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Zamora y Zulia: comenzar una vez más

Zamora FC y Zulia FC son los grandes triunfadores de la temporada 2016 del fútbol profesional venezolano. Aún en la celebración, ambas instituciones no deben perder de vista que esto que hoy festejan tiene que convertirse en la motivación para crecer y diferenciarse del resto de los equipos criollos. Al igual que sus competidores, deben preguntarse cómo llegaron a esta posición y qué consideraciones son necesarias para evolucionar. Solo así lo obtenido este año tendrá validez.

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Foto: Prensa Zamora FC

Acostumbrados a justificar las victorias a partir de grandes inversiones económicas, el periodismo deportivo no se atreve a buscar otra explicación al éxito de aquellos que se alejan del nuevorriquismo que la tan manoseada expresión «consolidación de un proyecto», sin tan si quiera reparar en que en el fútbol, de la misma manera que en la vida, no existe tal cosa como la solidificación de un plan; el día a día de un individuo o una institución no es más que rebelarse ante la inmovilidad que supone el afianzamiento de las ideas.

La primera conclusión que deja la final del fútbol venezolano es que ambos equipos superaron a sus competidores apoyándose en una supuesta estabilidad institucional antes que en el brillo de grandes fichajes. Es probable que esa afirmación sea cierta, pero lo que la gran mayoría parece olvidar es que aún cuando el éxito parezca permanente, no hay equipos que gocen de una salud inquebrantable: basta un pequeño resfrío para temer por la continuidad de la gran mayoría de los clubes profesionales. Es por ello que ningún equipo, incluyendo al Zamora y al Zulia, puede sentarse a admirar su obra; deben continuar la búsqueda de apoyos que les permitan mantenerse a flote.

Esta es una de las razones por las que aborrezco el uso del concepto «proyecto consolidado» en nuestro balompié. La realidad nos recuerda que los clubes criollos aún mantienen ese carácter transitorio que bien demuestran las siempre bien fundamentadas estadísticas de Eliezer Pérez. Según el historiador, desde 1921 hasta el presente, treinta y tres equipos han obtenido el campeonato nacional, y de ellos sólo nueve se mantienen activos. La cifra es aún más alarmante si tomamos en cuenta cómo han sido conducidas tres instituciones históricas, tales como Estudiantes de Mérida, Portuguesa (ambos sobreviven gracias a la fuerza de su historia y su hinchada) y Deportivo Italia, hoy Petare.

Puede que moleste hacer este tipo de reflexiones en momentos en que tanto zamoranos como zulianos, cada uno en su medida, celebran una temporada llena de éxitos, pero «el que avisa no traiciona».

Los seguidores de ambos cuadros están obligados a defender lo conseguido hasta este momento, así como motivar a ambas directivas en la búsqueda de fórmulas que garanticen la continuidad de estas instituciones. Y es que, a pesar de la propaganda oficialista, estas organizaciones apenas recorren las etapas embrionarias de su hoja de ruta.

Es indudable que Zamora, con su triunfo en Maracaibo, sumó votos para ser considerado el equipo de la década. Los llaneros obtuvieron dos estrellas con Noel Sanvicente y una con Francesco Stifano, y si se toma en cuenta el talento joven que poseen, podría pensarse que mantendrán la competitividad. Pero no se engañe, mi estimado lector, esto es fútbol y un par de malas decisiones son suficientes para torcer el rumbo de una institución. A los posibles cambios de dueños hay que agregarle un serio análisis sobre la conducción de los equipos formativos, con el propósito de mantener y perfeccionar el plan que les ha permitido ser protagonistas de esta etapa. Sumado a ello, en los próximos meses, el club debe definir cuestiones trascendentales, como la continuidad de Yeferson Soteldo y de Pedro Ramírez, así como la búsqueda de un sustituto para el enorme jugador que es Richard Blanco.

Por su parte, Zulia debe revisar minuciosamente todo aquello que les permitió vivir el semestre más exitoso de su historia. En ese ejercicio, sus conductores bien podrían recordar los retornos triunfales de los generales a Roma en tiempos del imperio: cuando uno de estos estrategas era ovacionado por su pueblo, un siervo se encargaba de recordarles al oído su condición de mortal -la frase pronunciada era: «recuerda que puedes morir«. Este aviso no estaba dirigido a la existencia como tal sino a la fragilidad y la caducidad de cada situación; tanto el triunfo como la derrota son temporales, y dependerá de quienes las protagonizan sacar la información necesaria para no estancarse en la euforia.

Es muy común, tanto en el fútbol como en la vida, encontrarnos con los oportunistas del éxito, vividores y arribistas de la gloria ajena. Marcelo Bielsa ayuda identificar la diferencia entre los vencedores y los vencidos:

«Tengo claramente visualizado que en los procesos negativos todos te abandonan (los medios de comunicación, el público y los futbolistas) y eso es natural, es propio de la condición humana: nos acercamos al que huele bien -y el éxito siempre mejora el aroma del que lo protagoniza- y nos alejamos del que huele mal -y la derrota hace que seamos mal olientes».

Normalmente, en el fútbol no describimos lo que realmente sucede sino lo que deseamos que suceda. Y es gracias a ese delirio que olvidamos que no todo lo que brilla es oro, ni que nuestros halagos son suficientes para sostener una realidad que no es tal; el panorama puede ser tan virtual como los sueños de cada quien. No quiere decir esto que ambas instituciones, que protagonizaron una muy rica final, trabajen equivocadamente; lo expuesto en estas líneas es sólo un aviso para que no se olvide el pasado reciente, aquel en el que algunas dirigencias han acabado con el escaso patrimonio de este fútbol.

Las victorias hipnotizan pero no inmunizan. Sólo el tiempo dirá cómo y con qué objetivos trabajan quienes hoy dieron una enorme lección a sus colegas de torneo. No olvidemos que en el presente existen tantas razones para celebrar como señales que deben ser atendidas, y tanto el Zamora FC como el Zulia FC comenzarán un nuevo año con el reto de transformar lo ganado en impulsos para seguir ganando. Eso sí, nada de eso será posible sin un continuo repaso de cómo llegaron a este nivel y qué deben hacer para sostenerse en el mismo. Mirarse el ombligo sería el principio del fin.

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