El debate de la noche del domingo mostró un cambio de tono notable entre los dos demócratas. Mostró a un Sanders con cada vez más problemas para detener el avance de quien encabeza las preferencias de su partido. Ambos candidatos se interrumpieron frecuentemente uno al otro y se lanzaron acusaciones de tergiversar sus historiales.
Sus desacuerdos fueron evidentes, pero lejos del panorama en el debate republicano en Detroit hace tres días, un enfrentamiento entre cuatro protagonistas definido por crecientes ataques personales, insultos e incluso referencias sexuales. En comparación, el debate demócrata fue un enfrentamiento más civilizado.
Cada candidato mostró sus credenciales como el mejor para vencer al favorito en las primarias republicanas, Donald Trump, en una eventual elección general en noviembre.
Clinton dijo que ha recibido más votos que Trump en las primarias y pronosticó que su «intolerancia, abusos y bravuconería no van a sentar bien entre el pueblo estadounidense».
Sanders, quien debatió con mucha más agresividad que en el pasado, criticó desde el comienzo a Clinton, hablando sobre la necesidad de mantener las fuentes de empleo en el país.
En su ataque más agudo, Clinton dijo que Sanders votó en contra de un rescate financiero en 2009 a la industria automotriz: «Yo los respaldé. Usted no. Si todos hubieran votado como usted, creo que la industria automotriz habría colapsado, llevándose con ella cuatro millones de empleos».