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Leo González sigue, la Vinotinto ¿vive?

Sin querer queriendo, la Federación Venezolana de Fútbol informó que continúa el técnico interino. La noticia no sorprende, pero da una idea de lo perdido que está el ente federativo y también de la falta de palabra del propio estratega, quien había puesto finiquito a su condición de provisional

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Venezuela
Betania Ibarra

En Venezuela todo está al revés. El mejor ejemplo: mientras Nicolás Maduro pregona la independencia de su economía, todas las transacciones económicas se hacen en moneda extranjera. El dólar manda, la divisa del imperio, el sospechoso habitual del régimen socialista. Esa tendencia de convertir lo inverosímil en verosímil, se repite en la otra Venezuela: la selección.

Este 4 de noviembre ocurrió un milagro: apareció una convocatoria sin que el técnico prometido llegara y sin que Leo González fuera ratificado como estratega por dos partidos más. La Federación Venezolana de Fútbol simplemente publicó una imagen con los nombres de los jugadores que fueron llamados para la doble fecha y listo. Como dirían los españoles: «a tomar por culo».

¿Quién hizo esa lista? Recordemos que González había dicho que su interinato culminaba con los dos juegos pasados. ¿Qué pasó entonces? Si el estratega estaba concentrado en el Deportivo Lara, que disputa instancias finales del torneo venezolano, ¿quién tomó la decisión, acertada por cierto, de llamar a Luis «Cariaco» González? ¿Quién hizo el seguimiento de los que están en su mejor momento? ¿Quién dio el visto bueno para tramitar los pasajes y estadía?

Advertíamos en columnas anteriores el conflicto de interés que representaba el hecho de que el presidente de la FVF fuera un exjefe de González. Exjefe si creemos que en efecto Jorge Giménez ya no tiene incidencia en el Deportivo Lara. Pero si no la tuviera, aplica para él la vieja de ley sobre el ejercicio de un cargo de relevancia: «La mujer del César no sólo debe ser honrada; sino también parecerlo”.

Porque ademas, continuando con la idea del conflicto de intereses, nos podemos plantear escenarios hipotéticos: qué pasa si un técnico que está disputando un hexagonal pero además dirige a la selección nacional, llama a un jugador, pongamos, del Caracas o Táchira (enemigos en el hexagonal) y no los utiliza, rompiendo la dinámica del jugador con su club.

Debemos resaltarlo para evitar comentarios de pasillo: no se trata de si González es o no un buen técnico o una buena persona, que sabemos y entendemos que lo es. Simplemente su designación no cumplía con los requerimientos idóneos para un cargo provisional (otra cosa es si era designado oficialmente para el resto de eliminatorias) y ahora esa decisión se extiende hasta con cierta pena: ni siquiera el propio ente federativo se sintió con el respaldo ético para oficializarlo.

En estas circunstancias, uno se pregunta: ¿qué mensaje le puede dar un técnico de selección que es producto de la improvisación a un jugador profesional si se desdice? Porque si había advertido que su trabajo como encargado tendría un final y lo incumple, no existe un respaldo moral para, por ejemplo, pedirle a Salomón Rondón que renuncie a su plan de trabajo en Inglaterra y venga sí o sí a la selección. Otra cosa es que el jugador lo decida.

Aprovecho el punto anterior para recordar que una selección no representa a un país en el sentido estricto. No es un ejército que va a la batalla a defender un derecho o una frontera. Esa es una idea que la FIFA logró mercadear muy bien, usando las banderas y explotando la idea de representatividad. Pero al final, se trata de un equipo que pertenece a cada federación y cada federación no le responde al Estado sino a la organización que está en Zürich, Suiza. Por lo tanto, si un jugador decide no asistir a una convocatoria, es su derecho. Ya se verá si el técnico quiere seguir contando con él después de ello. Cada acción tiene una consecuencia.

Pero volvamos a la Vinotinto. Por todos lados se dan muestra de debilidad, de que está cumpliendo el último trámite por cumplir. Es claro que no hay una estrategia ni un plan de acción para terminar de la mejor manera las eliminatorias. Es una lástima porque no tendrá tantos amistosos y con rivales de tal calidad como los que enfrenta en esta torneo.

Es válido creer que un técnico «con experiencia», como lo anunció Giménez desde que comenzó a ejercer como presidente, puede cambiar la dinámica perdedora de la selección nacional. Sin embargo, los hechos hablan. En la línea de dar ventajas, ninguna otra federación las ha dado tanto como la venezolana y si lo juzgamos por estos primeros meses de trabajo de la nueva directiva, cuesta ser optimista. Peor aún, si esto es lo que hacen con González, que es «de la casa», no imagino lo que sucederá con un técnico «de cartel», cuando los primeros desencuentros ocurran.

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