Economía

El "Venezuela se arregló" puede durar lo que dura un concierto (Análisis)

Cuando hay tanta oscurana, cualquier fósforo alumbra, por eso los venezolanos, ansiosos de salir de este pantano histórico se entusiasman si les hablan de cualquier síntoma de recuperación, desde las caras entradas vendidas en 24 horas para un concierto, hasta predicciones descolocadas de que la economía va a crecer 20% este año. Pero...Hummm, no lo sé, Rick. Toda esta fiesta está montada sobre un tipo de cambio sobrevaluado, pues el dólar debería costar cerca de 10 bolívares, más del doble que hoy, según cálculos de economistas serios, tomando en cuenta la inflación.

Venezuela entre protestas y optimismo AFP
Yuri Cortez |AFP
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«Deseos no empreñan», dicen los toscos llaneros venezolanos al referirse a cierta categoría de personas voluntaristas que quieren arreglar las cosas gracias a la conspiración del universo, a las buenas vibras y al pensamiento positivo a lo Carlos Fraga.

Pero en Economía no es tan así: hace falta un conjunto de cosas funcionando bien al mismo tiempo para que la situación mejore con firmeza y en el mediano y largo plazo, tanto para un país como para el bolsillo de la mayoría de las personas.

Por estos días prospera en Venezuela el pensamiento positivo y la conseja de que «esto se arregló» porque regresó el tráfico a las autopistas de Caracas, aunque la gasolina vale medio dólar el litro; porque hay una colección de vallas publicitarias cubriendo el firmamento y por una profusión de conciertos con artistas nacionales e internacionales de medio pelo que están aprovechando la libertad cambiaria para facturar en dólares tras largos años de ausencia de esta plaza.

Ni tan calvo ni con dos pelucas

En efecto hay una recuperación de la economía con respecto al foso donde se enterró Venezuela durante los últimos ochos años con la peor depresión económica de su historia contemporánea.

Pero el consenso entre economistas serios es que ese crecimiento es más bien modesto. Aún más, su persistencia depende de una serie de variables tan vagas como la duración de la guerra de ocupación de Rusia contra Ucrania; negociaciones entre el gobierno de Joe Biden con el de Maduro; el humor de Maduro, y su apoyo real a Rusia.

Optimistas desmesurados, como los de un informe del Credit Suiss, afirman que la economía crecerá este año en 20%, una cifra exagerada según otros expertos que tienen cálculos más asentados.

El economista José Manuel Puente, profesor del IESA, de Oxford, IE de Madrid y Universidad de Salamanca, nos brinda un consenso entre varias instituciones, desde UBS, Fitch Solutions, Julius Baer, Azpúrua García Velásquez, Torino, DekaBank Deutsche, FMI y Cepal sobre el crecimiento esperado para la economía venezolana para 2022.

El cuadro arroja un promedio de 3,80% de crecimiento del PIB (producto Interno Bruto, o suma total de riqueza).

La mediana está en 4,25% (el valor central considerando los extremos de estas predicciones).

Ese cuerpito desnutrido

El economista Ricardo Villasmil usa una metáfora muy ilustrativa sobre el asunto este del crecimiento y lo compara con un organismo que haya perdido masa muscular.

Una interpretación libre de la metáfora Villasmil, hecha por el autor de esta nota, nos resulta más o menos así: vamos a suponer que Venezuela era una mujer hermosa y rellenita. Pero con fines pedagógicos vamos a ponerle que pesaba 100 kilos.

En efecto, el consenso entre diversas fuentes indica que Venezuela en manos de Maduro perdió el 80% del tamaño de su economía, desde 2013. Cálculos del Fondo Monetario Internacional le asignan para 2022 un PIB (suma total de riqueza) más pequeño que el de República Dominicana, Costa Rica y Panamá, por ejemplo. También es la mitad que el de Ecuador.

Si en siete años ese organismo perdió el 80% de su peso hasta el momento (año 2020 que se detuvo su deterioro) resulta que en 2021 llegó pesando 20 kilos y ese es el punto de partida para la recuperación.

Vamos a suponer que el mega optimista del Credit Suisse la pega y el crecimiento es de 20%. Pues estamos hablando de 20% sobre 20 kilos, es decir, solo cuatro kilos de aumento real este año con respecto al punto de partida.

Para el segundo año ese mismo organismo todavía desnutrido pesa 24 kilos. Vamos a creer que logra encadenar la tasa de crecimiento todavía alta de 10%, pese al chavismo, a Putin, a los altos precios de los alimentos importados, a los cortes eléctricos, a la falta de gasolina, diésel y gas natural; a los salarios mínimos de 30 dólares por mes y a la falta casi total de crédito en el sistema financiero venezolano e internacional para Venezuela.

Pues bien, el cuerpito pesaría entonces 26 kilos con 400 gramos.

Largo balbuceo

Ok ok, estamos muy pesimistas y no nos hemos dado cuenta de las nuevas super tiendas, de los carrotes echando piques en las autopistas, de los viajeros de Semana Santa, de los salseros en Miraflores y del negocio de minado de criptomonedas en Fuerte Tiuna.

Vamos a ponerle un crecimiento de 20% al tercer año y así le compramos la idea al del Credit Suisse.

El 20% de 26 kilos son 5,2 kilos…la flaca de la autopista ya está pesando 31,6 kilos.

La metáfora cable a tierra solo quiere explicar que harían falta casi 20 años a un crecimiento sostenido y promedio en torno al 10% para que ese organismo llegue a pesar los mismos 100 kilos que tenía en el año 2013, en la aurora de este desastre.

Ahora bien, ¿de qué tipo de crecimiento estamos hablando en ese malogrado cuerpito?

