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Los 8 retos de Rafael Dudamel con la Vinotinto

Creo que es muy poca, poquísima la gente a la que haya que explicarle que el solo nombramiento de Rafael Dudamel como seleccionador nacional no garantiza que los problemas de la Vinotinto estén resueltos. Al contrario: el de Guama enfrenta el mayor reto de su vida, heredando una bestia malherida cuya enfermedad será muy difícil de sanar.

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Resulta imposible aceptar que el nuevo técnico solamente tenga una misión encomendada por los federativos de hacer una “renovación”, y que además no existirá presión por ganar u obtener resultados. Esta desfachatada aseveración de parte del presidente de la FVF pretende blandear la exigencia inmediata: el país futbolero desea que Venezuela vuelva a ser competitiva; esa afición que pasó de saberse involucrada en una lucha mundialista a mendigar tan siquiera un gol, como hace 25 años atrás. El nuevo técnico, que sufrió en carne propia ese reclamo popular, lo sabe.
Demostrado ese marco institucional tan incoherente, Dudamel tendrá que construir de nuevo la casa habitable en medio del fango. Una situación con poco sentido pero que al menos pudieron lograr un grupo de futbolistas y sus cuerpos técnicos antes de la debacle de Sanvicente y lo que su entorno desgastado generó.
Identifico a continuación ocho aspectos claves que necesitan la atención urgente del nuevo seleccionador en el combinado patrio. Seguramente habrá muchos más, pero los que siguen dependen exclusivamente de la mano y de las decisiones del estratega.
1. Restablecer el orden puertas adentro
El respeto a la jerarquía y los rangos se perdió en la Selección y nada bueno puede derivar de un ambiente desequilibrado. Ventilar los desencuentros del camerino a los medios y las manifestaciones de culpar a sus dirigidos acabó por destruir la comunicación que un cuerpo técnico debe mantener con su equipo. Ni las “disculpas” ofrecidas sirvieron para reconstruir una relación afectada por el irrespeto, por lo que un cambio de seleccionador o el “borrón” de los sublevados por parte de éste, se hacía lógico en un marco relacional desecho. Ocurrió lo primero.
La destacada capacidad retórica de Dudamel y su experiencia con el manejo de diferentes grupos abre una esperanza en este punto neurálgico. Lograr imponer su carácter, absorber el peso del entorno impidiendo que afecte a sus futbolistas y establecer una sólida ascendencia sobre una tropa criticada por sus egos, será vital en el reordenamiento.
2. Definir un estilo de juego
Apréciese que no se habla de identidad, una que a mi parecer aún no ha logrado definir el balompié de selecciones venezolano. Sin embargo, el continente sabía a qué jugaba el equipo que dirigía Richard Páez y luego el que tenía al mando César Farías. Criticables o no, sus estilos marcaron un aspecto vital para caracterizar lo que se podía esperar del desempeño de un grupo que ponía en práctica ideas estables.
Con el proceso de Sanvicente, los ensayos nunca dejaron de ser eso, ensayos, pruebas, y el paso del tiempo nunca permitió que en más de año y medio Venezuela demostrara un criterio común en la puesta en práctica de las propuestas del seleccionador. No hay un punto heredado de partida para perfeccionarlo: Dudamel deberá encontrar entre su grupo los intérpretes que se adecúen a lo que quiera él, que deben devolver a Venezuela una forma de mostrarse en la cancha que le permita ser competitiva, y hoy los tiene de diversas características, como nunca antes un seleccionador venezolano dispuso en cantidad de efectivos. En este escenario, habrá poco tiempo, apenas un par de amistosos y sin los jugadores que hacen vida en el fútbol extranjero, para afinar detalles. La Copa América Centenario será el escenario para moldear el concepto.
3. Descifrar un once tipo
La inestabilidad en la portería es la mayor demostración de que no hubo continuidad en un grupo base que pueda ser considerado titular en la Vinotinto. El relevo de José Contreras a un Alain Baroja que parecía ser el meta titular del proceso Sanvicente evidenció la debilidad de no poder contar con un equipo de garantías a partir del cual plasmar ideas de juego. Solo los Oswaldo Vizcarrondo, Tomás Rincón, Roberto Rosales y Salomón Rondón, por peso jerárquico más no por desempeño, han sido los inamovibles en una oncena que ha variado de nombres constantemente. La aparición de valores del nuevo cuño como Rómulo Otero, Juan Pablo Añor y Arquímedes Figuera en los últimos compromisos allana el camino a Rafael Dudamel para definir un núcleo a partir del cual se visualice quiénes deben ser los traductores de los conceptos del seleccionador.
