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Yando López, el venezolano que llegó a las tablas de Broadway debutando en "Wicked"

Yando López es un actor venezolano que es parte del elenco de Wicked en Broadway. Es el primero en tener un rol importante dentro de esta exitosa obra que desde 2003 está en la cartelera y ha sido escenario de importantes actores. Justamente este año en noviembre se estrenará la película protagonizada por Ariana Grande | Por Fernando Azpurua

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En Broadway solamente hay tres venezolanos cumpliendo un rol importante dentro de una producción y Yando López es uno de ellos. Es hijo de migrantes originarios de Caracas y Coro y desde hace dos años vive en Nueva York con su pareja. Hasta la fecha, Yando es el único venezolano que ha participado en la reconocida obra musical “Wicked”.

Para esta entrevista, nos encontramos en un pequeño café de Manhattan, convenientemente cercano al teatro donde Yando se presentará más tarde y él viene llegando de una terapia física. Las terapias son muy comunes entre los actores de Broadway porque los ayudan a mantener el ritmo cuando tienen varias funciones a la semana.

Yando lleva el pelo revuelto, unos lentes, una camisa de rayas y se le ve relajado, como quien queda satisfecho después de una buena terapia corporal.

“Wicked», la obra de Broadway en la que participa Yando, es un fenómeno internacional basado en la novela de Gregory McGuire, quien a su vez utiliza el icónico universo de la obra de “El Mago de Oz” de L. Frank Baum, adaptada para los escenarios por Stephen Schwartz (El Jorobado de Notre Dame, Disney 1996).

La obra toma el punto de vista de la malvada bruja del oeste, y le da un giro extremo a la historia original convirtiéndola en la heroína del relato. Desde su estreno en 1993, el musical se ha convertido en uno de los espectáculos más reconocidos con diferentes puestas en todas partes del mundo. También ha logrado el mérito de ser uno de los montajes más longevos, habiendo celebrado hace poco la veintena de años ininterrumpidos en las carteleras de la famosa vía blanca.

Yando aún recuerda cómo se sentía en aquel momento que recibió la llamada que le informaría que finalmente entraría al montaje de sus sueños: «Cuando me llamaron para decirme que había quedado, estaba trabajando en otra cosa que no tenía nada que ver con teatro. Me volví tan loco de la emoción que la gente no entendía qué me ocurría. A partir de ese momento, tenía tres semanas para mudarme con mi pareja de Chicago a Nueva York antes de que empezaran los ensayos».

Yando con su traje de hojalata. Foto cortesía

Ese fue el inicio de la prominente carrera de Yando, quien casi de inmediato tuvo que tomar un vuelo a Nueva York. Antes de recibir el «sí» rotundo, tuvo que preparar una audición de baile porque había quedado entre los últimos cinco candidatos para el papel de Bod, el famoso hombre de hojalata del «Mago de Oz»: «La grabé en un teatro grande y le pedí ayuda a amigos que estaban más familiarizados con las coreografías de “Wicked” para que me orientaran».

Pero el viaje hacia el teatro musical de Yando inició antes, específicamente cuando tenía tres años:

—Mis padres llegaron a Estados Unidos en el ochenta y nueve y ellos siempre han tenido la tradición de ir a Broadway. Mi padre solía traernos durante una conferencia de trabajo cada primavera, y ahí aprovechábamos mi madre y yo para acompañarlo y así ver una obra. La primera que vi recuerdo que fue “Miss Saigon”. Tenía alrededor de dos o tres años, y quedé impactado con las distintas escenas dramáticas, y la entrada del helicóptero al escenario. A veces le preguntaban a mi padre si no era yo muy pequeño para estar viendo tal espectáculo, y mi padre respondía: «Mi hijo sabe ver teatro». Yo crecí siendo hijo único en Miami y siempre pensé que me dedicaría a la ingeniería para poder ayudar a mi familia. Entré a la universidad y con las ciencias me fue bien, pero sabía que mi camino era hacia otro lado. Supongo que el teatro me había marcado hasta tal punto que, cuando veía a los demás entrenarse en las distintas áreas mientras estudiaba ingeniería, algo me decía que debía cambiar de carrera. Así que decidí audicionar para cambiarme a teatro en la mitad de mi segundo año (de ingeniería) en la Universidad de Northwestern, Illinois.

Seres queridos de Yando antes de una de sus presentaciones. Foto cortesía.

—¿De dónde crees que nace tu amor por las artes y quiénes fueron tus mentores durante tu proceso de formación?

—Definitivamente mi familia.

Mis padres siempre han tenido el canto muy presente, desde que era pequeño, y andaban con un cuatro para arriba y para abajo. A ellos les encantan las tonadas venezolanas, la música folklórica y también las canciones de misa. Me crié católico. Mis padres aman la canción “Tú eres Pedro”. Esa la cantan en todos lados. Cuando vivíamos en Doral, en Miami, mi papá llevaba un coro que se llamaba “Chamitos cantores”, ahí participaba yo con todos mis amigos.

Recuerdo que ensayábamos en el garaje todos los viernes. Yo diría que tuve mentores toda mi vida. Si bien mis padres me introdujeron en el mundo del canto, recuerdo que fue Timothy Sharp, el profesor que llevaba el coro en ese momento, quien me ayudó con la técnica vocal. Más adelante, en la carrera, tuve una profesora llamada Kelli Morgan, quien me enseñó a mezclar y reconocer las distintas voces, o a pasar de un género a otro saludablemente. La actuación y el baile sí llegaron más adelante en el camino. Uno como venezolano sabe moverse, pero aun así necesitaba entrenamiento en esas áreas cuando perseguí el teatro a nivel profesional.

