La decadencia de la USB: ¿por dónde empezamos a rescatarla?
El exrector Benjamín Scharifker lo tiene claro. Y también en la Asociación de Egresados. Va a costar sacar a la USB de la postración, pero el trabajo ya se está haciendo. ¿El Estado va a hacer lo que le corresponde?
El más que preocupante deterioro que ha experimentado la Universidad Simón Bolívar, USB, es un reflejo del desafiante panorama que enfrenta la educación en todos los niveles en Venezuela. Una institución que, en su momento, fue reconocida como una de las mejores de América Latina y sobre la cual consultamos a destacadas personas vinculadas al ámbito educativo para explorar en las causas y consecuencias de esta situación, así como las posibles vías para rescatar y revitalizar a esta casa de estudios que ha sido un pilar fundamental en la formación de tantas generaciones.
Consultamos a Benjamín Scharifker, quien desempeñó un papel fundamental como rector de la USB, guiándola durante años de excelencia académica y prestigio internacional. También a Mineau Reyes, presidenta de la Asociación de Egresados, quien ha sido una firme defensora del legado de la universidad y su papel en la formación de profesionales de alto nivel. Y para ofrecer una visión desde la experiencia estudiantil, hablamos con Diana Mayoral y Jesús Del Vecchio, egresados que vivieron de primera mano la riqueza académica de la institución en sus momentos más destacados.
Benjamín Scharifker, lo que había
–¿Cómo describiría la involución de la Universidad Simón Bolívar desde su época como rector hasta la actualidad?
-Cuando uno entra al campus universitario de Sartenejas, lo primero que llama la atención es que los jardines ya no existen. Solían estar esmeradamente mantenidos. Ahora lo que se ve son árboles y arbustos moribundos y un descuido total. La «Laguna de los patos», a la entrada de la universidad, desapareció. El «Espejo solar», de Alejandro Otero, una estructura de siete metros de altura, no se ve. Si todavía está ahí, si no lo han desmantelado, está oculto tras la maleza que lo supera en altura.
Lo segundo que impresiona cuando uno visita el campus es que no se ve un alma. La Universidad Simón Bolívar llegó a tener cerca de 12 mil estudiantes, más de mil profesores y un número similar de trabajadores administrativos, además de obreros, concesionarios y proveedores. Hoy está desierta.
La universidad reportó la inscripción de 1.614 estudiantes regulares en Sartenejas y 650 en el Litoral para el trimestre septiembre – diciembre de 2024, lo cual indica una deserción estudiantil de más de 80% con respecto al número de estudiantes matriculados algunos años atrás. Y con respecto a los profesores, la deserción es similar. Sumando salarios y bonos, sus remuneraciones a duras penas alcanzan los 100 dólares mensuales. Considerando además las dificultades de acceso tanto a Sartenejas y Camurí, la carencia de transporte público, la falta también de transporte universitario y de servicios de alimentación, no hay forma en la que profesores y estudiantes puedan mantener su actividad académica como es debido. Los que aún lo hacen, hay que reconocerlo, son unos verdaderos héroes y son los que, a fuerza de una voluntad y un ánimo inquebrantables, mantienen viva a la universidad.
–¿Cuáles eran las principales fortalezas de la Universidad Simón Bolívar durante su gestión y cómo cree que se han visto afectadas?
-Teníamos la percepción de que la universidad era una institución sólida. A lo largo de medio siglo de funcionamiento habíamos consolidado una hermosa y funcional planta física en los campus universitarios, habíamos podido incluso construir una nueva sede en el Litoral después de que el deslave de 1999 arrasara sus edificaciones, y ponerla en funcionamiento con programas académicos y una plantilla profesoral vigorizada.
Habíamos logrado implantar políticas de ingreso, permanencia, progreso y egreso de estudiantes y profesores que aseguraban la calidad académica y el prestigio de la USB en los ámbitos académicos, sociales y económicos tanto de Venezuela como en el exterior. Manteníamos relaciones fluidas con el sector productor de bienes y servicios y realizábamos con y para ellos importantes proyectos a través de la Fundación de Investigación y Desarrollo, el Parque Tecnológico Sartenejas y otras instancias universitarias. Contribuíamos también significativamente al desarrollo social a través de programas de extensión, cultura, deportes, la editorial Equinoccio, los bomberos universitarios, y de muchas otras formas.
