Cuarentena. Trabajar en casa, leer, pensar y debatir por WhatsApp o por teléfono. Debatir, eso. El debate que tanta falta le hace a nuestro fútbol.
No las discusiones de opinadores en redes sociales, sin menospreciar el criterio de quienes hoy tienen voz a través de un teclado. No. El debate argumentado y concienzudo acerca de si realmente el fútbol venezolano ha crecido con respecto a su pasado y qué ideas pueden servir como aportes para impulsarlo, esté como esté. Es necesario y los espacios son minúsculos.
Conversaba hace poco con un técnico venezolano, sobre éste tema. Y no partíamos desde el subcampeonato mundial juvenil de 2017 como punto inicial de la conversación. No. Partíamos desde la eliminación de los cuatro equipos en la primera rueda de la Copa Sudamericana, la derrota de Estudiantes ante Nacional y la de Caracas ante Libertad por Copa Libertadores.
Evaluar el crecimiento
El termómetro de los clubes parece mostrar más temperatura que el de selecciones. Lo cierto es que ambos conforman el fútbol venezolano. Errores puntuales en jugadas claves, problemas incluso de formación como futbolistas, concentración, manejo de partido. Los mismos males de hace 20 o 30 años.
Evaluar el crecimiento debe ser el centro del debate. Si bien hoy tenemos futbolistas venezolanos en ligas importantes, hay problemas de base que siguen siendo los mismos de hace muchísimo tiempo. Y no estamos lejos de acudir a un ejemplo inmediato: se juega una Liga con un número impar de equipos desde el comienzo. Un desorden que parecía haber sido superado con la conformación de la Liga, una institución sin un poder claramente definido.
Ese técnico con el que conversaba, muy experimentado y capacitado, me dio tres puntos a partir de los cuales podemos comenzar a debatir para evaluar ese real crecimiento. Tres aspectos sinérgicos, que dependen uno del otro y que son indivisibles.
La capacitación técnica.
¿Están los entrenadores venezolanos lo suficientemente capacitados para ejercer sus funciones? La venezolana es una liga que presume de tener una amplia mayoría de técnicos nacidos en el patio, cosa que no ocurre en el grueso de las ligas Conmebol (los técnicos argentinos y uruguayos inundan los campeonatos de Chile, Ecuador, Perú, Paraguay y Bolivia, por ejemplo), sin embargo eso no es baremo para clasificar su cualificación.
La FVF tímidamente promueve la constante capacitación y es la obligatoriedad de la Licencia de Clubes la que ha influido para que la preparación técnica mejore en lo intelectual y práctico. Midiendo las credenciales y la experiencia podemos evaluar si en éste ámbito ha habido un crecimiento real. Recordar que la adecuada formación del atleta parte de un adecuadamente formado entrenador.
Estructura
Que incluye infraestructura, la conformación de organizaciones de fútbol que atiendan adecuadamente todas las necesidades del fútbol formativo y profesional. Va desde la disposición de canchas para entrenar hasta la hidratación que pueda disponer la más pequeña de las categorías menores del club.
La preparación gerencial, la buena gestión administrativa, el mercadeo, las comodidades para desempeñar las labores de cada miembro del personal y plantel que hace vida en el club. La sustentabilidad, la sinergia de hacer atractivo al aficionado el ir al estadio.
Todo esto es estructura. Si bien es cierto que hoy hay modelos de gestión deportiva como Zamora y Caracas, los resultados internacionales siguen desnudando el progreso interno innegable. ¿Nos falta mucho, no?
Competencia
Tenemos una primera división con 19 equipos, una segunda división con varios forfaits en sus primeros partidos, un campeonato de reservas «pa’ quien quiera». Las categorías menores de miden en débiles campeonatos internos en sus regiones y solo en instancias decisivas chocan contra cuadros de mejor nivel en competiciones desiguales y con enormes carencias.
Del nivel y exigencia de la competencia interna va a depender el éxito y la competitividad externa. El fútbol de selecciones, que puede prepararse con amistosos internacionales ante rivales de igual o mayor monta, ha demostrado que pueden estar al nivel de las exigentes competencias que enfrentan. Un fútbol competitivamente bien organizado hablará siempre del crecimiento que éste pueda tener.
Desde esos tres puntos debe partir el debate. Hay algunos otros aspectos que yo añadiría pero que son intrínsecos a esos tres elementos: ¿Cómo está formado el futbolista venezolano en sus fundamentos tácticos? ¿El técnico y el futbolista realmente creen y están convencidos que pueden competir con sus capacidades? ¿Nuestro fútbol realmente está al nivel necesario de alcanzar un cupo al Mundial de fútbol?
Una última que depende de todas las anteriores: ¿Por qué la pirámide de crecimiento ha sido invertida? (los «éxitos» han llegado primero en el fútbol de selecciones y no en el de clubes).
Es una lástima que haya poco espacios para debatir. Apenas algún programa de radio de alcance nacional hoy trata a diario el fútbol venezolano como fuente exclusiva. Es escaso el espacio en TV. La FVF no fomenta la discusión que no necesariamente debe ser académicá. ¿Y si generamos estos espacios para el debate? ¿Qué técnicos se animarían?