El Estímulo

Bartomeu: un hombre de pocas palabras; un presidente imputado

Los socios del FC Barcelona se pronuncian mayoritariamente por el continuismo. El elegido no es otro que el ex vicepresidente deportivo de Sandro Rosell y quien fue el encargado de convocar estos comicios electorales. ¿Quién es Josep Maria Bartomeu?

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(Andreu Dalmau/EFE)

Administrador de empresas, el electo como presidente del club catalán nació en Barcelona hace 52 años. Es socio desde su infancia, y entró a la Junta Directiva de la mano de Joan Laporta –a quien hoy venció cómodamente en el careo electoral- allá por 2003 cuando el abogado sorprendió al mundo al hacerse con la presidencia blaugrana.

En aquellos tiempos, “Barto” fue el responsable de las secciones de baloncesto, balonmano y hockey. Tras varias discrepancias con Laporta, fue relevado de su cargo, y junto con Sandro Rosell y otros directivos, renunció a la junta del equipo catalán en 2005, para luego volver tras la victoria de Rosell en las elecciones de 2010, momento en el que su figura cobra mayor relevancia.

En esa directiva, Josep Maria Bartomeu asumió la función de Director Deportivo, trabajando de la mano de Andoni Zubizarreta en todas las contrataciones del primer equipo. No hay que olvidar que ni Bartomeu ni Rosell comulgaban con la figura de Pep Guardiola, entrenador de aquel Barça, y para evitar mayores fricciones, aceptaron la figura del ex arquero como una especie de vaso comunicante entre el míster y la junta.

La primera decisión deportiva del hoy presidente balugrana fue vender al defensor Dmytro Chyhrynskiy, en contra de la voluntad de Guardiola, que confiaba en que el segundo año del defensor ucraniano justificaría el costo de su fichaje. Para el círculo íntimo del hoy entrenador del Bayern Múnich, aquella decisión fue una manera de marcarle el territorio y recordarle que sus días en el club catalán iban a ser más difíciles de lo esperado.

Aún así, Bartomeu parecía ser más un brazo ejecutor de las intenciones del presidente Rosell que un directivo con iniciativas propias.

El 27 de abril de 2012, Pep Guardiola anunció al mundo que no continuaría al mando del Barcelona, lo que fue sin dudas la primera gran crisis de la gestión de Bartomeu. La respuesta del club, gracias a la habilidad de “Zubi” fue darle el mando al que hasta ese momento era el segundo entrenador, Francesc “Tito” Vilanova. Queda claro que quien mayor provecho sacó de esa maniobra fue el propio “Barto”, quien a los ojos de muchos quedó como un gran estratega, al igual que Rosell, por su capacidad de delegar en sus empleados.

Aquella aparente confianza en su hombre de fútbol era tan fuerte como castillos en la arena. Tras confirmarse que Vilanova debía dedicarse completamente al tratamiento de la enfermedad que le costó la vida, Zubizarreta sugirió, entre varias opciones para sustituir a Tito, a quien hoy es el indiscutido entrenador del Barcelona, Luis Enrique Martínez. Pero Rosell, con Bartomeu en el papel escudero, no confiaba en el director deportivo, y mucho menos en el gestor del segundo triplete blaugrana, y por ello prefirió una opción externa, basada más en los contactos y favores empresariales y políticos de “Sandrusco” antes que en lo que un club tan complejo como el Barça necesitaba.

Al lector hay que explicarle que el FC Barcelona tiene una metodología muy marcada, la cual es aplicada desde las categorías infantiles hasta el equipo profesional. En éste último se han producido variantes y hasta peligrosas desviaciones, pero lo que no se puede negar es que cada futbolista que se ha críado en La Masía, ha crecido bajo los parámetros de lo que se llama “Juego de Posición”. Por ello, la apuesta del entrenador argentino, exponente de una manera de trabajar totalmente contraria a la Constitución blaugrana, sólo podía ser entendida desde lo extra futbolístico.

Durante el período de Martino, y a causa del caso Neymar uno de los mayores fraudes que se conozca en el mundo del fútbol, en materia de fichajes, claro está– Sandro Rosell abandonó la presidencia del Barcelona. Ese 23 de enero, y amparado en los estatutos del club, Josep Maria Bartomeu asumió la presidencia, con la clara misión de continuar con las líneas del presidente saliente y cumplir el mandato hasta 2016.

