997, a menos de 24 horas del accidente, teniendo apenas 4 años y medio, y dejando a todos los que tuvimos la dicha de conocerla sumidos en un profundo dolor».

La historia de Orsini es totalmente diferente:

“Llegamos a la clínica El Ávila, y al momento llegó el doctor Arellano, un venezolano de los buenos, que ha dedicado su vida a la toxicología. Al no más llegar, nos pidió ver el escorpión, y cuando lo tuvo enfrente se llevó las manos a la cabeza: se trataba de un Isabel Ceciliae. De inmediato el doctor indicó una dosis de antídoto mayor y comenzó el suero intravenoso a batallar con la sustancia mortal del escorpión. De no actuar de inmediato, el efecto del veneno ataca al corazón de la víctima. Mi familiar pasó la noche en la clínica y al día siguiente le dieron de alta, no sin antes hacerle los exámenes necesarios.

Ese día fui con el doctor Arellano a casa del profesor González Sponga, un hombre silencioso y juicioso que dedicó casi toda su vida a estudiar las especies de escorpiones y ofidios (falleció en 2009), y quien podía certificar con certeza si se trataba de la especie temida. No cabía la menor duda, lo era. En conversación con estos hombres de ciencia supe que en Venezuela hay alrededor de 115 especies de escorpiones, de las cuales varias son venenosas, pero hasta la fecha ninguna de veneno más tóxico que el Isabel Ceciliae«.

De las once especies que pululan en Caracas y en las montañas de sus alrededores, tres son altamente venenosas, siendo el más venenoso de todos el Isabel Ceciliae. A los Itriago Viso los agarró cola bajando de El Junko. Una hora pudo ser la diferencia entre la vida y la muerte de su hijita. ¿Cómo es posible que no se tomen medidas para que en esas zonas montañosas haya al menos un centro donde se aplique el suero? ¿Hay que bajar a Caracas, de todas, todas?

La licenciada Orsini refiere:»La doctora Jeannette Poggioli de Scannone y su equipo elaboran el antídoto en la UCV. Desde allí se libra la batalla contra estos arácnidos que se encuentran en toda la geografía nacional” (excepto en las nieves perpetuas como el Pico Bolívar). Nada ganamos con la política del avestruz. En todo el territorio nacional se debería contar con el antídoto a la mano, y el entrenamiento médico para administrarlo a quien ha sufrido una picadura de escorpión. ¿Por qué no se adelanta una campaña de medicina preventiva sobre el tema, de manera de reducir el riesgo de mortalidad?».

Hay cosas que desde ya todos podemos hacer: lo primero es llevar de inmediato al emponzoñado a un centro asistencial. Lo segundo es no esperar a obtener los resultados de los exámenes de las amilasas y de la glicemia.

Los doctores del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) explicaron a los Itriago Viso que el veneno circula velozmente dentro del torrente sanguíneo y que en cambio el suero es mucho más lento, por lo que mientras más rápido se inicie el tratamiento, más posibilidades existen de que el paciente se salve.

Cabe destacar que los resultados del examen de las amilasas se deben obtener en aproximadamente 35 minutos y no en 2 horas, como les sucedió con su hijita.

Tercero,  dicen los expertos que los pacientes emponzoñados no deben ingerir bebidas, ni alimentos. A Isabel Cecilia, sin embargo, le permitieron tomar agua mientras estuvo en el área de emergencia. 

Cuarto,  lo ideal es atrapar al escorpión vivo y llevarlo a la UCV, al Centro de Biotecnología de la Facultad de Farmacia, porque eso permite preparar más sueros. 

Quinto, hay que exigir que los antídotos se distribuyan por las zonas o espacios más afectadas por estos escorpiones.

La Licenciada Orsini en 2007 hizo el llamado de adelantar una campaña de medicina preventiva sobre el tema, de manera de reducir el riesgo de mortalidad.

Desde ya estoy unida a esta campaña. ¡No permitamos que por la desidia gubernamental sigan muriendo inocentes!

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