Leonardo González y su inseparable “Sancho Panza”, Pedro Vera, habían dejado por mucho tiempo su fútbol a un lado. Siete meses alejados de los campos del campeonato venezolano fue demasiado tiempo para ellos, acostumbrados a oler la grama del campo de juego todos los días. Deportivo Lara los ha traído de nuevo a hacer lo que mejor saben hacer: dirigir aquí.
Su revinculación al Lara se produjo tras la salida de Martín Brignani, quien le había sustituido en el banquillo crepuscular en enero. Su presencia en el Misael Delgado, donde Lara caía derrotado ante Carabobo, generó polémica porque, horas después, Leo era anunciado en el rojinegro. Una situación incómoda que no me gustó y critiqué en la editorial del programa “Zona FUTVE” con un látigo que me llevó a extenderme a un campo minado que va más allá del periodismo: cuestionar la ética profesional de alguien.
La respuesta de Leo González en la entrevista posterior en ese mismo programa fue cónsona a la extralimitación, lo que generó un rifirrafe innecesario. Algo aprendimos los dos de esto: yo a no dudar de la ética de nadie y él a manejar mejor las formas. Sin embargo, dicho desencuentro dio pie al encuentro y sirvió además para conversar temas interesantes con el DT trujillano.
De esa charla, quiero rescatar y compartir algunos elementos muy interesantes. El primero: Leo quiere divertirse. “Ya ha sido demasiado peso el tema de la pandemia. El fútbol tiene que ser diversión; la presión tiene que dejar paso a la diversión”. Quizá el estar alejado tanto tiempo de las canchas, primero por pandemia y luego por buscar una opción fuera del país para dirigir, haya hecho cambiar esa percepción de cómo asumir su profesión.
Y es que un técnico que lo había ganado prácticamente todo en el país, encontró en dar el salto al fútbol extranjero la posibilidad de hacer crecer su carrera. “En la cena de Navidad del año pasado del equipo (Lara) conversé con el entonces presidente Jorge Giménez y coincidimos que era la hora de probar fuera del país. Fui a Colombia y estuve cerca de fichar por Pasto y América de Cali, pero el tema de la pandemia y los conflictos internos por esos días, lo impidió”, asegura.
Leo González es un tipo hiperactivo. No puede estar alejado de sus labores y siete meses intentando era para él insoportable. “Decidí aceptar la oferta de Lara porque me une un vínculo importante con esa institución, además que tengo mi casa y mi vida en Barquisimeto. Además, a mí me acompaña un grupo en el cuerpo técnico que necesita volver a trabajar. Quiero devolver el cariño que tanto me dieron a mí en Lara”, dice.
El segundo elemento que extraigo de la conversación: “No están dejando trabajar y en el fútbol se necesita tiempo para consolidar ideas”, dice cuando le recuerdo que ya 10 técnicos han salido de sus cargos en lo que va de campeonato de Primera División. “En Lara no todo fue color de rosa. Hubo momentos complicados pero yo pude contar con el respaldo de la directiva en los momentos difíciles. Yo soy de proyectos y he tenido la suerte de que la directiva me dé un respaldo para llevarlos a cabo”, indica. Le preocupa que la inmediatez esté acabando con proyectos en un fútbol, para él, “tan difícil como el nuestro”. Leo levanta la voz contra los cortes de cabezas de técnicos.
Leo González compara el fútbol actual con el de cuando él jugó y asegura que el crecimiento ha sido en todos los aspectos, pero que es evidente que la crisis económica ha afectado en todos los sentidos: “Antes no podías vivir del fútbol y hoy todo eso cambió. Sin embargo, hay retrasos en los pagos, pero todos tarde o temprano, terminan cobrando, pero si no hubiera deudas, ten por seguro que podríamos lograr muchas cosas mejores, porque el enfoque de todos estaría únicamente en el plano futbolístico”. Leo vuelve a dirigir. El parón le ha hecho reconsiderar muchas cosas. Antes, vehemente en el borde del campo, hoy prefiere bajar los decibeles y darle paso al disfrute. Un llamado necesario a todos quienes creen que el fútbol es una batalla de donde sales vivo o muerto. Un mensaje para manejar las cosas no solo en el fútbol, sino en la vida misma.
Vaya mi respeto siempre para un profesional de su talla.