Economía

Economía se hunde más en 2018 mientras Maduro se aferra al poder con las uñas

El estado de la economía venezolana es hoy equivalente al de un país en postguerra. Todas las evidencias indican que este colapso sin reconstrucción continuará en todo 2018 y más allá, a menos que haya cambios políticos inmediatos. Más pobreza, hiperinflación, escasez y depresión acompañan a los venezolanos, pero nadie hace nada concreto para detener este deslave que ha desatado una tragedia humanitaria de impacto regional.

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Crisis en Venezuela aumenta índice de pobreza extrema en la región
Foto: Archivo / Manaure Quintero

Para algunas personas de las filas de la oposición, ese deterioro acelerado era la última carta en sus inútiles esfuerzos por provocar un cambio político en el país.
Al menos ésa era la esperanza de algunos observadores durante la primera fase de los hasta ahora infructuosos y cuestionados diálogos que se han llevado a cabo en República Dominicana entre el chavismo radical y una parte de la oposición agrupada en la desteñida plataforma electoral Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
«El tema fundamental de esa Mesa debería ser la emergencia humanitaria, cada días más grave. Y justamente una de las negociadoras del gobierno señalaba el lunes que no hay tal emergencia humanitaria y no se va a aceptar ningún tipo de ayuda. A confesión de partes relevo de pruebas», dijo a El Estímulo la dirigente sindical Marcela Máspero, de la central sindical Unete y quien era parte del grupo de asesores de los negociadores de la MUD en República Dominicana.
El deterioro de los indicadores macroeconómicos ilustra el tsunami que ha barrido a millones de venezolanos, especialmente los más pobres, para provocar una crisis humanitaria sin precedentes en esta ex potencia petrolera.
Como dice Máspero, hoy en Venezuela el salario mínimo mensual de los trabajadores no alcanza ni para comprar un kilo de carne y tres docenas de huevos por mes.
El colapso del salario -que se ha pulverizado por completo en este inicio de año-, está forzando a miles de venezolanos a abandonar el país, acelerando un éxodo que lleva varios años.
“Esta gente no reconoce la emergencia humanitaria, nada, y eso ha trancado el proceso de negociación en varias oportunidades”, dijo a El Estímulo una fuente de alto nivel. vinculada a las negociaciones en Dominicana.
Varios indicadores, proyecciones y tendencias permiten afirmar que la vida diaria de millones de personas será más dificíl y precaria en este 2018 y más allá, cuando se expande la miseria.
En política, el escenario más probable hoy es que Maduro será reelecto en abril en otras comicios cuestionados, que agravarán el aislamiento del país porque no serán reconocidos por influyentes países de América y Europa.
“Esta crisis ha sido demasiado larga, demasiado profunda como para que el gobierno siga negándola”, señala el economista José Manuel Puente, especialista en economía política y profesor del IESA. Prevé que 2018 será mucho peor que el ya desastroso 2017.
“El desastre es tan grave y es tanto el sufrimiento de la gente que es necesario discutir el cambio de las políticas económicas como una prioridad nacional”, señala.
La crisis humanitaria ya se expresa con crecientes cuadros de desnutrición, muertes continuas de pacientes por falta de medicinas y equipos más que por la propia enfermedad; en la salida diaria de centenares de refugiados por las fronteras terrestres de Colombia y Brasil para huir del colapso económico y en los estantes vacíos de supermercados y abastos, mientras aumenta la violencia criminal en zonas agrícolas productoras y en las calles de las ciudades.
Por eso, al inicio de las jornadas de diálogo en Dominicana, la demanda de que se abra un canal humanitario para atender esta emergencia con importaciones masivas de alimentos y medicinas era una prioridad para los negociadores.
Era una forma de intentar conectar los intereses de los más golpeados por el colapso económico y social con el ritmo de la política.
En cambio la estrategia apunta ahora a concentrase en que haya condiciones electorales creíbles con la esperanza de sacar al chavismo por los votos.
Pero las prioridades y los apremios de la gente común no suelen tener el mismo ritmo que las estrategias de los políticos que detentan el poder o que quieren alcanzarlo.
“El hambre no espera”, señala al respecto Puente.