4. Dar protagonismo a los nuevos valores
Distinto a una renovación, el grupo de jóvenes que se abre paso en el fútbol internacional y local merecen una oportunidad protagónica. La madurez del grupo referente no los obliga al retiro, pero la competencia que surge está pidiendo a gritos que cuenten con ellos. El DT tendrá ante sí la ventaja de arrancar de cero con un plantel amplio en el que no existan razones técnicas para descartar a alguno. Desde ese punto de partida, la virtud en el manejo del grupo se medirá en la capacidad que pueda tener de incrementar la competencia interna en beneficio del colectivo.
5. Definir la casa de la selección
Puerto Ordaz ahogó con el calor y la humedad a sus propios inquilinos y la fría respuesta de la gente, que exigía más de lo que mostraban sus ídolos, hizo que quedara descartada como sede Vinotinto, después que toda la planificación premundialista, física y logística, había sido tomándola en cuenta. Barinas apenas sirvió para ser muelle para la despedida de un técnico que buscó en el calor de la gente que lo apreciaba un respaldo extra que al final no le alcanzó. Del tin y al tambo.
Con esos antecedentes, el seleccionador ahora deberá evaluar minuciosamente todas las posibilidades para establecer una locación fija, que no brinde ventajas para los rivales y concentre la pasión de la gente futbolera, valor agregado necesario en esta crisis de identidad. Cabudare, San Cristóbal y Mérida, en ese orden, se vislumbran como el bumker que elija Dudamel.
6. Tender puentes entre la FVF y los jugadores
Ante los disparos de bando y bando en la guerra entre los futbolistas y los federativos, en especial los que vienen del presidente Laureano González, el nuevo técnico deberá cumplir un rol de negociador, sabiendo que la estabilidad entre la relación de las partes será un aspecto fundamental para el buen desempeño deportivo del equipo.
Aunque parezca imposible que González pueda rectificar en cuanto a su manejo directo en la relación con los seleccionados (las causas de personalidad lo hacen prácticamente insalvable), el técnico será el filtro de los mensajes en el conflicto. Acercar actores irreconciliables suena utópico, pero mantener sano el clima durante el año que resta (las elecciones federativas serán en marzo de 2017) permitirá que los trabajos burocráticos de la oficina no se trasladen de la oficina a los campos de juego. De aquí a allá el panorama cambió: serán los jugadores los que queden, no los directivos.
6. Devolver la credibilidad en la Vinotinto
Hace rato que la selección dejó de ser ese punto de encuentro entre opositores políticos, ese respiro a la crisis, ese oasis en los que aficionados o no del fútbol encontraban una alegría. Hoy el seguidor cree que no hay solución, no asimila que con una generación tan talentosa de futbolistas Venezuela haya retrocedido 25 años de su historia futbolística. El fanático reclama por qué Luis Manuel Seijas no demuestra ser el mejor volante zurdo de América (tal como fue galardonado por el diario El País en diciembre de 2015) con su combinado patrio y sí suicidamente cede pelotas al rival.
Todo lo incomprensible de lo que pasa ha hipotecado la credibilidad ganada por un país al que tanto costó convencer de qué sí había cómo y con qué aspirar a cosas importantes en medio de los pesos pesados de Suramérica. Eso solo lo restituye la victoria, esa que no tiene sustituto. Ser competitivos nuevamente y ganar es la única manera de reconquistar los corazones desilusionados y eso debe ser a corto plazo. No queda de otra, porque ya todos sabemos con qué se acompaña aquello de “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.
8. Recuperar la confianza en el técnico criollo
El escepticismo que ha rodeado la designación de Rafael Dudamel en el cargo obedece al solo hecho de ser un técnico venezolano. De memoria corta como solemos ser, se nos hace difícil recordar que con dos criollos se logró el respeto del planeta fútbol por los colores patrios, pero también tienen razón quienes aspiran a que un extranjero sea el que cumpla el mayor de todos los sueños nacionales: clasificar a un Mundial de fútbol. El estratega tiene ante sí la oportunidad histórica de demostrar con trabajo que su mérito no era solamente ser el más barato del mercado.]]>

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