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Real Madrid: el triunfo de la transición

Agarró Zinedine Zidane una papa caliente y la convirtió en un contorno para el salmón. Desde que relevó a Rafa Benítez, quienes aman ver la carne desgarrada de los ídolos esperaban la capitulación del técnico de emergencia. Pero el francés no solo rescató al Real Madrid de la anomia, sino que lo rejuveneció. Lo convirtió en un rival que, además de pegar fuerte, puede correr los 14 rounds.

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Fotografía: EFE

Los hinchas recuerdan a sus equipos por una individualidad. ¿Te acuerdas del Nápoli de Maradona? ¿Te acuerdas del Milan de Maldini? ¿Te acuerdas del Barcelona de Cruyff? En unos años, cuando se retiren, se hablará del Barcelona de Messi y del Madrid de Cristiano. El cierre del portugués ha sido fantástico, bajando su cuota goleadora con respecto a las dos temporadas pasadas, pero maximizando su aporte cuando lo exigía el calendario. Sin él, el equipo blanco no se habría ocupado del Bayern, ni habría sentenciado al Málaga. Lo primero puede significar una Champions League, lo segundo encarriló la Liga.
No obstante, sería un error singularizar la temporada merengue. En cada partido ha resultado clave la actuación de los que cuidan la espalda de CR7. Empezando por Benzemá, a quien se recordará por su acto de Houdini contra el Atlético y finalizando con Keylor Navas, que recuperó su mejor forma en el último tercio de campaña. En el medio de ellos está toda esa gente que ha asumido notablemente el exigente papel de reparto. Cualquiera podría recibir el Óscar a Mejor Actor Secundario: Kroos, Modric, Isco, Casemiro, Carvajal y mi favorito: Marcelo.
Después, la cámara enfoca a los que han cumplido con los pequeños roles. Son los Phillip Seymur Hoffman del fútbol: Lucas Vázquez, James, Kovacic, Morata y Nacho. Ha sido tan buena la dirección de Zidane que hasta los de relleno se han contagiado del resto: Danilo y Coentrao. Se puede notar el cambio, en estructura y filosofía. Ya Sergio Ramos no necesita subir al área rival en el minuto 93, ni Pepe cortar la pierna del enemigo.
Y resulta extraño que al Madrid se le estén dando las cosas sin ese ingrediente épico que tanto molesta a los fanáticos contrarios. Esto pasa porque Zidane ha conseguido un inventario magnífico, como una ciudad Lego para un bebé. El mismo que tenía a su disposición Benítez, pero que no supo administrar.
Zizou consiguió con lo que la prensa española denomina «el Madrid B o Segunda Unidad», una manera inteligente de darle descanso a las máximas figuras y minutos a los que regularmente estaban en el banco. Todos importan y en consecuencia, terminan el año a tope físicamente. Después, el estratega ha variado el monolítico 4-3-3 a un 4-4-2 más sobrio y mejor dispuesto para la evolución de Cristiano, quien ahora ha cambiado sus antiguas galopadas por un saber estar. No basta decir que ahora es un «9», hay que aplaudirle su madurez para asumir de mejor manera su paso al banco cuando se requiere.
En el título de esta nota hablamos de transición no solo porque Zidane tomó un testigo en plena competencia sino porque creo, fervientemente, que aún este equipo no toca techo y que la idea de juego sigue madurándose.
Es cierto que la ausencia de Bale le ha permitido al DT ensayar nuevas maneras. En este sentido, la 2017-2018 nos podrá dar más luces sobre su idea, una vez que puede planificar la plantilla. Algunos, como es natural, saldrán y otros llegarán. Pero lo que no se puede negar es que el Madrid ha cambiado su idea de Zidanes y Pavones, de galácticos y extravagancias, por un estilo, por una idea, por un camino en el que se han comprometido todos. Eso es una muy buena noticia para sus fanáticos, que se deprimían ante cada logro del Barcelona y una muy mala para los rivales, que ahora en lugar de 11 individuos deberán enfrentar a un equipo.]]>

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