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Béisbol y softbol criollo se quedaron en el aparato rumbo a Tokio 2020

Hasta Beijing 2008 ambos fueron olímpicos y Venezuela llegó a participar de esa fiesta, con la clasificación del equipo femenino que encabezaban Mariangee Bogado y María Soto. Ahora es mucho el camino que se debe andar de nuevo para recuperar el tiempo perdido durante los ciclos que ambas disciplinas estuvieron fuera del programa olímpico

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Texto: Eumar Esaá (@eumaresaa) / Fotografía: AP

 Si alguna certeza se albergaba sobre la decisión en torno a la ampliación del programa olímpico, era que el béisbol y el softbol serían beneficiados. Para Japón, donde ambos deportes son tremendamente populares, era punto de honor que formaran parte de la fiesta de Tokio 2020.

Sin embargo, las señales tan claras no fueron suficientes para reactivar a la exitosa selección femenina de Venezuela, ni para profundizar la búsqueda del relevo. Mientras crecían de manera sostenida países a los que Mariangee Bogado y compañía solían superar sin contratiempos, como México, Puerto Rico, República Dominicana y Colombia, la selección criolla se desmantelaba poco a poco, y casi nada se hacía por promover nuevos talentos que sustituyeran a la veteranas. Desaparecía la Liga Especial Femenina y se cancelaban los programas que hicieron crecer a la novena criolla, que llegó a ganar plata en los Panamericanos de Río 2007.

Para el béisbol, en cambio, el camino ha sido una escalada más o menos sostenida, aunque no necesariamente relacionada con el regreso olímpico, sino con el freno aplicado a la caída libre en la que el sector aficionado había entrado.

Para ambos, llegar a Tokio 2020 será una tarea colosal, pues apenas seis selecciones (femeninas en caso del softbol y masculinas en el béisbol) entrarán en cada uno de los torneos, de acuerdo con una fórmula de clasificación a la que se deben dar los toques finales en abril, durante la cumbre entre el COI y la Confederación Mundial, organismo en el que ambas federaciones internacionales debieron fusionarse para acometer juntas el proyecto del retorno olímpico.

Ninguna de las dos tiene federación en Venezuela en este momento, el softbol por falta de reconocimiento, pues no adecuó sus estatutos a la nueva Ley del Deporte, y el béisbol como consecuencia de la intervención en 2013, durante la gestión de la ex ministra Alejandra Benítez.

Tiempo perdido

Soto

Una venezolana, la capitana de la selección olímpica María Soto, fue, en su calidad de representante de los atletas ante la junta ejecutiva de la Confederación Mundial, una de las principales abanderadas en la campaña por el regreso del softbol al programa de los Juegos. Hoy espera ser ella en primera persona la que encabece la recuperación de su deporte, luego de más de ocho años perdidos, al menos en lo que respecta al femenino.

Soto está dispuesta a lanzarse a la lucha por la presidencia de la federación en las elecciones que deben efectuarse este año. Mientras tanto, hace el balance de una debacle marcada por el descuido de la generación de relevo.

“Llevamos seis años sin participar en mundiales juveniles, que son fundamentales para calibrar a los nuevos talentos”, apunta Soto. “Si no medimos a las muchachas en su nivel, ¿cómo esperamos que vayan a rendir en un nivel superior?”, se pregunta.

Luego de un quinto lugar en el torneo junior de 2009, las criollas se perdieron el de Sudáfrica 2011 por falta de recursos para el largo viaje, y los de Canadá 2013 y Estados Unidos 2015 por problemas para el visado.

“Hoy en día no hay una base sólida para el equipo, pues la idea era usar esos eventos para evaluar el relevo e ir incorporando a los nuevos talentos”, apunta Soto.

El camino que recorrió su generación fue muy distinto. Con la llegada de la entrenadora estadounidense Kim Wright en 2002, muchas jugadoras de la selección nacional se insertaron en el circuito universitario de norteamericano, la estelar lanzadora Mariangee Bogado llegó a jugar profesional e incluso, durante la gestión de Eduardo Álvarez, se financió la participación del equipo nacional en la Liga estadounidense.

“Australia acaba de firmar un convenio para hacer lo mismo”, apunta Soto. “Eso hay que retomarlo si queremos tener oportunidades de llegar a Tokio”.

