El Ejecutivo europeo, aval de la competencia en la Unión Europea (UE), «concluyó que la operación no suponía un problema de competencia en el Espacio Económico Europeo», dijo la Comisión en un comunicado, en referencia a los 28 Estados miembros más Islandia, Liechtenstein y Noruega.
Esta decisión formal «supone la última medida tomada por la Comisión» en el marco de esa compra, precisa el documento.
En la madrugada del 7 de junio, Santander compró en cuestión de horas y por un solo euro simbólico el Banco Popular, al que el Banco Central Europeo (BCE) consideraba al borde de la quiebra.
La compra se llevó a cabo en el marco del Mecanismo Único de Resolución (MUR), un dispositivo del BCE activo desde enero de 2016 y que representa un pilar del proyecto de unión bancaria.
Su misión es organizar la quiebra ordenada de los bancos en dificultades de la zona euro, haciendo que la carga financiera recaiga en el sector bancario. El BCE no había recurrido a él hasta entonces.
La puesta en marcha del MUR, tras la aprobación de la Comisión, evitó un rescate con dinero público.
Según el ministro español de Economía, Luis de Guindos, Banco Popular se quedó sin liquidez el martes 6 de junio y no habría podido abrir al día siguiente si no hubiera sido comprado.
Santander tuvo que inyectar inmediatamente «13.000 millones de euros de liquidez» para evitar la bancarrota de su compatriota.
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