Siendo una universidad relativamente pequeña, de la Universidad Simón Bolívar se originaba cerca de 15% del conocimiento que se producía en Venezuela. Teníamos laboratorios bien equipados, talleres, bibliotecas con libros, suscripciones a revistas, comunicaciones y accesos a la información acordes con los programas académicos de la institución. Ofrecíamos servicios estudiantiles que incluían becas, alimentación, transporte, proveeduría y un sistema de residencias, y administrábamos también la cobertura de los riesgos de salud y la previsión social de nuestro personal.
Como cualquier otra institución en nuestro país o en cualquier otra parte del mundo, confrontábamos constantemente conflictos y problemas, pero teníamos los mecanismos y estructuras para resolverlos apropiadamente y salir adelante. Ahora ya no disponemos de esos mecanismos.
A lo largo de la docena de años que estuvo al frente de la institución, el rector Planchart tuvo que enfrentar la negación de presupuestos por parte del Ejecutivo nacional, la centralización de los recursos de funcionamiento en la Oficina de Planificación del Sector Universitario, la eliminación de los seguros de salud y los sistemas de previsión social en las universidades, el pago de la nómina del personal a través del Sistema Patria, y un sinnúmero de limitaciones que fueron mermando las capacidades operativas de la institución.
El golpe mortal a la gobernabilidad de la USB ocurrió hace más de tres años tras el fallecimiento del rector Enrique Planchart, con la designación arbitraria por parte del Consejo Nacional de Universidades de un rector y dos vicerrectores interinos. En concordancia con la Ley de Universidades y el Reglamento de la Universidad, las autoridades interinas han debido convocar a la elección de un nuevo equipo rectoral dentro de los 180 días de su designación, cosa que por supuesto no han hecho. Sin auctoritas ni capacidad para generar consensos dentro de la institución, estas autoridades interinas no tienen cómo dirigir la institución hacia el rescate de su esplendor.
–¿Cuáles considera que son las principales causas del deterioro actual de la Universidad Simón Bolívar?
-De alguna manera esto ya lo respondí en la pregunta anterior cuando me referí a cómo se han visto afectadas las fortalezas de la institución. Entre sus fortalezas fundamentales está el mecanismo de gobernanza matricial, en el que ninguna decisión puede ser tomada por una instancia sin involucrar a otras, lo cual obliga a la generación de consensos. La imposición de autoridades interinas que debieron durar a lo sumo seis meses y ya llevan más de tres años sin convocar a elecciones rectorales es una de las principales causas de su actual deterioro. La carencia de recursos, la precariedad de los salarios, la falta de servicios, que también se deben a decisiones arbitrarias tomadas por el Ejecutivo nacional, son también causa importante del deterioro. La emigración de profesores y estudiantes hacia otros países también ha contribuido y, por último, la pandemia de Covid-19. La universidad no tuvo capacidad real para sostener su funcionamiento durante la pandemia, entró en un estado catatónico, suspensión de la que todavía no ha salido porque, en medio de la parálisis pandémica, quedó acéfala.
–¿Hubo alguna señal o evento específico que marcó el inicio del declive?
Sí. En 2009 se aprobó la Ley Orgánica de Educación, se centralizó en la Oficina de Planificación del Sector Universitario la asignación de estudiantes a las universidades nacionales prohibiéndose las pruebas de ingreso, y a partir de ese año se redujeron sustancialmente los presupuestos universitarios. En ese año se inició también la grave contracción económica de Venezuela, producto de las expropiaciones y nacionalizaciones y de la imposición de controles a las actividades económicas, produciendo una crisis de inflación, desempleo y escasez que disparó la emigración masiva de venezolanos. En ese año se enmendó también la Constitución para permitir la reelección presidencial indefinida, resquebrajando fuertemente el sistema de pesos y contrapesos, alejando la posibilidad de la alternabilidad en el ejercicio del poder y rompiendo definitivamente el hilo democrático. La señal o evento específico que marcó el inicio del declive de la Universidad Simón Bolívar fue el autoritarismo.
–¿Qué medidas cree que podrían implementarse para recuperar la calidad y el prestigio de la universidad?