Cinco jugadoras entre 17 y 22 años se han convertido en la base para la renovación: las jardineras Joselys Díaz y Fernanda Pacheco, la primera base Eyla Infante y las lanzadoras Alondra Pérez y Yarianny Pernalete. Todas han comenzado a ganar experiencia en la selección nacional, en eventos como los Juegos Mundiales de Cali 2013. Otras dos jugadoras de cuadro, la Michelle Cañizales y Sofía Soto, se desempeñan en el circuito universitario de Estados Unidos, pero no tienen experiencia con el equipo nacional.

Paralelamente, algunas veteranas olímpicas se mantienen, como Yuruby Alicart, que se incorporará próximamente a la Liga Italiana de Primera División, con el Caronno, que dirige el también venezolano Argenis Blanco.

“De Beijing hay jugadoras que están en plenas facultades físicas y con una experiencia muy valiosa, pero los puestos deben ganarse en el terreno”, reconoce Soto.

“Después de Beijing se perdió mucho tiempo”, lamenta Alicart. “Debimos mantener el nivel y el desarrollo. Hoy carecemos de lanzadoras de nivel internacional, no se siguió invirtiendo, no se continuó el trabajo y ahora toca trabajar el doble para remontar”.

La serpentinera llamada a heredar el cetro de Mariangee Bogado, Johana Gómez, se nacionalizó colombiana y en 2014 debutó con esa selección frente a Venezuela, en los CAC de Veracruz 2014, luego de una diferencia con la federación que condujo a su suspensión por razones disciplinarias.

Para María Soto, 2017 será el año crucial para las expectativas olímpicas del softbol. Se juega el Mundial Juvenil, “donde es muy importante que vayamos”, y en agosto el Panamericano que dará los cupos al Mundial de 2018, donde podría a su vez discutirse la clasificación olímpica.

“Si no pasamos al Mundial, se puede decir que Tokio 2020 se esfumó”, advierte Soto. “Ya quedaría pensar en 2024, y sólo si gana Los Ángeles, que es el único que tiene al softbol en su programa”.

El softbol estudia dos vías para otorgar las plazas olímpicas: por una parte, que avancen a Tokio los primeros cinco del Mundial más el local Japón, y por otra que pasen sólo el campeón y el anfitrión, y el resto de las plazas se definan en los preolímpicos regionales de América, Europa-África y Asia-Oceanía, más un repechaje mundial.

Crecer por inercia

baseball

Iniciativas como el Clásico Mundial de Béisbol y más recientemente la Premier 12, torneo organizado por la Confederación Mundial que reúne a la docena de selecciones mejor ubicadas en el ranking global, buscan romper la barrera tradicional entre aficionados y profesionales en el béisbol olímpico, y han contribuido a apuntalar la recuperación de la pelota nacional, que pasó 14 años sin clasificar a campeonatos mundiales y languidecía en el puesto 56 del ranking mundial hace poco más de una década.

Experiencias como la Liga Bolivariana ofrecieron una plataforma para comenzar esa remontada, cuya expresión más reciente ha sido el puesto siete en el ranking mundial gracias a la Premier 12, un evento en el que ni grandeligas ni  figuras de la LVBP tuvieron participación.

El béisbol, cuyo rendimiento deportivo ha podido escapar a las polémicas en torno a la federación, podría verse beneficiado por la fórmula de clasificación, pues una de las vías que se estudia es otorgar dos cupos por América, que se repartirían por zona geográfica, con Venezuela ubicada en Sudamérica, un área de mucha menor competitividad, si se le compara con Norteamérica y el Caribe.

Sin embargo, el béisbol olímpico nace con plomo en el ala, por la falta de acuerdo entre el COI, la Confederación Mundial y  Major League Baseball para la cesión de los jugadores en plena temporada de las mayores, una condición que se convirtió en el gran aval del baloncesto para devenir en el mayor espectáculo de los Juegos Olímpicos.

Ángel “Machile” Delgado, primer vicepresidente de la intervenida federación y miembro del Comité Ejecutivo del COV, asoma una propuesta para superar ese escollo: “No sabemos si los que hoy son figuras se mantendrán vigentes dentro de cuatro años, pero la idea es aprovechar su presencia en eventos como el Clásico Mundial para explicarles el significado de representar a Venezuela en Juegos Olímpicos. La idea es que ellos se conviertan en líderes multiplicadores para las figuras del futuro, que motiven a otros peloteros a gestionar los permisos y seguros como parte de sus contratos, para poder estar presentes con sus selecciones”.

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