—¿Cómo llegaste a «Wicked» y a estar sobre un escenario de Broadway?

—Luego de estudiar teatro musical, viví en la ciudad de Chicago por nueve años antes de mudarme a Nueva York. Al principio fue un proceso engorroso de audiciones, pero me ayudó participar en una versión del montaje de “In The Heights”, la obra de Lin Manuel Miranda, en el Paramount Theater de Illinois, que es un teatro igual de grande que el Gershwin, donde me estoy presentando ahora con «Wicked». Ahí conocí a muchísima gente que me ayudó a orientarme. Una cosa llevó a la otra y decidí empezar a mandar audiciones a todos lados. Eso fue en el año 2013 y duró hasta el año 2022, que fue cuando me llamaron para que estuviera en la obra de Broadway. Eso significa que pasé prácticamente nueve años mandando audiciones, yo diría que intercaladas, pero con persistencia. Recuerdo que una de las cosas que hice distintas, para el momento de mi audición definitiva, fue no seguir la música como la tenía grabada en la cabeza, sino cantar los ritmos y las notas exactamente como estaban escritas en el papel. Yo siento que ese detalle, por muy tonto que parezca, marcó una diferencia entre la audición que consiguió que me vieran, y las demás que había enviado en los años anteriores.

Ficha de presentación de Yando en «Wicked». Foto cortesía

—¿Cómo ha sido tú experiencia presentándote en la obra de tus sueños?

—Al principio tuve que venirme solo a buscar apartamento y empezar mis dos semanas de ensayos, antes de que me introdujeran oficialmente en el ensamble de la obra. Recuerdo que fue una locura porque eran ensayos sin el resto del equipo. Cuando apenas te estás acostumbrando al torbellino de la experiencia, llega el día de “put-in”, que significa que te van a introducir al resto de la maquinaria que hace posible el espectáculo. Creo que lo más intimidante es no conocer a ninguno de tus compañeros. Te dan mapas visuales con sus fotos y movimientos para que logres ubicarte en el espacio, pero sigue siendo un proceso complicado y a contrarreloj. Recuerdo que cuando me tocó cantar por primera vez, me quedé sin aire por diez segundos. Ahí fue que me entraron los nervios de verdad. Era un día cerca de mi cumpleaños y tenía mucha gente que venía a apoyarme, incluyendo mi familia, así que todo terminó funcionando como debía. Desde ese momento, el camino ha sido maravilloso. Ya llevo dos años haciendo la obra y es como hacer cualquier trabajo regular en el que te haces muy cercano a tus compañeros. También recuerdo la primera vez que me tocó reemplazar al actor que hace de Boq e interpretar uno de los personajes protagónicos. Apenas había empezado a ensayar para ese personaje. Ni prueba de vestuario me habían hecho. Sin embargo, se presentó una emergencia. Las siguientes horas fueron una locura. La producción llamaba a todo el mundo buscando pantalones, cinturones, camisas, mientras yo era llamado al escenario a tener ensayos individuales con Elphaba, Nessa y Glinda. Tuve cinco minutos con cada una en el escenario antes de que abrieran el telón. Recuerdo que luego de participar en el opening, siempre tengo un cambio de vestuario muy rápido antes de entrar como Boq, que lleva su maleta, y esa primera vez no llegué. Me tuve que tapar con la maleta por no llevar el vestuario como era, mientras mi directora se reía desde la pata. Recuerdo que me dijo que pensó: «No llegó, pero él va a llegar…». Y efectivamente llegué.

—¿Qué le aconsejarías a un joven venezolano que sueñe con presentarse en algún momento sobre un escenario de Broadway?

—Que hay que actuar con bondad. La bondad te lleva lejos con tus compañeros de trabajo.

Yando en su primer día en Broadway

—¿Dirías que tú personaje de Boq en Wicked tiene algo de sazón venezolana?

—¡Claro que sí! Dentro de lo que la estructura de la obra y del personaje permiten.

Cuando le preguntas a Yando cómo se encuentra su relación con su país de origen, le brillan los ojos y le descubres un pedacito nuevo de su corazón:

—Yo iba todos los años a Venezuela y me quedaba casi todo el verano completo. Lamentablemente, no hemos podido volver desde 2006, pero las ganas siempre me sobran. Amaría regresar y capaz hasta hacer algún workshop de teatro musical. Compartir algo de mi experiencia con nuevas generaciones. Siempre digo que cuando tenga hijos me gustaría llevarlos para que conozcan de dónde vienen. Por otro lado, mis padres han dicho que quieren retirarse en la Isla de Margarita. Vamos a ver si eso sucede. Todavía tengo mucha familia allá y hermosos recuerdos. De allá me siento. Siempre recuerdo cuánto me conmovía cantar la canción “Venezuela” con el coro de Miami y era emocionante ver las reacciones de nostalgia en las caras de los padres que habían migrado.

A Yando se le escucha muy honesto y sobretodo muy comprometido con su arte y sus sueños. Al entrar al teatro Gershwin, en pleno centro de Times Square, se nota contento. La gente lo saluda con entusiasmo y muestras de afecto. Sobre el escenario demuestra libertad y empoderamiento. Sueña con seguir participando en proyectos musicales como también probar en formatos audiovisuales. Yando López es parte de una nueva generación de venezolanos que buscan nuevos horizontes e igual que la bruja mala del oeste en el mundo de Oz, desafían las gravedades de lo que un soñador puede llegar a lograr sobre los escenarios.

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