El chavismo niega reiteradamente que esa crisis exista, mira para otro lado y usa la hegemonía comunicacional para martillar su propaganda según la cual el sistema socialista venezolano es un mundo ideal de bienestar para todos los venezolanos.
Desde las filas de la oposición agrupada en la MUD se ha entendido que un cambio general solo es posible si se ataca la raiz del problema: la necesidad de un gran cambio político que conlleve a un cambio en las políticas económicas y de ahí en adelante en las condiciones sociales de los venezolanos.
Pero, ante una nomenclatura del chavismo que no está dispuesta a ceder porque dejar el poder significaría la cárcel o la ruina, esa esperanza hasta ahora no es muy racional.
Entonces, en el escenario actual, a los abismados venezolanos les esperan largos meses de mayor deterioro económico, con sus efectos nefastos sobre el bolsillo y el estómago.
“No hay ninguna posibilidad de un cambio económico sin uno político”, dice Puente al observar que aunque quisiera hacerlo, Nicolás Maduro está metido en una camisa de fuerza ideológica, y además no tiene ninguna credibilidad ni entre los venezolanos ni entre los mercados financieros que pudieran aportar recursos frescos a Venezuela.
Fuentes vinculadas a las negociaciones en Dominicana habían revelado que una de las demandas centrales del gobierno era que se reconociera a la Asamblea Constituyente creada por Maduro para gobernar con poderes supremos y que los dirigentes opositores abogaran por el fin de las sanciones económicas aplicadas por el Tesoro de Estados Unidos contra las nuevas emisiones de deuda de Pdvsa y de la República, y contra una lista corta formada por Maduro y sus principales colaboradores.
Para otro economista de alto nivel que prefirió guardar el anonimato, esa percepción entraña otro error. “Incluso con la anuencia de la AN, este gobierno no puede levantar dinero fresco. ¿Quién le presta a un país en default (ya está en impago de deuda externa), sancionado?”, observó.
“Los que le pueden prestar en estas condiciones lo harán incluso sin la anuencia de la Asamblea Nacional”, el malogrado parlamento opositor, agregó.
– Grandes y miserables números –
El petróleo, fuente del 96% de las divisas que entran al país por exportaciones, es otra evidencia del problema más que una solución, mientras los ingresos financieros están paralizados.
La caída sostenida de la producción, que se ha acelerado en los últimos meses, seguirá con fuerza para el resto de 2018, según varias fuentes.
Una proyección de la firma Barclays prevé que la producción de crudo de Venezuela en 2018 alcance solo 1,43 millones de barriles por día (bpd), con un derrumbe promedio de 750.000 bpd respecto al resultado de 2017, cuando a su vez se desplomó unos 300.000 bpd, según cifras oficiales.
“El declive de la producción de un millón de bpd o más para el cierre de 2018 no puede ser evitado”, dice Barclays en un informe cuyos fragmentos han sido difundidos por la empresa en sus redes sociales. La fuente de estos datos es la propia Pdvsa y la división Barclays Research.
El detalle, es que de esta producción solamente un millón de barriles por día generan ingresos en efectivo. Esto es la mitad de los 2,0 millones de bpd cobrados en efectivo en 2014; es 300.000 bpd menos que lo facturado en 2017 y 800.000 bpd menos que en 2016.
En todos esos años ya la crisis económica había comenzado hasta convertirse en la debacle que tenemos hoy.
La diferencia entre lo producido y lo facturado se explica porque buena parte de la producción se va en pagar a China una deuda ya consumida, en alimentar a pérdidas el mercado interno y en entregar cargamentos a países de la alianza Petrocaribe a cambio de apoyo político.
Suponiendo que todo el año se mantuviera el precio de $61 por barril que promedió en enero el petróleo venezolano, el retroceso en el volumen de exportaciones en efectivo equivaldrá a $6.725 millones menos en los ingresos de este año, según cálculos de El Estímulo.
La tragedia económica venezolana se sintetiza en una cifra clave: el Producto Interno Bruto, o suma total de riqueza que genera un país en un período determinado.
Este año se hundirá otro 15%, para sumar un desplome sostenido de 51% entre 2016 y 2019, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Eso significa que el tamaño de la economía se habrá volatilizado a la mitad en sólo cuatro años.
