Entrevista

María Isabel Guinand: "Hay que empoderar a las mujeres en su trayecto de liderazgo"

Con 40 años de experiencia en el sector gerencial, la rectora de la Universidad Metropolitana, María Isabel Guinand, habla sobre cómo ha balanceado su carrera profesional con su vida personal, la importancia de la educación para alcanzar la paridad de género y cómo los Principios WEPs pueden beneficiar a las empresas e instituciones

cortesía
Publicidad

Encontrar el equilibrio entre su vida profesional y su rol de madre fue uno de los mayores desafíos de María Isabel Guinand. Sin embargo, la organización, la dedicación y el compromiso le permitieron forjar una exitosa carrera empresarial de 40 años al mismo tiempo que formaba a sus tres hijos.

Licenciada en Educación, mención Física y Matemática, de la Universidad Católica Andrés Bello y magíster en Administración de Empresas del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), Guinand es rectora de la Universidad Metropolitana (Unimet), una de las más prestigiosas del país, desde su designación en septiembre de 2022. Desde allí, ha podido observar el aumento de la paridad de género tanto en cargos directivos como entre estudiantes.

Siendo parte de un equipo rectoral conformado por otras mujeres como María Gabriela Escalona, vicerrectora administrativa de la Unimet, y Natalia Castañón, vicerrectora académica de la misma institución, Guinand considera que la educación es la clave para alcanzar la igualdad de género en el ámbito profesional y en las tareas domésticas.

Por ello, en esta entrevista para El Estímulo, cuenta su experiencia profesional y por qué considera que los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (WEPs) propuestos por la Organización de Naciones Unidas, para ubicar a mujeres en puestos de liderazgo, son beneficiosos tanto en el ámbito educativo como en el empresarial.

En nuestro contexto, el rol de las mujeres en puestos de liderazgo enfrenta múltiples desafíos. ¿Cómo ha sido tu historia personal de emprendimiento para ascender y lograr estar en el lugar que ocupas actualmente?

Mi desarrollo profesional y de liderazgo viene en dos ámbitos. Primero, en el ámbito empresarial, ya que tuve 40 años de trabajo en los que se establecieron roles de liderazgo, y ahora en el ámbito educativo como rectora de la Universidad Metropolitana. No puedo recordar un obstáculo per se en mi carrera ascendente. El desafío mayor en mi caso era combinar y equilibrar mis tareas propias de madre y de hogar con las tareas de puestos exigentes, desde el punto de vista de manejo del tiempo y manejo de recursos.

En mi época, el peso mayoritario de la educación en la primera infancia de los hijos y de las tareas domésticas recaía fundamentalmente en mí. No quiero decir que mi esposo no me apoyara en los temas profesionales, pues siempre estuvo plenamente de acuerdo con que ejerciera mi profesión de forma amplia y libre, siempre y cuando no escatimara en tiempo para atender a los temas domésticos, cosa que fue muy retadora en mi tiempo. Hoy en día, no solamente hay que empoderar a las mujeres en sus trayectos profesionales de liderazgo, sino también que hay que empoderar a los hombres en las tareas domésticas. Ahí es donde se generaría un equilibrio.

– ¿Cómo ves el liderazgo de las mujeres en organizaciones venezolanas? ¿Estamos adelantados, atrasados o a la par de los niveles de liderazgo de otros países?

En donde me ha tocado ejercer a mí roles de liderazgo, diría que estamos a la par. En el ámbito educativo, nosotros estamos un poco más adelante que el mundo general. Podemos ver mujeres en el cargo más alto de las universidades, que es la rectoría, no solamente en mi caso de la Universidad Metropolitana, sino que muchas mujeres han hecho carrera académica y han logrado dirigir varias de las universidades más prestigiosas del país. En el tema empresarial, estamos en el camino correcto, pero es un camino más lento. En el entorno del país en el que estamos, a las mujeres les toca fuertemente asumir posiciones no solamente domésticas, sino también de sostén de hogar. Eso hace que su desarrollo profesional se vea limitado, no por capacidad sino por tiempo. Todavía hay un camino que recorrer en Venezuela y en muchos de los países latinoamericanos.

– En Latinoamérica, en general, y en Venezuela en particular, vemos estadísticas que muestran que los principales problemas para que las mujeres tengan puestos de liderazgo no son de conocimiento, sino que se relacionan con la desigual distribución de los trabajos domésticos y cuidado del hogar, hijos y adultos mayores de familia. ¿Esta situación te ha afectado en tu proceso de crecimiento profesional? ¿Cómo has logrado superar este esquema?