Crecer hacia los lados

Cuando ocurre una expansión hay un aumento del gasto y del consumo y puede crearse una ilusión de armonía.

Pero un crecimiento sostenido y sustentable, que drene en cascada hacia las masas de la población empobrecida y la ex clase media, exige inversiones donde más se necesitan: en infraestructura, educación, salud, servicios, bienes de capital, expansión de la capacidad industrial, tecnología, conectividad, comunicaciones, producción de bienes transables (que se puedan exportar) y mejora en el aparato institucional y administración del Estado.

Sobre todo hacen falta inversiones, masivas inversiones, y de origen internacional. Pero un país que solamente en bonos financieros tiene en mora nada menos que $90.000 millones en impagos de intereses y capital de su deuda pública no es precisamente atractivo para el dinero fresco.

Sin Bandera y sin plata

Además, se necesita que crezca el mercado, tanto interno como externo. En el caso del interno eso se logra aumentando el ingreso real per cápita y la capacidad de que la gente consuma sin tener que perder un ojo de la cara.

«En Caracas hay mucho Servando y Florentino, mucho Sin Bandera, mucho restaurante de lujo y tiendas de mascotas y maquillaje. Pero no se escucha que Procter and Gamble va a invertir en una nueva planta en Valencia cinco mil millones de dólares en 10 años», ni de un proyecto agropecuario en Barinas, señala el economista Omar Zambrano.

«Esa es la diferencia… se recuperó lo más fácil: ese mini boom del consumo a costa de la apreciación del tipo de cambio real y da la sensación de que la cosa esta buena para algunos. Pero está matando en sí mismo la recuperación de los otros sectores», dice al poner el dedo en una palabra clave: para la recuperación hacen falta cosas que el gobierno no tiene, la principal es la credibilidad.

La carrera de los precios

La buena noticia es que el gobierno ha logrado abatir la hiperinflación. La mala noticia es que todavía Venezuela tiene la tasa de inflación más alta del mundo y que en realidad ese dragón no está muerto: está apenas amarradito con el frágil mecatillo de un tipo de cambio estabilizado a costa de una crematorio de dólares que existe en Carmelitas, Caracas, sede del Banco Central.

El día que se acaben los dólares para mantener ese tipo de cambio más o menos fijo, habría que devaluar y entonces se rompe otra vez el dique y el país corre el riesgo de un nuevo ciclo hiperinflacionario.

Los optimistas whisky en mano observan que gracias al Putin los precios mundiales del petróleo aumentan con fuerza y Venezuela como siempre se apresta a encaramarse en esa ola.

Venezuela, precios AFP
Un supermercado en el centro de Caracas exhibe sus precios en dólares, la moneda de uso corriente en Venezuela. Foto: Federico PARRA/AFP

Jugando a los dados

Recurren a datos como los de la firma Ecoanalítica, que en marzo calculaba que los ingresos por exportaciones petroleras pasarían de $5.714 millones en 2020 a $16.200 millones en 2022, un incremento de 183%.

«Bajo este escenario, las exportaciones promedio cerrarían en 830.000 barriles» por día (bpd), señala.

Pero el mismo informe advierte: «Por otro lado, según fuentes oficiales a las que pudimos acceder en Ecoanalítica, cerca del 60% del crudo venezolano exportado pasa por el sistema financiero ruso, quien se encarga de entregar dólares en efectivo a PDVSA para cerrar la operación financiera, seguramente implicando costos adicionales al proceso. Por esta razón, ante la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, esperamos ciertas complicaciones para acceder a efectivo en dólares en el corto plazo para el gobierno, si no ocurren reajustes en la situación del conflicto o en la condición de Venezuela frente a Estados Unidos».

A estas alturas del campeonato uno no sabe si Maduro y su sistema de propaganda tienen bien claro eso cuando salen con voz estentórea a darle «todo el apoyo» a Rusia en la agresión contra Ucrania.

El chavismo pues, está hoy alineado contra el más claro enemigo de las democracias occidentales,  y en la Historia, como en la Economía, no hay almuerzos gratis…Venezuela pagará esa cuenta.

El amiguete Putin

Si sigue escalando la agresión contra Ucrania y el mundo occidental y Rusia sigue labrando su imagen de criminal de guerra que ha levantado la repulsa internacional, amigos como el zar Putin serán cada vez más impresentables. No se descarta entonces que las sanciones contra Rusia y sus empresas sean extensivas a sus aliados.

Contra toda evidencia Maduro insiste hoy en vender la idea de que Rusia es la nación agredida por Occidente, mientras su pana (amigo) Putin despliega el peor ataque militar a gran escala contra una nación libre, ocurrido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Pero no queremos echarle agua a la fiesta de quienes celebran que el petróleo otra vez ha venido a salvarnos.

“Lo que no cabe duda es que a pesar de que la producción de petróleo de Venezuela no se recupera en el corto plazo, este choque petrolero va a tener impacto positivo sobre el nivel de exportaciones y sobre el nivel de ingresos fiscales petroleros. Lamentablemente la desgracia de los ucranianos es una ventaja para Venezuela y para el gobierno de Nicolás Maduro”, señala el economista José Manuel Puente.

La economía es un ciencia social muy inexacta y con limitaciones muy fuertes para poder predecir, recuerda Puente.

«Hay muchos argumentos para que la economía crezca este año aunque sea a una tasa moderada, «veo casi imposible que se pueda contraer como lo está planteando el FMI», señala en comentarios a El Estímulo.

Pero tampoco ve ese 20% del informe del Credit Suisse.

Puente también pone las cosas en contexto: el tipo de cambio debería estar entre nueve y 10 bolívares por dólar, no los 4,42 en promedio reportado este viernes por el BCV. El día que se corrija esa sobrevaluación habrá un innegable impacto en los precios.

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