De hecho ya ha perdido más de un tercio (36,7%) entre 2015 y 2017.
“Esta tendencia es resultado de significativas distorsiones microeconómicas y desequilibrios macroeconómicos exacerbados por el colapso de la exportación petrolera; este último tuvo origen en la fuerte caída de los precios del petróleo ocurrida a mediados de 2014 y continuó más recientemente con el desmoronamiento de la producción nacional”, señala Alejandro Werner, director para el Hemisferio Occidental del FMI, al presentar un reciente informe sobre América Latina.
“Se proyecta que la inflación supere 2.400% en 2017 y que ronde 13.000% en 2018, alimentada por el financiamiento monetario de profundos déficits fiscales y la pérdida de confianza en la moneda nacional”, agrega Werner.
No hay en el mundo otro país con un resultado tan deplorable, al menos en la literatura económica reciente, según varios economistas.
Para la firma BMI Research, una división de la calificadora de riesgo crediticio Fitch, el colapso económico de Venezuela continuará “hasta tanto se hagan significativos cambios políticos”.
Comparado con 2016, se identifica una más lenta caída del PIB porque ya la producción ha caído dramáticamente en años recientes, señala en un informe privado para suscriptores.
Hay tres factores que explican este colapso: la monetización del déficit fiscal que ha conducido a un crecimiento masivo de la base monetaria y el circulante, lo que a su vez ha llevado a la hiperinflación y al colapso de la moneda local, el bolívar, liquidando la capacidad de compra de millones de venezolanos.
Esa expansión monetaria se acelera al paso que el gobierno reparte masivamente bonos en bolívares devaluados, por día el de Reyes, de los enamorados, por carnavales y a mujeres embarazadas, en el marco de su campaña electoral anticipada para la inminente reelección impuesta de Maduro.
“No vemos señales de que el gobierno vaya a disminuir la tendencia al crecimiento de la oferta de dinero en el próximo trimestre”, de hecho, en los meses recientes la tendencia se ha acelerado.
Los expertos señalan que la escasez de divisas reduce las importaciones y que ha detenido la producción en compañías que no tienen acceso a vitales suministros de materias primas.
“La persistente escasez de medicinas y alimentos importados también ha sido un factor clave en la la crisis humanitaria en Venezuela”, agrega.
En tercer lugar, el sostenido declive del vital sector petrolero continuará en los próximos semestres en la medida en que inversiones en el sector y proveedores de servicios se han retirado, en vista de impagos por $19.800 millones que les adeuda el gobierno.
La producción de Pdvsa ha caído 23,5% desde 2011, como resultado de años de desinversión y mala gerencia.
– La apuesta del dólar – 
Una de las escasas medidas puntuales aplicadas por el gobierno de Maduro es la reciente eliminación del tipo de cambio de Bs 10 por dólar, para pasar a una tasa flotante determinada por la oferta y la demanda entre privados, en unas subastas semanales bajo la mirada del Banco Central.
“Con la eliminación del Dipro viene un acelerado proceso de ajuste y es que por este mecanismo se financió el 72,3% de las importaciones totales de la economía en 2017”, señaló la firma Ecoanalítica en un reciente informe.
“Este “nuevo” esquema servirá de gasolina para una mayor aceleración del proceso hiperinflacionario, en especial en algunos rubros clave”, agrega.
Ajuste es el eufemismo que usan los técnicos para referirse a los seguros aumentos generalizados de precios de los pocos bienes subsidiados importados que quedan en el mercado local, entre ellos las cajas de comida racionada por el partido de gobierno PSUV a través del sistema llamado CLAP.
La macrodevaluación implícita en la eliminación del arqueológico cambio de Bs 10 por dólar hasta una tasa más cercana a la del mercado, provocará lo que los economistas llaman una transferencia de alzas de precios en bienes como medicinas y alimentos ya escasos.
– El muro de Maduro –
Desde hace algún tiempo algunos políticos y personas comunes apostaban a que la caída del petróleo y un eventual colapso de la economía forzara al chavismo a salir del poder o al menos a cambiar sus políticas.
Pero esa es una ecuación llena de “exuberancia irracional”.
“En lo que siempre he insistido y está demostrado, la variable que genera transiciones políticas no es la variable económica”, señaló al respecto el especialista Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) durante un encuentro con periodistas para analizar el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958.