No es algo que me ha limitado, sin embargo sí ha puesto un nivel de carga adicional relevante. También ha habido soportes familiares que han sido claves y relevantes en esas tareas, con lo cual debo tener gratitud. Latinoamérica tiene esa desventaja con respecto a otros países porque, aunque ha venido evolucionando, todavía hay un trecho largo para equilibrar las tareas domésticas entre el cónyuge y la mujer profesional. En muchos foros me preguntan de forma muy suspicaz cómo lo había logrado [equilibrar ambos], como si fuera una proeza. No es una proeza, es algo de la cotidianidad, de estructurarse, de organizarse y también de darles a los hijos responsabilidades tempranas con respecto a su propia educación y sus propias responsabilidades.

– ¿Qué consejos o claves puedes darles a todas esas mujeres que te ven como referencia y que desearían emprender un camino empresarial o en el que tengan mayor liderazgo en sus puestos de trabajo?

Que lo hagan, que no tengan miedo. No se pongan obstáculos anticipadamente; no piensen en los por qué no, sino en los cómo sí. Hay muchísimos ejemplos que pueden ser referentes en muchísimos ámbitos. En el ámbito académico, las combinaciones son mucho más virtuosas entre familia e hijos porque los calendarios coinciden, pero si es del lado de la empresa, en el que los calendarios de trabajo son más dispares o exigentes, también les digo que traten de armonizar sus tiempos en los tiempos correctos de los hijos. Para mí, las mañanas eran el momento clave con mis hijos en edad escolar, llevarlos al colegio o las comidas son momentos en los que uno les va instalando valores, ciudadanía, normas de comportamiento y responsabilidades.

¿Hacia dónde crees que deben perfilarse las gestiones para lograr mayor inclusión de las mujeres en los puestos de liderazgo?

El tema educativo y el tema del compromiso son dos aspectos clave. Cada vez más noto, cuando estoy en las graduaciones y me toca dar los diplomas, el número paritario de mujeres profesionales que están saliendo de nuestras universidades, incluso en las carreras que tradicionalmente se consideraban del género masculino. Hay que transmitir ese tema educativo desde la primera infancia para entender que cada quien tiene su rol en la sociedad y concientizar que no se trata de que «es la mujer por ser mujer», si no que se trata de que somos 50/50 en la sociedad. La educación debe ser para ambos, tanto para que las mujeres sepan que tienen desafíos, pero también herramientas, y para que el hombre pueda concientizar mejor cuáles son aquellos aspectos en los que la mujer puede complementar su desarrollo profesional y su impacto en la sociedad.

-Háblanos de los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (WEPs). ¿Cómo ves que pueden contribuir a la igualdad de género y un mayor liderazgo de las mujeres en lo laboral?

El principio que más me conecta es el de la dirección clara hacia un estatus paritario en la participación en comités, juntas directivas, equipos de trabajo y proyectos. Es una situación beneficiosa tanto para las partes como para la institución en sí misma. El segundo es el de la educación y formación; cómo a través de la educación podemos ir cerrando las brechas que todavía se mantienen. No es una educación nada más de conocimientos, sino es una educación formativa, que trata sobre los procesos cívicos, sobre el liderazgo comunitario y en la que realmente hay un compromiso para asumir una formación más integral desde los preescolares hasta la educación superior.

-Siendo parte de una institución WEPs, ¿qué les dirías a otras instituciones o empresas para que se unan?

Les diría a otras empresas y a otras instituciones que se animen a hacerlo, se animen a estudiar y a hacer saber dentro de sus instituciones el beneficio de tener una empresa con capacidad de inclusión. Que se ocupen de temas no tan agradables como la violencia de género, que se presentan en la cotidianidad y en los que las empresas WEPs tienen más capacidad, ya que han desarrollado herramientas para que estos comportamientos se minimicen y se ataquen a tiempo de una forma formativa y educativa. Animaría a que el sector empresarial se sume a darles más oportunidades más oportunidades a las mujeres para ocupar posiciones de liderazgo.

– En tu rol de liderazgo, ¿qué te falta por hacer y cuál es tu próxima apuesta en tu carrera?

El desafío más grande que tengo es la transformación de la educación superior en la Universidad Metropolitana; entender lo que nos está proponiendo la tecnología como habilitador de la educación, entender a la Generación Z, que es una generación más pegada a la inmediatez y a resolver las cosas de una forma mucho más rápida, y que esa transformación tenga como propósito ulterior formar talentos íntegros, líderes responsables con la sociedad, con el país y que sean capaces de impactar y desarrollarse donde sientan que su talento es valioso.

Publicidad
Publicidad