-La calidad y el prestigio de la universidad son del tamaño de la calidad de sus profesores y sus estudiantes, y lo que atrae a profesores y estudiantes a la USB es la actividad académica. Por tanto, para recuperar la calidad y el prestigio de la universidad es necesario recobrar la actividad académica que en el momento actual permanece severamente disminuida. Entonces hace falta restablecer los transportes estudiantiles y de personal, los servicios de alimentación en el campus, la biblioteca, los laboratorios, los talleres, los edificios, los campos deportivos, las becas, los salarios, el seguro de hospitalización, cirugía y maternidad… Debemos restablecer la confianza y para ello, la elección de nuevas autoridades es una urgente necesidad. Si la Universidad no es capaz de atraer y retener a sus profesores y estudiantes, la Universidad no podrá recuperar su calidad y prestigio.
-¿Cómo podría la comunidad universitaria, incluyendo a ex alumnos y docentes, contribuir a este proceso?
-Sabemos que la recuperación de la Universidad no puede esperar a que llegue ayuda de afuera, debemos empezar por algún lado. A principios de los años noventa del siglo pasado, con la democracia venezolana ya haciendo aguas, fuimos a visitar a Ernesto Mayz Vallenilla, quien desde hacía años se había alejado de la USB. Queríamos traerlo de vuelta. Pensábamos que, frente a las incertidumbres y las amenazas, su presencia fortalecería a la universidad. Le ofrecimos doctorados honoríficos y otras distinciones, no aceptó ninguna. “Nómbrenme jardinero”, ripostó.
Nos reímos. No se rían, dijo, Platón fundó su escuela en el jardín de Academo, en las afueras de Atenas. De ahí viene el nombre de la Academia y el jardín es fundamental porque ahí preparamos la tierra, sembramos la semilla, la regamos para que germine, cuidamos la planta, florece y nos da el fruto, que finalmente nos devuelve la semilla que podemos volver a plantar. Así que el jardín es importante, es lo más importante, nómbrenme jardinero. Y así fue Mayz Vallenilla nombrado jardinero de la Universidad Simón Bolívar.
Empecemos por el jardín, acomodémoslo. Durante décadas la USB logró mantener sus jardines impecablemente con mínima erogación del presupuesto de la institución.Parte del mantenimiento se solía hacer bajo los auspicios del señor Martín Da Silva, coordinador del vivero que funciona en Sartenejas, que con la tecnología apropiada y en ambiente protegido producía hortalizas de alta calidad, procurando a la vez recursos que aplicaba en favor de los jardines de la Universidad. Asimismo, el Laberinto Cromovegetal, obra icónica de Carlos Cruz Diez, más de cincuenta mil plantas en colores rojo, verde y amarillo, cuyo cuido y mantenimiento estuvo durante años a cargo de la Asociación de Amigos de la USB. Exalumnos y docentes no podemos por nuestra cuenta, de sopetón, restablecer salarios, contratar HCM, reabrir la biblioteca o revertir la desinversión en los laboratorios. Pero debemos empezar a hacerlo porque el Estado por sí solo no puede ni podrá.
Tenemos que acostumbrarnos a la idea de que es toda la sociedad la que debe involucrarse en el desarrollo y sostenimiento de la universidad, en particular sus egresados y las comunidades y empresas en las que se desempeñan, tanto en Venezuela como en el exterior. Así que empecemos por ahí, ocupémonos de los jardines: preparemos la tierra, sembremos la semilla. Hagamos del campus un lugar atractivo para profesores y estudiantes, abramos la puerta para la recuperación de la actividad académica, para el renacimiento de la USB.
Mineau Reyes, presidenta de la Asociación de Egresados
–¿Cuál es el papel actual de los egresados en el apoyo a launiversidad?
-Los egresados de la Universidad Simón Bolívar siempre hemos estado activos apoyando proyectos que contribuyan a la continuidad académica y administrativa de la USB y en defensa de la excelencia y de sus valores y principios rectores.
Fuimos pioneros, ya que la Asociación de Egresados de la USB (AEUSB) es la primera asociación de egresados del país, tanto de universidades públicas como privadas en Venezuela y está celebrando su 30 aniversario. Seguimos siendo pioneros en los proyectos y programas de apoyo en beneficio de la comunidad universitaria de egresados, estudiantes, profesores y administrativos que lleva adelante la AEUSB. Ante la crítica, difícil y prolongada crisis financiera e institucional de la universidad, los egresados han asumido un importante rol de apoyo a la institución y la comunidad universitaria.
-¿Existen programas o iniciativas lideradas por egresados paracontribuir a la recuperación de la universidad?
-Hay varios programas y proyectos de apoyo liderados por la Asociación de Egresados.
