elecciones 2024

¿Venezuela realmente está a las puertas de una transición a la democracia?

Para observadores y analistas la unidad lograda con la candidatura de Edmundo González, movilización de gran parte de la población a favor de un cambio hacia la democracia, el rechazo al gobierno de Nicolás Maduro y la elección presidencial que se realizará el 28-J, son factores fundamentales para hacer posible que se abra la puerta de una transición para Venezuela

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El director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (CEPYG-UCAB), Benigno Alarcón, afirmó durante la presentación del informe “Perspectivas políticas y sociales de cara a la elección presidencial”, que en Venezuela comienza a abrirse una ventana de oportunidad para una transición democrática, pero advierte que el costo de tolerancia a un cambio político puede ser muy alto en este momento para el sector de Nicolás Maduro que tiene el control del gobierno.

Países en situaciones de guerra interna, dictaduras militares férreas y dinastías autocráticas han tenido que aceptar transiciones como el mal menor ante la imposibilidad de mantenerse en el poder por la fuerza de las armas frente a una sociedad que que decidió liberarse.

Luego de 25 años de la implantación de un modelo autocrático, la población venezolana se está movilizando buscando un cambio hacia la democracia: ¿Estamos realmente a las puertas de una transición?. Es la pregunta que muchos se hacen.

Transiciones: la voz de los protagonistas

Patricio Aylwin, el expresidente de Chile (1999-1994) y figura clave en la transición de la dictadura militar que encabezó el general Augusto Pinochet a la democracia, analizó la etapa histórica de una de las dictaduras más férreas y criminales de la región (1973-1990) y lo que parecía imposible: generar una de las democracias más estables del continente.

Esa trascendental etapa de cambio la dejó plasmada Aylwin en su libro: “El reencuentro de los demócratas. De la dictadura a la democracia” en el que ofreció este mensaje para la reflexión: “Podría decirse con razón que el camino recorrido no fue el que originalmente queríamos y que llegamos a la victoria en el plebiscito después de haber fracasado en varias propuestas anteriores. Es cierto que muchos de los que terminamos encabezando la lucha por el ‘NO’ (plebiscito de 1988 para aprobar o rechazar la continuidad del régimen de Pinochet) en esta oportunidad habíamos postulado antes otras soluciones, que generalmente significaban el retiro inmediato de Pinochet, la formación de un gobierno provisional, la convocatoria a una Asamblea Constituyente y la aprobación plebiscitaria de una nueva Constitución. El plebiscito de 1988 fue, en verdad, nuestra última trinchera después de haber perdido múltiples batallas. Creo que todos habríamos preferido triunfar antes y de otra manera. Tal vez esas derrotas fueron necesarias para forjar la solidez de la Concertación de los demócratas y para dotarnos del realismo que tanto se necesita para gobernar”.

Este análisis lo recordó su hija, Laura Mariana, ex diputada chilena y profesora universitaria, cuando, a mediados de 2020, participó en una conferencia internacional para Venezuela coordinada por un equipo de dirigentes de Primero Justicia (Julio Borges, Paola Bautista de Alemán y Juan Miguel Matheus), y el Instituto Forma (Formación y Acción), quienes promovieron un encuentro vía zoom con protagonistas de las más importantes transiciones de Hispanoamérica, figuras internacionales de la política, academias e historia para intentar responder a la pregunta: “¿Puede Venezuela volver al camino democrático?”.

Durante 25 años en Venezuela la oposición democrática ha intentado por múltiples rutas promover las condiciones para una transición a la democracia y tal vez, como le ocurrió a los chilenos, el camino que lleve al país hacia una democracia sea el menos imaginado.

Ya lo señaló el politólogo John Magdaleno acerca de las elecciones del 28 de julio: “Esta es la mejor oportunidad que hemos tenido en 25 años”.

Despertó el deseo de cambio

Desde el 22 de octubre de 2023 se despertó en Venezuela un profundo deseo de cambio en la población a partir de la movilización generada como consecuencia de las elecciones primarias opositoras en las que resultó electa por una abrumadora mayoría la hoy líder del proceso de cambio, María Corina Machado.

Desde entonces la palabra “transición” tomó un lugar relevante en el debate político nacional. Para algunos analistas, dirigentes políticos y politólogos, Venezuela comenzó a encaminarse a una transición hacia la democracia y para otros estamos a las puertas de una transición que puede abrirse a partir de las elecciones del 28 de julio.

