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Yulimar Rojas llega a Venezuela con medalla de oro para unir a los venezolanos

Luciendo orgullosa su medalla de oro, la campeona mundial de atletismo, Yulimar Rojas, llegó este miércoles a Venezuela inyectando emoción en los venezolanos que encuentran en sus logros deportivos una alegría en medio de la crisis.

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FOTO: FEDERICO PARRA

«Que esta medalla sea unión, paz y armonía para todos», dijo una efusiva Yulimar rodeada de pancartas de bienvenida.

Recibida con un ramo de flores y aplausos, una vibrante Rojas dijo a la prensa que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 son su principal meta luego de alzarse con el oro en la final del Mundial de atletismo en Doha.

«Estoy súper feliz, contenta de estar en Venezuela de nuevo (…) con una medalla de oro en el pecho», dijo Rojas a su llegada al aeropuerto internacional de Maiquetía que sirve a Caracas.

Segunda en Río 2016, Rojas se dice «más motivada» con cuatro títulos mundiales para «conquistar esa medalla de oro tan ansiada» en Tokio.

Pero por lo pronto vienen días de familia y playa.

«Lo que viene ahora va a ser disfrutar de mi familia, estuve un año sin verlos, un año sin poder pisar Venezuela», aseguró la caraqueña.

Afirmó además que quiere bañarse en la playa para renovar energías.

Los venezolanos, que sufren las consecuencias de una crisis que redujo la economía a la mitad en cinco años, celebraron el oro que Rojas obtuvo el sábado en Doha, con el que revalidó su título en el triple salto, al lograr una impresionante distancia de 15,37 metros.

Es la primera medalla para Venezuela en este Mundial y la tercera de su historia, después de las dos con las que el país se estrenó en la edición de hace dos años en Londres: el oro de la propia Rojas y el bronce de Robeilys Peinado en el salto con garrocha.

Para Sudamérica, el conseguido por la venezolana es el primer título en este Mundial de Doha y para Latinoamérica es el segundo, después del oro logrado el viernes por la cubana Yaimé Pérez en el lanzamiento de peso.

Rojas, una morena de 1,92 metros de estatura, se quedó a trece centímetros del récord del mundo registrado en 1995 por la ucraniana Inessa Kravets (15,50 metros).

«Vienen años mejores para Yulimar», exclamó emocionada.

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