En el área académica propusimos el Programa Egresado-Docente, dentro del Proyecto “Volver a la Simón” y promovimos el Reglamento de “Profesor Invitado”, aprobado por el Consejo Directivo, para la participación e incorporación de egresados residenciados dentro y fuera del país como “Profesores ad-honorem”, para suplir las vacantes de los profesores que migraron y evitar el cierre de asignaturas. A través del «Programa Todos por la Simón» se realiza la donación de equipos, materiales y apoyo y patrocinio de actividades y requerimientos de profesores, administrativos, estudiantes y organizaciones estudiantiles, la reparación de equipos de laboratorios, la dotación de equipos de impresión y computadoras a salas de lectura y consultas y otras dotaciones a través de este fondo de proyectos.
En el área institucional, a través del «Programa Conecta a la Simón», en alianza con empresas y corporaciones privadas, se implementó el préstamo de equipos de computación y comunicaciones para el trabajo a distancia de personal docente y administrativo de manera de contribuir a la continuidad académica y administrativa de procesos clave para la USB, también apoyamos con el «Programa de Manejo del Cambio» al personal administrativo ante la importante reducción del personal en funciones en la USB, que hasta el momento es de casi 40%.
También es de destacar el apoyo institucional a la USB, en la defensa de la autonomía universitaria, para la realización de elecciones libres de autoridades rectorales, suspendidas desde 2013, promocionando foros de debate en la comunidad, recogiendo firmas de apoyo, realizando consultas a egresados sobre la propuesta de reglamento electoral y participando en la formulación y entrega del Reglamento Temporal de Elecciones al consejo directivo y a la ministra de Educación Superior, en ese momento Sandra Oblitas. Hemos insistido en la importancia de la renovación de autoridades y el liderazgo académico, sin que haya sido atendida esta solicitud.
Confiando en que las limitaciones presupuestarias y debilidades institucionales de la USB podrán ser superadas en el futuro, la AEUSB está desarrollando el proyecto de fortalecimiento institucional “La transformación de la USB”, que tiene por objeto debatir las propuestas de nuevos modelos de modelaje académico, de enseñanza, de trabajo a distancia, de utilización de tecnologías y sistemas de comunicación para la automatización de procesos. También incluye revisar y proponer nuevos modelos de gestión, administración y financiamiento mixto, con la participación del Estado, del sector empresarial privado y de la sociedad civil. Organizar a la USB como una corporación para emprender servicios en la economía global del conocimiento, generar valor a través de sus fundaciones e institutos con el apoyo de sus egresados, para la diversificación de ingresos que apuntalen su sostenibilidad operativa y financiera, a través de la iniciativa «Programa USB Mundo».
La idea es repensar a la USB para asegurar la formación de profesionales con los más avanzados conocimientos, generadores de cambio y desarrollo sostenible, respetando al medio ambiente, que promuevan la elevación de las condiciones y calidad de vida de la sociedad, que estén comprometidos con el desarrollo del país. El proyecto será sometido a la consideración y aprobación del Consejo Directivo de la USB. Confiamos en lograr, como dice su lema original, que la Universidad Simón Bolívar continúe siendo “La universidad del futuro”.
En el área social, mantenemos con el apoyo de egresados y padrinos corporativos desde hace 16 años el «Programa de Becas Aquiles Nazoa», otorgadas a estudiantes de alto desempeño académico con condiciones socio económicas que ponen en riesgo la terminación de sus estudios de pregrado. Desde el año pasado implementamos el «Programa de Becas de Verano» para estudiantes de cursos de verano para recuperación de materias sobre todo de estudiantes de primer año. Igualmente, para mejorar las condiciones de vida de los profesores creamos desde el año 2021 el Fondo de Seguridad Social y de Salud de Profesores en alianza con la Asociación de Profesores (APUSB) y la Federación de Centros de Estudiantes (FCEUSB) para prestar los servicios de atención médica domiciliaria y ambulancias, administrado por el Instituto de Previsión de Profesores (IPP).
La AEUSB ha establecido alianzas con organizaciones y empresas privadas para ofrecer beneficios especiales a los egresados afiliados a la asociación, en la inscripción a cursos, seminarios y conferencias de mejoramiento profesional. También ofrece una póliza colectiva de salud para egresados y sus familias; recientemente se extendió el plan de seguros a toda la comunidad de la USB.