En una de sus primeras decisiones al mando del barco blaugrana, Bartomeu inició contactos para renovarle por un año el contrato a Martino, y sólo el pobre final de la temporada 2013-2014, en la que más que la ausencia de títulos pesó el pobre desempeño del equipo, impidió que el argentino siguiera al mando del Barça. En ese escenario reapareció la confianza en Zubizarreta, que fue el encargado de negociar la llegada de Luis Enrique a la dirección del equipo, casi un año después de lo planteado por el ex portero.

Mientras tanto, el club catalán era objeto de una realidad muy complicada. Primero fue el caso Neymar -que aún lo mantiene en los tribunales españoles y puede terminar por sentenciar penalmente a Bartomeu- y luego el caso de La Masía, en el que la FIFA sancionó al club blaugrana por lo siguiente:

«Se constató que la RFEF y el FC Barcelona habían violado varias disposiciones relativas al traspaso y la primera inscripción de menores de nacionalidad extranjera en el club, así como otras normas relativas a la inscripción y participación de ciertos jugadores en competiciones nacionales. Las investigaciones versaron sobre varios menores inscritos en el club que participaron en torneos con el equipo durante varias temporadas entre 2009 y 2013».

El paso de Martino fue similar al de un huracán: poco o nada quedó de pie, lo que supuso una complicada transición hacia la normalidad. Aún cuando el equipo ganaba, Luis Enrique no parecía encontrarle la vuelta a la ausencia de respuesta de algunos futbolistas, muchos de ellos figuras en la posterior obtención del triplete. Cansado de que se le acusara por la sanción de la cual Bartomeu y Rosell eran responsables, Zubizarreta estalló en el descanso del horroroso partido ante la Real Sociedad, y declaró ante los micrófonos:

Tanto Sandro (por Rosell), que era entonces el presidente, como Barto (por Josep Maria Bartomeu) saben que yo siempre asumo mis responsabilidades en todos los lugares y en todos los sitios. A partir de ahí, como el vicepresidente deportivo que trabajaba conmigo era Barto, el señor Bartomeu, es el que mejor conoce la situación desde ese punto de vista”.

Esto llevó a su casi inmediata destitución, ya que a Bartomeu no le hizo ninguna gracia que el soberano recordara que fue él, junto a su ahora más cercano asesor, el que promovió esos fichajes de menores que desembocaron en la sanción más vergonzosa de la historia del club catalán.

A las 48 horas del despido del director deportivo, Bartomeu convocó a elecciones, un proceso que no parecía ser favorable a sus opciones de continuar al mando, pero el primer equipo cambió todo, y los goles bien valen hasta una elección.

Los comandados por Messi y Luis Enrique consiguieron lo que jamás equipo alguno había logrado en la historia del fútbol: un segundo triplete. Esta gesta le sirvió al ahora candidato Bartomeu para presumir de una planificación que no pareciera tal, más cuando el Barça B, equipo en el que las jóvenes promesas de La Masía deben completar su formación, fue descuidado hasta el punto de descender a Segunda B, o lo que es lo mismo, a tercera división.

Pero más han valido las promesas del Espai Barça (propuesta de Sandro Rosell y que supondría una reurbanización del Camp Nou y su entorno, a un costo de 600 millones de euros), la supuesta reorganización y mejora de las finanzas del club y los fichajes de Aleix Vidal y Arda Turán, que la descapitalización del mayor de los valores blaugranas: el fútbol formativo.

Josep Maria Bartomeu es, ahora sí, el presidente electo del FC Barcelona, y los tres candidatos que perdieron la contienda electoral deben entrar en fase de revisión para intentar comprender las razones de su derrota, y las causas que llevaron al socio blaugrana a votar a favor de una candidatura que podría terminar con demasiados problemas legales en caso de que prospere la demanda por el fichaje de Neymar.

Mientras tanto, Bartomeu gozará de la legitimidad que antes no tenía. Así lo confirma el 54,63% de los votos escrutados. Suyo es el poder y suyas serán las decisiones que comprometerán el futuro de una convulsionada institución que gana partidos y trofeos en el campo de juego, pero cuya imagen fuera de los mismos está cada vez más cuestionada. El triplete también ganó la presidencia.

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