“La hiperinflación se termina convirtiendo en un modus vivendi”, señaló al recordar los casos de países como Zimbabwe. La gente ocupa su vida más en inventar mecanismos y fórmulas de supervivencia, advierte.
Mientras tanto, el venezolano común sufrirá más apremios para alimentarse, vestirse, movilizarse. Los alimentos básicos seguirán escasos y ya hay informaciones claras de que esa tendencia seguirá firme.
La Corporación Única de Servicios Productivos y Alimentarios (Cuspal) la dependencia oficial encargada de casi todas las importaciones de productos agrícolas y materias primas, ha reducido notablemente su procura de compras de maíz y trigo. Y como consecuencia muchas industrias y molinos de harinas producen a menos de la mitad de su capacidad, señala un reciente informe del Servicio Exterior de Agricultura del Departamento (ministerio) de Agricultura de Estados Unidos.
En general dentro de Venezuela un sector privado aterrorizado por las potenciales represalias del chavismo se niega a divulgar sus propios datos a la prensa.
Pero los estudios de expertos estadounidenses basados en movimientos del comercio mundial, permiten trazar un panorama bien claro:
“Las interrupciones en los procesos de manufactura han venido siendo cada vez más frecuentes y pueden durar semanas y los inventarios son exprimidos hasta el último grano”, mientras la hiperinflación desata la demanda y debilita el poder de compra y el consumo interno y los precios suben casi a diario, advierte el reciente informe sobre el mercado local de granos y cereales.
En 2017 la escasez de diésel para mover las maquinarias en el campo complicó la temporada de siembra y miles de hectáreas quedaron improductivas o destinadas a ganadería.
Falta de fertilizantes y maquinarias se sumaron para reducir la superficie sembrada de maíz y la cosecha.
“La producción continuará siendo insuficiente para satisfacer la demanda de maíz para alimentación humana y animal”, apunta el informe que prevé un déficit de un millón de toneladas en la temporada 2017/2018, es decir una caída de un tercio de la oferta comparado con las 3,321 millones de toneladas consumidas en 2015/2016 entre producción nacional e importada.
En arroz se proyecta una caída de la oferta de 25.000 toneladas respecto a las 837.000 toneladas de la estación 2015/2016. El cereal ya está fuera del alcance para las familias que perciben el salario mínimo mensual, señalan los expertos, mientras los aumentos salariales no son capaces de acompañar el curso de la hiperinflación.
En trigo, la crisis económica y limitaciones de las importaciones están creando una severa escasez y actualmente se satisface apenas la mitad de la demanda y el consumo interno se proyecta en 1,05 millón de toneladas en el período que termina en julio de 2018, contra 2,112 millones de toneladas a julio de 2014.
En el segmento de carne de pollo y de huevos la producción ha caído a niveles históricos, señala otro informe de la misma fuente.
Esto ayuda a explicar por qué un simple huevo de gallina en Venezuela vale más que el salario de todo un día de trabajo de un tercio de los asalariados formales.
Apoyado en estadísticas de Fenavi, el gremio local de la industria avícola, este informe recoge que a junio de 2017 la cría de pollos estaba en 30,5 millones de cabezas, muy por debajo de la capacidad instalada para levantar 73 millones por mes.
Había 11,1 millones de gallinas ponedoras, casi un tercio de la capacidad de 27 millones de cabezas.
La producción de pollo y huevos ha caído dramáticamente en 77% y 68% respectivamente desde los picos históricos alcanzados en 2013 y 2014 debido a una drástica reducción de las importaciones y de la producción local de materias primas para los alimentos.
De esta forma, el consumo per cápita ha caído a 14 kilos en 2017, muy por debajo de los 45 kilos alcanzados en 2014.
El consumo de huevos, el llamado bistec de pobre, ha caído en 2017 a un promedio estimado de 88 unidades por persona, la mitad que en 2014.
Pan, arepa, pollo, huevo frito, alimentos básicos que en cualquier país llegan a las mesas de pobres y ricos, pero que en Venezuela de crisis encadenadas son un lujo que ayuda a entender  por qué la gente necesita respuestas claras de los políticos, desde cualquier acera.]]>

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