Deportes

7 detalles sobre los paralímpicos venezolanos

Venezuela finalizó su mejor participación en ocho intervenciones en Juegos Paralímpicos desde 1984: seis medallas en Río 2016, tres de plata y tres de bronce, con una delegación de apenas 24 deportistas.

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Históricamente llega a 17 medallas (un oro, cinco platas y 11 bronces). Un número por encima de las 15 obtenidas por atletas convencionales en 18 ediciones de Juegos Olímpicos, aunque obviamente no se pueden comparar peras con manzanas, pues en los Paralímpicos compiten menos atletas. Pero nadie puede decir que la inversión se perdió.

Siempre es bueno recordar por enésima vez que las medallas las ganan los atletas, no los ministros o los presidentes, y que los 24 paralímpicos venezolanos, además de sus dificultades intrínsecas obvias, han enfrentado los mismos problemas que sus compañeros convencionales: crisis económica, pocos sitios adecuados para entrenar en el país, y en la mayoría de los casos, fogueo internacional incompleto. Una doble lucha. Si hay mérito deportivo que debería escapar a la polarización política, es este.

1. Las medallas más inspiradoras: entrenadores que trabajan con los paralímpicos venezolanos, como los rusos Elena Goncharova y Mikhail Poliakov, ya habían pronosticado al menos cuatro medallas en Río. El barloventeño Luis Arturo Paiva (impedimento intelectual), subcampeón del mundo en 2015, era un claro favorito al podio. También la abanderada zuliana Sol Rojas (invidente). El otro barloventeño, Omar Monterola (parálisis cerebral), ya había ganado medalla en Londres 2012. Una de las grandes heroínas fue la maracayera Yescarly “Tigresa” Medina (parálisis cerebral), que aunque ya venía como tercera del mundo en los 100 metros planos, volvió a mejorar su cronómetro personal (14,04 a 13,85 segundos) y conquistó el bronce. Rafael Uribe (disparidad en miembros inferiores) llegó a Río como quinto del mundo en salto alto y se fue con bronce, lo que tiene más merito todavía debido a su relativa baja estatura (1,76 metros) en una modalidad dominada por atletas muy espigados. En el judo, Naomi Soazo parecía estar en la curva de descenso de su carrera, pero respondió con bronce y estuvo a segundos de pelear la final.

2. Los sinsabores: Venezuela sigue sin conquistar medallas paralímpicas en otras disciplinas que no sean atletismo (un total de 14) o judo (cuatro). El ciclista de ruta merideño Víctor Hugo Garrido, un recordman nacional con cinco Juegos Paralímpicos seguidos desde Sidney 2000, llegó como número uno del ranking mundial pero sufrió una caída en un recorrido extremadamente peligroso que ya en los Olímpicos sacó de combate a unos cuantos favoritos y ahora incluso se cobró una vida, la del iraní Bahman Golbarnezhad. La nadadora Belkis Mota (pérdida visual parcial) aparentemente se despidió para siempre con seis diplomas desde 2008 y ninguna medalla. En atletismo, la zuliana Yomaira Cohen (parálisis cerebral) tenía la segunda mejor marca del planeta en lanzamiento de jabalina y nuevamente se conformó con un par de diplomas olímpicos.

3. Los pioneros olvidados: contando Río 2016, un total de 83 venezolanos (19 damas) han participado en Juegos Paralímpicos. La delegaciones más grandes fueron las de Beijing 2008 y Londres 2012 (27 atletas cada una). Los pioneros prácticamente olvidados de 1984 fueron seis y se llamaron Víctor Díaz, William González, Wilson Hernández, Elis Mendes, Julio Nava y Youany Parra. Venezuela no envió atletas en 1988.

4. Los 17 diplomas: vamos a ser sinceros: casi en ninguna otra parte del mundo se habla de los diplomas (figuraciones entre el cuarto y el octavo lugares). Son las medallas de países que no son potencias deportivas. En Río 2016, Venezuela estableció su nuevo tope (17 diplomas) y llegó a un total de 70 (uno en 1984, ocho en 1992, cuatro en 1996, tres en 2000, 10 en 2004, 14 en 2008 y 13 en 2012). La atleta zuliana Greilyz Villarroel (pérdida visual intermedia) coleccionó tres y Yomaira Cohen otros dos. El récord histórico lo tiene la citada nadadora Belkis Mota, caraqueña de El Valle, con seis. Si sumamos “meplomas” (medallas más diplomas), Venezuela se despidió de Río con 23, casi tantos como deportistas inscritos.

5. Dorado sin oro: desafortunadamente para el eslogan de la generación dorada, la delegación paralímpica tampoco pudo conquistar el metal más valioso. La judoca Naomi Soazo se mantiene como la única con su título en Beijing 2008, equiparable al de los olímpicos “Morochito” Rodríguez y Rubén Limardo. Soazo también es una entre los cuatro paralímpicos que han ganado al menos dos medallas, junto con el zuliano Ricardo Santana (cinco preseas entre 2000 y 2008), el actual dirigente Oduver Daza (dos en 2004 y 2008) y Omar Monterola (dos). Del total de 17 preseas criollas desde la primera del pionero Yolmer Urdaneta en 1992, 11 han sido para atletas con impedimentos visuales, 3 para la parálisis cerebral, una para amputación de miembros superiores, una para disparidad en miembros inferiores y otra para “discapacidad intelectual” (dificultades de aprendizaje o adaptación social).

6. ¿Habrá generación de relevo?: es imposible saberlo. Una de las peculiaridades del deporte paralímpico es que no hay tal cosa como “formación de talento” (en todo caso, detección). Por eso algunos paralímpicos venezolanos han tenido una longevidad extrema, como Zuray Marcano (una levantadora de pesas de 62 años), Víctor Hugo Garrido (49 años) o el tenismesista Edson Gómez (45). No hay decenas de jóvenes que les estén pisando los talones. Cada una de las historias de estos deportistas es única y excepcional. Hay desde víctimas de la inseguridad hasta otrora bebés que padecieron poliomielitis, pasando por accidentados en moto, ex futbolistas con cáncer maligno en una pierna y muchachos que recogían chatarra en rellenos sanitarios. Lo normal y lo deseable es que una nación tenga pocos casos de amputados, invidentes, personas con parálisis cerebral, etcétera. Sin embargo, por su edad, varios de los medallistas deberían volver a destacar en Tokio 2012, como Sol Rojas (24 años), Yescarly Medina (24 años), Luis Arturo Paiva (28 años) y hasta la propia Naomi Soazo (27), si no toma la decisión de retirarse debido a su condición de retinitis pigmentaria.

7. ¿El socialismo del siglo XXI ha dado más oportunidades a personas con discapacidades?: probablemente sí, aunque siempre es relativo. Los regímenes socialistas, o que se han hecho llamado así, generalmente han conquistado logros en áreas como el deporte o la reivindicación de minorías. Hasta la Albania de la dictadura de Enver Hoxha, que se aisló del resto del mundo y convirtió a ese país en uno de los más pobres del mundo, fue reconocida por sus avances en igualdad de géneros, lo que al final importa muy poco si el conjunto de la sociedad carece de derechos políticos o bienestar económico. Uno de los eslabones fundamentales del deporte paralímpico son las escuelas para niños especiales. Habría que ver en qué condiciones se encuentran esas instituciones en este momento, y cómo afectará la actual crisis a una próxima generación de deportistas (convencionales o paralímpicos).

Mientras tanto, un aplauso para las toneladas de inspiración que han traído estos 24 muchachos y no tan muchachos de Río de Janeiro. Una de las mejores noticias deportivas de 2016.

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