Lo cierto es que –a juzgar por las encuestas y la calle- gran parte del país se inclina hacia un cambio y esa “luz al final del túnel” se encendió a partir de una profunda reflexión que se generó en los principales partidos de oposición luego de muchos caminos sin salida asumidos desde el triunfo en las elecciones parlamentarias de 2015.

Laura Mariana Aylwin recordó en su conferencia que en aquellos tiempos antes del plebiscito en Chile, la sociedad, la oposición y sus organizaciones políticas estaban muy divididas: “Hubo muchos intentos por unir durante los 17 años de dictadura militar”.

Tres elementos destacó para que se abriera la transición en Chile: La unidad de todos los factores sociales que tenían grandes diferencias desde el período de Allende; el profundo deseo de cambio en la mayoría de la población; y la brecha de una lucha “legal” que se abrió a partir de la convocatoria al plebiscito propuesta por la propia dictadura militar.

El viraje opositor

Es de destacar que en 2020, cuando se realizaron esas conferencias con los protagonistas de las transiciones en Venezuela ya se había producido el proceso que presidió Juan Guaidó. Había grandes dudas y divisiones sobre el camino escogido por la oposición a partir de su juramentación como presidente interino en enero de 2019, y se habían desconocido las elecciones nacionales y regionales desde 2016.

Un año después, en las regionales de noviembre de 2021, los partidos más importantes optaron por participar. A pesar de no lograrse la unión opositora y perder la mayoría de las gobernaciones, varios ejemplos exitosos, como el del estado Barinas, llevaron a los partidos a revisar sus políticas, hacer cambios internos y renovar autoridades.

Aún con sus dirigentes nacionales en el exilio, presos o perseguidos, la revisión de sus políticas los llevó a promover la participación electoral y la organización de la primarias consultando a la ciudadanía y hacerla protagonista de la escogencia del candidato unitario. Para los tiempos que corren, en Venezuela se dan los tres elementos que promovieron las transiciones en otros países, como el caso de Chile.

La fuerza de la movilización

La movilización de la población civil a favor de un cambio político hacia un sistema democrático con instituciones sólidas e independientes es quizás el elemento clave para llevar a un país a un proceso de transición.

transición
Edmundo y María Corina: ¿la llave de la transición?

Como señala el estudio sobre democracia V-Dem 2023, del Instituto de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, una organización integrada por expertos que han estudiado los cambios y ciclos que viven los sistemas políticos en el mundo: “La sociedad civil constituye una defensa fundamental contra el régimen autocrático por su capacidad de movilizar a la población contra el gobierno. Por ello, la vulneración de los derechos y libertades de las organizaciones civiles constituye un peligro para el régimen democrático. También es un terreno que normalmente los gobernantes autocráticos tienden a restringir aún más, como ha hecho Putin en Rusia a lo largo de los años”.

En ese terreno el gobierno de Maduro ha venido aplicando una férrea persecución de las ONG que se dedican a la defensa de los derechos humanos. Son emblemáticos los casos de Rocío San Miguel, de Control Ciudadano y Javier Tarazona, de Fundaredes, detenidos y procesados por su actividad a favor de víctimas de violaciones de derechos fundamentales y ahora convertidos en víctimas ellos mismos.

En este marco entra también la inhabilitación de dirigentes políticos, en especial la de María Corina Machado; la detención y persecución de toda la dirigencia de su partido político; los procesos judiciales contra dirigentes gremiales y sindicales, periodistas y hasta ciudadanos que se expresan a través de las redes sociales.

Hasta las más férreas han caído

Hay quienes dicen que no hay posibilidad de una transición democrática frente a un gobierno que se ha transformado en un “régimen mafioso” que tiene el control de las armas y la Fuerza Armada Nacional, además de vínculos con organizaciones criminales y armadas que operan en el país, como lo muestran los datos que aportan especialistas como Luis Izquiel y Fermín Mármol León en su libro “Revolución de la Muerte: 20 años de crimen, violencia e impunidad en Venezuela”o los estudios de Transparencia Venezuela. Son factores complejos que no dejan de ser ciertos pero no son los únicos que juegan para modificar una realidad.

El trabajo persistente del expresidente de Costa Rica, Oscar Arias, con el Grupo Contadora, logró la pacificación en los conflictos armados en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en plena “guerra fría”. Arias y los países que apoyaron esa iniciativa se enfrentaron a una polarización extrema en la que la Unión Soviética promovió los movimientos armados a través de Cuba, mientras que Estados Unidos respondió financiando militarmente a La Contra de Nicaragua.