En el área de infraestructura, ante la precariedad de las instalaciones y servicios del campus universitario, se ejecutó la recuperación de servicios básicos, con el apoyo de egresados y de empresas privadas aliadas de los sistemas de drenaje y aguas, así como la reparación parcial de la red de distribución de agua, a través de un financiamiento otorgado por la CAF con la AEUSB como ejecutor del proyecto. Igualmente, se ejecutaron reparaciones del sistema de distribución de electricidad y la recuperación de infraestructura de algunas edificaciones.
-¿Cómo describiría la relación actual entre los egresados y la universidad?
-A través de la Asociación de Egresados participamos con la comunidad en el patrocinio de actividades, ofrecemos cursos de mejoramiento profesional, realizamos proyectos institucionales, mantenemos programas sociales y académicos, ejecutamos proyectos de recuperación de infraestructura, actividades deportivas, etcétera. El egresado cuenta con el aprecio y reconocimiento de nuestra comunidad.
La situación de la Universidad Simón Bolívar requiere de grandes inversiones para la recuperación de servicios, infraestructura, política salarial y de beneficios a su personal docente administrativo y obrero que no se pueden resolver sino con la acción mancomunada de diversos actores, principalmente del Estado a través de un adecuado plan de presupuesto.
Igualmente, los propios egresados, disfrutan de los beneficios que ofrecemos y confiando en nuestro desempeño y rendición de cuentas, financian los programas y proyectos que llevamos adelante.
-¿Qué acciones se están tomando para fortalecer esta conexión?
-Ese esfuerzo es permanente y se ha construido a base de trabajo y resultados positivos y efectivos. Somos parte integral de la comunidad y la relación que mantenemos es de confianza, compromiso y pertenencia con la USB. Los egresados de la USB somos más de 47.000, de ese total más de 60% está residenciado y trabajando fuera del país, lo que significa que mas de 30.000 egresados han migrado y forman parte de la llamada diáspora. Eso ha requerido un importante esfuerzo por parte de la AEUSB de ubicación, comunicación y motivación para mantener la conexión con el país y la universidad.
-¿Cómo pueden los egresados que residen en el extranjero colaborar conlas iniciativas de recuperación de la universidad?
-Como parte de ese permanente esfuerzo de comunicación y conexión con nuestros egresados en el exterior por parte de la AEUSB, a final de noviembre tenemos un evento en Madrid para presentar los proyectos institucionales que lleva adelante la AEUSB y el tema del evento es: «La red de talento de la universidad del futuro, encuentro y reflexiones de los egresados USB en el exterior». Se presentarán varias ponencias, se presentará la alianza con la Asociación Hispano Venezolana de Ingenieros y Arquitectos y la Comisión de Actividades en España de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela y se entregarán botones de aniversario de graduados a un grupo de 180 egresados, hasta el momento, de manera presencial y virtual. En este evento se plantearán varias acciones para que participen y se integren activamente en los proyectos que estaremos presentando.
-¿Han establecido alianzas con otras organizaciones o universidades paraapoyar a la USB?
Tenemos alianzas corporativas que permiten la realización de actividades de apoyo a la comunidad como, por ejemplo, nuestra alianza con Conindustria, así como con organismos multilaterales como la Corporación Andina de Fomento (CAF) que permitió el financiamiento de las obras de Dotación de Suministro Sustentable de Agua Potable a través de un préstamo no reembolsable otorgado por la CAF.
Con las alianzas logradas esperamos impulsar el «Proyecto USB Mundo» para la diversificación de ingresos que apuntalen la sostenibilidad operativa y financiera. La universidad financiada 100% por el Estado ya no es posible, factible ni sostenible.
Diana Mayoral y Jesús Del Vecchio, egresados
–¿Cómo fue su experiencia estudiando en la Universidad Simón Bolívar y qué impacto tuvo en su vida profesional?
-DM: Mi ingreso en la USB fue un shock total. Venía de un colegio católico de puras niñas y me encontré con una diversidad con la que nunca había vivido. Eso me sirvió de mucho para poder aprender lo que es realmente el mundo. Ahí aprendí, además, que la educación es un continuo y que no podemos nunca dejar de aprender.
JDV: Estudiar mi carrera de ingeniero en la USB fue maravilloso. Mi vida estudiantil estuvo llena de actividades como estudiante, participando en los deportes y de manera social con mis compañeros de promoción y de otros años dentro de la universidad. Mi formación como ingeniero me permitió desarrollarme en mi vida profesional de manera exitosa y hoy puedo decir que gran parte de mis logros profesionales se debieron a la formación que tuvo base en mi casa, mi colegio y mi universidad.
