Deportes

Lecciones del Zulia FC

El fútbol, como cualquier otra actividad humana, ofrece una serie de enseñanzas que pocos se dan a la tarea de identificar y aprehender, y esto no es casual. El ser humano se siente más cómodo apoyándose en respuestas esotéricas que en la búsqueda de los desconocido, y el fútbol, disciplina que explica nuestra especie como casi ninguna otra, no escapa a esta realidad, no en vano cada triunfo y cada episodio memorable es explicado por los mal llamados especialistas siempre a partir de lugares comunes y medias verdades.

Publicidad

La coronación del Zulia ante el Deportivo Táchira no puede ser analizada superficialmente. En el andar del equipo de César Marcano muchos señalan a la consecución de la Copa Venezuela como el punto de inflexión, una matriz de opinión equivocada, banal y ventajista, porque un triunfo como aquel, o el de la noche del miércoles, sólo se explica como la continuidad natural de una serie de conductas anteriores.

Un equipo de fútbol es un ser vivo. ¿Qué quiere decir esto? Que como tal, es un organismo complejo, compuesto por partes que en su condición individual integran un colectivo que nace, aprende, se desarrolla, se adapta y sobre todo, ante distintas emergencias, busca las maneras de ajustarse para sobrevivir. Como cualquier organismo, al momento de ver que una de sus partes es amenazada, la totalidad del mismo responderá, y de esa reacción dependerán muchas de las conductas futuras.

Ahora bien, estos estados anímicos, así como son condicionados por todo lo que rodea al organismo, son mucho más complejos de lo que suponemos. Quienes estamos fuera de un proceso, es decir, que lo observamos a la distancia, suponemos equivocadamente que un par de indicaciones desde la banda son suficientes para que el equipo dé un giro de 180 grados. Y no es así. Estamos hablando de un ente conformado por partes que se interrelacionan, que dependen de esa interacción con sus pares, y que son seres cambiantes y cambiados por esa relación. Entonces, el manejo de situaciones adversas tiene que ver más con la personalidad y el contagio que con un par de instrucciones. Claro que a todo esto hay que sumarle capacidad y comprensión del juego, algo que el Zulia de César Marcano demostró con creces y por ello es campeón.

Pero quiero quedarme con el manejo de la adversidad. Ayer, cuando el Deportivo Táchira amenazaba con una goleada, los zulianos demostraron una admirable virtud: la creencia en un plan, su plan. Fue conmovedor observar como el equipo de Marcano, cuando ya se encontraba dos goles abajo en el marcador, condujo a los de Carlos Maldonado al terreno futbolístico que más le convenía, que era el de la disputa, el de las dudas, el de la aceleración innecesaria, en fin, convirtió al aurinegro en un equipo nervioso a pesar de que el tiempo jugaba a su favor en la búsqueda de un tercer gol que evitara los penales.

La psicóloga Rosa Coba, en una colaboración para un trabajo sobre la selección venezolana, expresaba unos conceptos que bien pueden definir el crecimiento emocional de este equipo, y ayudan a comprender a que como bien dijo Dante Panzeri, que no Jorge Valdano, el fútbol es un estado de ánimo:

«Es esencial que cada jugador aprenda a descubrirse y encontrarse en el terreno de juego en torno al modelo de juego. Esto lo denomino <Reciprocidad Adquirida en el juego>. Para ello, hay que diseñar tareas en las que los jugadores deban hacer uso de diferentes tipos de atención y conozcan los diferentes niveles de activación por los que pueden pasar para así poder valorar los diferentes procesos cognitivos relevantes a la hora de determinar respuestas. ¿Para qué? Por ejemplo, para poder reconocer y reconocerse ante la presión y/o el miedo. No se trata de negar ni tampoco de dramatizar. Se trata de comprender que por encima de todo somos seres humanos, y los jugadores también lo son y reaccionan como tales«.

A propósito de recientes reacciones inexplicables, o mejor dicho, sustentadas exclusivamente en el oportunismo, uno debe esclarecer todos los detalles para que aún aquellos que se toman la pastilla equivocada comprendan.

Estas líneas, apoyadas en el testimonio de una profesional como Coba, no son más que el recordatorio de que un equipo, o una selección, sólo podrá reaccionar, adaptarse, y resolver cualquier impedimento únicamente desde el juego. No existe forma alguna de sostener estos estados de ánimo sin una columna vertebral que podemos denominar modelo de juego. He aquí el mérito de Marcano y su cuerpo técnico: hacerles ver a los suyos de que ese plan nacía de ellos y potenciaría sus propias virtudes. Sin ese convencimiento hubiese sido imposible observar la madurez que mostró mostraron los suyos ayer.

Cuando un equipo soporta y se sobrepone a un intenso bombardeo, al mejor estilo de las estrategias alemanas, como el que diseñó y puso en práctica el Táchira durante los primeros y los últimos minutos del primer tiempo, no lo hace sustentado exclusivamente en el “vamos vamos”; existe una creencia que es más fuerte que cualquier episodio adverso. Y esa convicción, desde la lupa del análisis de Coba, no es más que la aceptación de un modelo de juego, entendido como el plan que sustenta todas las aspiraciones.

Claro que el Zulia tuvo rendimientos individuales superlativos, comenzando por Jefferson Savarino, pero este no fue el único; es imposible construir la cultura de equipo a partir exclusivamente de una sola de sus partes, por más influyente que esta sea. Por ello no hay que olvidarse de otros como Giovanny Romero, Sandro Notaroberto, Edixon González, Luciano Guaycochea y muchos más que convirtieron al Zulia en un equipo doblemente campeón en este semestre.

La lección está ahí para que el resto de los equipos la entiendan, la comprendan, y la pongan en práctica: el juego es mucho más complejo y posee más aristas que la simple acumulación de nombres o talento individual.

Ahora queda definir quién es el campeón del año 2016, y casualmente se enfrentarán dos instituciones que han crecido a partir del principio que mencionaba anteriormente. Casualmente, algunos creerán que todo es obra de la casualidad.

Publicidad
Publicidad