Arias, también participante en la referida conferencia para Venezuela, destacó que las elecciones que se lograron en Nicaragua estuvieron muy lejos de ser perfectas. Pero Daniel Ortega accedió a hacer las elecciones porque el Plan Paz requería de las democracias para poder alcanzar una pacificación duradera en la región.

Para esos años había una realidad a la que le temía Arias y sus aliados en la negociación: “Es más fácil hacer la guerra que alcanzar la paz”. Es decir había más temor a aceptar un proceso de democratización que de mantener la guerra. Una variable que Arias y el Grupo Contadora lograron alterar.

Los herederos de Franco y la transición

El expresidente del gobierno español, Felipe González, también participante en la citada conferencia internacional, señaló que “pensando en Venezuela se me ocurre que quizás puede unirse la voluntad de diálogo de la oposición interna con algunosexponentes del chavismo que saben que no sobrevivirán políticamente si Nicolás Maduro permanece en el poder”.

Recordó que en España había dos posturas en el franquismo: los herederos del régimen que creían que debían preservar un franquismo sin Franco y los que opinaban que eso era imposible. Ese grupo pensaba que lo que había que hacer era homologarla con los países democráticos de su entorno, como Europa.

“En esa convergencia de propósitos nos encontramos con algunos -bastantes- de los herederos del régimen que tenían el poder pero que sentían que no tenían legitimidad del apoyo de las urnas. Nosotros, que teníamos la aspiración de la libertad no teníamos poder, pero teníamos una legitimidad en suspenso que podría probarse solo yendo a las urnas. De esa mezcla salió un pacto que nos llevó a la Constitución de 1978 y a los Pactos de Moncloa, nos llevó a la modernización de España, nos ha llevado a los mejores 40 años de convivencia civil. Esta democracia fue pactada, incluyente y con vocación de convivencia. En Venezuela parece que lo tienen más difícil, pero tienen instrumentos que los van a llevar a conseguir la libertad para todos”, enfatizó González.

Por su parte, Fernando Henrique Cardoso, expresidente de Brasil y protagonista de la transición de la dictadura militar a la democracia, indicó: “Mi experiencia en Brasil es que hay algunas personas que apoyaron a un gobierno más autoritario y después dejaron de apoyarlo. ¿Cuándo dejan de apoyarlo? Cuando el pueblo se mueve y cada quien percibe que esto empieza a quemar sus manos. No hay que desistir. ¿Es un camino largo? Puede ser, pero hay que mantener la llama”.

El costo para el opresor

Esa variable que plantearon González y Cardoso en la cual el opresor también entiende que se le están quemando las manos ha sido estudiada por varios expertos en transiciones y la conclusión es que ha estado presente en todas las transiciones ocurridas en los últimos 50 años, a pesar de las dinámicas históricas y sociales tan distintas.

Benigno Alarcón resaltó que hay que estudiar a fondo las variables comunes que se generan en ellas. Citando a autores como Thomas Schelling o Robert Dhal, subrayó la importancia de estudiar la relación entre una transición y el balance entre los costos de opresión y el de la tolerancia. En su libro, “El nuevo desafío venezolano” refiere que esa variable es fundamental y especialmente útil para comprender el caso venezolano e incluso predecir el éxito o fracaso de las políticas que se han aplicado para producir una transición.

El destacado politólogo estadounidense Robert Dhal afirmaba que todo proceso de transición democrática es el resultado de una situación en la que los costos de opresión superan a los de tolerancia para quienes detentan el poder. Ese balance ayuda a comprender los diferentes momentos por los que Venezuela ha pasado desde 1999.

John Magdaleno afirmó que quizás Edmundo González, el candidato de la unidad, sea el indicado para ofrecer ciertos incentivos y garantías a factores de poder, “que contribuyan a destrancar la coyuntura crítica que podemos estar a punto de vivir”.

Venezuela pasa por una severa crisis económica que afecta a todos los niveles de la sociedad y eso se ha reflejado en la pérdida del apoyo de la población no solo al gobierno de Maduro sino al modelo implantado por el madurismo. El gobierno, además, ha perdido la capacidad de control que ejercía su estructura social. El deterioro también afecta a las fuerzas militares y policiales que son el brazo armado que hace posible el mantenimiento de la variable “costo de opresión”.

¿En qué punto de una posible transición nos encontramos en este momento en Venezuela? Posiblemente en lo que señala Cardoso, el expresidente brasileño: el momento en el que “comienza a quemar las manos del poder”.

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