El venezolano ha tenido que recurrir al endeudamiento para intentar llevarle el ritmo a la inflación. Entre diciembre de 2011 y diciembre de 2015, la inflación acumuló 787,8%, mientras que las carteras de créditos al consumo en cuotas aumentaron 528% y las de tarjetas de crédito aumentaron 1.230,2%, de acuerdo con un análisis de la firma ODH.
Según los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística disponibles, en diciembre de 2015 el desempleo era de apenas 6%, pero la informalidad albergaba a 5 millones 273 mil 343 venezolanos: 4 de cada 10 empleados. La data oficial no parece reflejar el número de personas que, formando parte del mercado formal, deben tener un segundo y tercer empleo –muchas veces, informal- para poder complementar su ingreso familiar.
El informe señala que como una manera de proteger el valor del trabajo y la calidad de vida, el venezolano ha recurrido al adelanto de compras y acopio doméstico: el inventario actual del consumidor de un producto excede al inventario de períodos anteriores.
«Mientras la población tenga la expectativa de que un producto se mantendrá escaso por un período largo, tendrá más incentivos a aumentar sus reservas de este producto e incluso a disminuir su consumo», refiere el texto.
La Encuesta Ómnibus Datanálisis de febrero 2016 muestra que la escasez en los supermercados de Caracas se ubicó en 82,3%, mientras que la escasez en los hogares fue de 41%.
Asimismo, como parte de los mecanismos de racionamiento para la asignación de productos escasos, las largas colas para comprar productos regulados en los supermercados y abastos dejaron de ser la excepción y pasaron a ser la regla. Según Datanálisis, en 2008 un venezolano promedio adquiría bienes esenciales cada 10 días; pero a febrero de 2016, las compras se realizaban cada 3 días, se debían visitar al menos 4 locales y las colas fueron de –en promedio- 5 horas.
Ante la caída en las ventas formales, según la Encuesta Industrial del III Trimestre de 2015 realizada por Conindustria muestra que cerca de 45% de la industria nacional reportó que sus ventas habían disminuido mucho, los mercados negros parecen conformar una creciente estructura comercial: aunque a precios muy superiores a los llamados “precios justos”, ofrecen productos que difícilmente se consiguen en los mercados formales sin que esto conlleve visitar múltiples establecimientos.
«Las medidas tomadas por el gobierno central para intentar atacar el problema de las colas y de los revendedores, no parecen haber mermado la presencia de revendendores: en julio de 2015 Datanálisis reportó que 70% de las personas que hacían colas eran revendedores. Resalta y preocupa que en abril de 2016 la Federación Farmacéutica de Venezuela reportó una escasez de medicinas de 85%», señala el informe.
En cuanto al tiempo y el dinero para el esparcimiento y cultura -parte de la canasta básica del venezolano- se ha visto reducido por la caída en el ingreso real del venezolano y el menor tiempo disponible dadas las horas que se deben dedicar a nuevos trabajos e incluso a hacer las compras del hogar.
Por ejemplo, en la temporada de vacaciones escolares de 2015, la Asociación Venezolana de Atracciones y Parques (Avapa) reportó una caída de entre 15% y 20% de las visitas a los parques temáticos -respecto a 2014- por el aumento en los precios de las entradas. Y ahora, tras la restricción de los horarios a centros comerciales en febrero de 2016, el número de visitantes ha mermado -en promedio- 15%.