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Vinotinto: La difícil búsqueda de una identidad propia

Rafael Dudamel debutó al mando de la selección de mayores con un empate ante el selectivo de Galicia. Lo visto en esta primera presentación no sorprende pero tampoco da para encender las alarmas. Comencemos por comprender que las dinámicas tienen etapas iniciales, en las cuales se van cimentando, poco a poco, las bases para luego pasar a estadios y momentos posteriores de desarrollo y hasta de extinción. Todo tiene un comienzo, y pocas, muy pocas veces, estos coinciden con lo soñado. Así que la actuación criolla, aún teniendo en cuenta los largos períodos de confusión, fue totalmente natural, entendida por supuesto dentro del caos que significa cada comienzo.

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(Cabalar/EFE)

– En los primeros minutos el combinado criollo mostró una interesante intención de ser un bloque corto, con la línea defensiva alejada de su área y jugadores presionando y atacando al rival. Pero como ya viene siendo costumbre, aquello no fue más que un espejismo. Hay algo en el futbolista venezolano, seguramente atribuible a su formación, que lo lleva a encontrar comodidad cerca de su propia área y a sentirse sólo y vulnerable veinte metros más adelante.

– La dupla de centrales elegida tiene bajo el brazo muchos entrenamientos en la selección, pero muy poco recorrido internacional. Wilker Ángel y Jhon Chancellor son futbolistas a los que no se les dan bien los uno contra uno, porque la velocidad de reacción no es su principal virtud. Juntarlos a ambos, bajo una idea como la que describía anteriormente, no parece lo más aconsejable, ya que ello obligaba a Carlos Suárez y Arles Flores a ser muy cuidadosos en la salida; cualquier error le permitiría a los atacantes locales enfrentarse mano a mano con el portero Wuilker Fariñez.

El volante del Carabobo es un caso paradigmático. No ha podido retomar el nivel de hace dos campañas, cuando fue la figura de su club, pero aún así sigue sumando llamados a la selección. Hoy lució ansioso, por momentos desconectado, con una marcha menos, llegando tarde a las anticipaciones y dando pases comprometidos que ante rivales de mayor rodaje son mortales.

– El partido de Jeffren Suárez, sin ser superlativo, fue una nueva muestra de que con Sanvicente, con Dudamel o con quien sea que dirija la selección, estamos en presencia de un futbolista que debe ser un fijo en las convocatorias vinotinto. A sus virtudes ofensivas (desborde, buen disparo con las dos piernas, velocidad y buena lectura del juego) hay que sumarle algo que los entrenadores valoran y mucho: su compromiso. Al del Kas Eupen no le fastidia recorrer metros hacia atrás con tal de socorrer a su lateral, algo que el día de hoy fue fundamental para disimular los errores de Víctor García. El ex Barcelona entiende lo que le demanda el partido, pero el juego criollo lo obligó a largos recorridos en soledad que evitaron que protagonizara mayores y mejores sociedades.

– Hay que detenerse justamente en ese detalle. Por alguna razón que desconozco, el hincha criollo está siempre a la espera de que algún futbolista haga la de Maradona, es decir, que resuelva por sí solo el partido. Cuando el balón cae en los pies de Otero, Jeffren o el volante ofensivo de turno, el murmullo se convierte en una invitación a llevarse el mundo por delante. Este es un juego colectivo en el que se depende de los compañeros, y ni el mismísimo Diegote pudo ganar un partido por sí solo.

– Más allá de los resultados, las presentaciones más dominantes de la selección criolla en los últimos quince años, nacieron de las sinergias entre varios futbolistas que supieron anteponer el brillo individual en favor del funcionamiento colectivo, es decir, futbolistas que hablaban un mismo lenguaje. Aquella versión de los tres zurdos, impulsada por Richard Páez, es un buen ejemplo de ello. Ojo, ganar se gana de mil maneras, pero cuando nos encomendamos a la heroica disminuyen las probabilidades de triunfo. No sé si Venezuela esté para jugar con dos delanteros tan aislados del resto de sus compañeeros o si valdría la pena sacar a uno para darle entrada a otro volante que interprete lo mismo que Otero y Jeffren. La aparición de Jacobo Kouffaty por Christian Santos confirmó esto que asomo.

– La estadística de la posesión fue favorable al conjunto gallego. Aún cuando se vende como pescado (podrido, pero pescado al fin) que la tenencia de la pelota es una metodología o un modelo de juego, dicha titularidad no es más que una herramienta, ya que lo verdaderamente trascendental es cómo un equipo intenta recuperarla y qué hace cuando lo consigue. Es muy temprano para tener una idea clara sobre las intenciones de esta selección en esos dos apartados, pero sí vale la pena señalar que los criollos, por esa lejanía existente entre volantes y delanteros, no encontraron respuestas efectivas a esas interrogantes. Cuando se quiso salir en corto, la soledad de Otero y Jeffren los condicionaba, y cuando se apeló a largos pelotazos, los atacantes fueron fácilmente marcados. Hoy todo quedó a medias, y es normal que así sea en la primera presentación de lo que pretende ser una nueva versión.

En el minuto 52:40, los criollos perdieron el balón y no reaccionaron con la rapidez que exige el caso: ni atacaron al rival ni retrocedieron. Dicha secuencia es la reiteración de una conducta que atormentaba a Sanvicente y puede que tenga el mismo efecto sobre Dudamel; es una muestra de como se parte en dos este conjunto, y de que todavía no se interioriza que ataque y defensa no son conductas aisladas sino interconectadas. La manera como se defiende determinará como se ataque, y viceversa.

– Aún cuando la imagen no fue buena, el tiempo juega a favor de Dudamel y los suyos. Es cierto que la Copa América está a la vuelta de la esquina, pero más allá del discurso oficial y la voluntad de contagiar al grupo con un espíritu competitivo, esta selección no debe tener como objetivo principal una determinada posición en el torneo continental, sino encontrar un lenguaje en común y un núcleo duro para competir en el futuro inmediato. Si eso significa tomar decisiones impopulares, pues bienvenidas sean, siempre que éstas vayan en pro de la construcción de una identidad propia. Y para ello, para averiguar quien se es, están los amistosos por venir y la misma competencia continental.

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