Las acusaciones de que Kaspersky, con sede en Moscú, ayudó voluntariamente o no a la inteligencia rusa a robar información ultrasecreta de Estados Unidos acabó con su negocio en ese país y perjudicó su reputación mundial.
La empresa, que vendió más de 600 millones de dólares de software antivirus en el mundo en 2015, dijo que apeló ante un tribunal federal estadounidense sobre la base de que la prohibición es inconstitucional porque le negó el derecho al debido proceso respecto a la validez de la acusación.
El presidente ejecutivo, Eugene Kaspersky, sostuvo en un comunicado que su empresa «no ha tenido una oportunidad justa con respecto a las acusaciones y que no se han presentado pruebas técnicas para validar» las medidas tomadas por el Departamento de Seguridad Interior (DHS) de Estados Unidos.
La semana pasada, un alto funcionario del DHS dijo a periodistas que Kaspersky Labs sí presentó un caso en su defensa, pero que el Departamento no cambió su postura.