–¿Qué recuerdos o anécdotas guardan con más cariño de su época universitaria?
-DM: ¡Tantos recuerdos, tantas anécdotas! Los sobrenombres de los profesores y los alumnos, por ejemplo. Las múltiples horas que pasábamos todos conviviendo dentro de la universidad, fueron momentos maravillosos que nos fundieron, como si fuéramos una gran familia, y que hasta el día de hoy hace que nuestra amistad perdura.
JDV: Recuerdo con gran satisfacción mis días en la USB compartiendo en las clases, estudiando en grupos y luego irnos de bonche, los juegos de futbolito, béisbol y los paseos en grupo a diferentes lugares de Venezuela y, muy especialmente, un par de viajes a Margarita donde estuvimos más 40 personas de diferentes carreras compartiendo en unas vacaciones de trimestre.
–¿Cómo perciben la situación actual de la universidad desde su posición como egresados? ¿Qué sentimientos les genera ver el estado actual de su alma mater?
-DM: Había escuchado muchos cuentos del estado de deterioro de nuestra universidad, pero nada te prepara para lo que yo encontré. Está en total abandono. Los jardines que fueron espectaculares, están todos recrecidos. Las obras de arte necesitan mantenimiento. Pero lo que más me afectó fue ver que no hay estudiantes ni profesores: esa vibración que producen los seres humanos cuando están interactuando no está presente en la universidad, y eso da un dolor muy grande.
JDV: Muy triste y a la vez preocupante el ver a nuestra Alma Mater en un estado deplorable de su infraestructura por falta de presupuesto y por haberse presentado una situación de conflicto por su dirección y orientación. Se perdió el norte y las prioridades de formación y desarrollo de profesionales cada vez es más precaria. Hoy la autonomía universitaria en la USB no existe. Todo esto me genera tristeza, impotencia por querer ver y lograr un cambio hacia lo que fue la USB de los años 70, 80 y 90. Además, esto está impactando la formación de profesionales en áreas científicas y otras de interés para la nación. Lo más triste que no estamos firmando nuevas generaciones que puedan reemplazar a los que estamos próximos a retiro y eso es muy preocupante para mí.
–¿De qué manera creen que pueden contribuir personalmente al mejoramiento de la universidad?
-DM: En la Universidad Simón Bolívar está todo por hacerse. Yo comenzaría por decretar un estado de emergencia para concientizar sobre lo que está ocurriendo, que no es normal. Hay que tomar medidas drásticas y urgentes para poder recuperar lo que queda de ella.
JDV: Hay varias iniciativas que hemos estado tratando de desarrollar para mejorar la situación de la USB y de hecho a través de la AEUSB hemos aportado fondos de los egresados y de donaciones privadas para ayudar en el mantenimiento de algunos servicios básicos para su funcionamiento. Sabemos que han sido paliativos, la USB hoy requiere de un presupuesto muy alto que permita ponerla operativa y a operar dignamente.
–¿Están involucrados en alguna iniciativa específica para apoyar a la USB?
-DM: Soy parte de la Asociación de Egresados de la Simón Bolívar. Y adicionalmente acabo de ser electo como miembro suplente al Consejo Directivo, desde donde espero poder influir en las decisiones de rescatar a la universidad.
JDV: Sí lo estamos. Tenemos un grupo de egresados que participamos en la AEUSB y otros estamos integrados a los diferentes comités o consejos donde se discuten temas relacionados a la operación universitaria. En lo particular, opino que estas participaciones no han logrado todo lo esperado por la comunidad universitaria, debido a la falta de coordinación y entendimiento con las actuales autoridades y la no disponibilidad del presupuesto que requiere la USB. La USB no escapa de la problemática actual del país y también se puede palpar la migración de estudiantes, profesores y empleados administrativos para su correcto funcionamiento. Recientemente se efectuaron las elecciones para representantes de los diferentes actores que hoy forman la comunidad universitaria, en la cual fui reelegido para representar a la USB en el Concejo Superior Universitario y espero con ansias que en este periodo podamos reactivar y trabajar de manera armoniosa todos los que lo conformamos y así poder encaminar a la USB para que cumpla la misión para la cual fue creada.
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