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La eterna soledad de los números "1"

La última entrega del Balón de Oro confirma que no importa cuantas oportunidades frustres, la gloria es para el que marca goles. Y bajo esa premisa, y para mala suerte de los porteros, actualmente coinciden dos maravillosos delanteros que rompen las redes por instinto: Cristiano Ronaldo y Messi.

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Eduardo Galeano lo describe a la perfección en su libro Fútbol a sol y sombra : «Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta de fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace». Otro escritor, Vladimir Nabokov, filosofa sobre su triste destino: «El trabajo de portero es como el de un mártir, un saco de arena o un penitente». El ruso escribía desde la experiencia, pues defendió el arco cuando jugaba en Cambridge.  «Me llamaba Nabkov, o me decían Macnab», dijo en una entrevista.

Lev Yashin confirma la regla. Aparece como una excepción en la lista de ganadores del Balón de Oro. Hablamos de 1963, cuando aún vestían de negro, suéter largo y gorrita de pintor europeo. El dibujante chileno Pepo inmortalizó a Condorito -y a veces a Comegato– con esta indumentaria. Después de «La Araña Negra», los guardametas han acumulado frustraciones cada vez que compiten con otros jugadores de campo.

Nombres con cartel han existido: Gianluigi Buffon en 2006 u Oliver Khan en años consecutivos (2001 y 2002), por ejemplo. incluso el venerado Dino Zoff  optó en 1973 por la esférica dorada. Y nada. Hasta un defensa es más valorado. Así fue como Fabio Cannavaro le ganó a su compañero de selección, hace nueve años atrás. 

Cristiano tenía todos los números para vencer en esta gala y posiblemente en la que viene, si la salud le acompaña. Pareciera una máquina elaborada en un laboratorio, como Ivan Drago, el rival de Rocky en la cuarta entrega. Seguirán nominado a Messi, con su desafío a la relatividad del tiempo y espacio cada vez que toma el balón. Dudo, sin embargo, si de nuevo observaremos a un portero tan determinante para el colectivo como Manuel Neuer.

En la entrega de premios individuales encontramos las contradicciones típicas de cualquier premio futbolístico. Es difícil ver a David Luis y Thiago Silva en un once ideal, cuando Brasil fue un flan en defensa durante el Mundial, comiéndose la absurda cantidad de siete goles contra Alemania. Tampoco lo hecho por Messi y Cristiano en sus respectivas selecciones es para tirar cohetes. Caso contrario al del cancerbero alemán, que se tituló con su selección en Brasil 2014 y fue figura con el Bayern de Munich.

La discusión se centra, entonces, en otras cosas; en el plus que en votaciones reñidas otorga la publicidad. Neuer lo tenía bastante claro, de allí que no se hiciera muchas expectativas: «No soy favorito. Los otros dos son ‘marcas’ internacionales, esto es una gran ventaja»

Y Neuer siempre estará en desventaja. Galeano lo dibuja mejor que nadie: «Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición».

Es la eterna soledad los números «1».

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