En esa oportunidad, el presidente hizo entrega de ocho leyes y anunció un conjunto de medidas adicionales, la gran mayoría no es más que un reciclaje de propuestas pasadas o ya ensayadas por el chavismo y que son responsables de la profunda recesión que padece la economía venezolana.
Una de las medidas planteadas por el presidente fue la puesta en marcha en los próximos días de casas de cambio por todo el territorio nacional, replicando la experiencia de los estados fronterizos, como estrategia para acabar con el “dólar criminal”, eufemismo que utiliza el presidente para referirse al tipo de cambio paralelo de la economía venezolana. La medida es presentada como la “solución” para derrotar el paralelo, esto es reducir su cotización y la enorme influencia que tiene en estos momentos en la formación de precios en Venezuela.
Conviene verificar qué ha pasado con el llamado “dólar fronterizo” y si es cierto lo señalado por el presidente de la República de que ha sido un mecanismo exitoso.
El sistema arrancó en enero y no ha liquidado más de $15 millones en sus primeros ocho meses de funcionamiento. Conviene destacar que el mercado paralelo de divisas mueve diariamente entre $4 y $5 millones por día, por lo que para el mismo lapso el volumen de transacciones en este mercado pudiera estar por el orden de $800 millones.
Adicionalmente, para participar en este esquema se exige una cantidad elevada de requisitos y el proceso operativo es engorroso. Pero, la mayor falla del esquema tiene que ver con la fijación de la paridad bolívar-peso que impacta el tipo de cambio implícito, y que se encuentra actualmente entre 3.300 y 3.400 bolívares por dólar, mientras la tasa del mercado negro es casi 6 veces ese valor.
Esto genera una presión de demanda brutal: pues no faltan los compradores que quieran hacerse de dólares baratos pero los oferentes no aparecen, a excepción del propio Estado. Por lo que el sistema genera un cuello de botella y se convierte en un mecanismo de restricción de divisas, sin mayor alcance.
De esta forma, el presidente Maduro se equivoca al afirmar que el esquema ha sido exitoso, pues visto sus resultados, ha sido todo lo contrario, un fracaso y un esquema más de reparto de poder entre grupos del chavismo que un esquema para estabilizar la brecha cambiaria.
Si el planteamiento del presidente Maduro de instalar casas de cambio en todo el territorio va a replicar el modelo del sistema fronterizo pues está condenado al fracaso y no va a lograr los objetivos deseados. Tendremos otro esquema más donde unos pocos se harán con dólares baratos y el tipo de cambio negro seguirá su senda ascendente y financiando cada vez mayores volúmenes de importaciones.
Venezuela necesita ir a un proceso de desmontaje del control de cambio dentro de un programa amplio de reformas para la reconstrucción y el renacimiento de nuestra economía.
Un paso previo que puede ensayar el Ejecutivo es unificar la tasa de cambio entorno a la tasa Dicom (lo que implica eliminar el tipo de cambio Dipro) e ir a una legalización plena del mercado paralelo.
La propuesta de casas de cambio en todo el país podría funcionar si: 1. el tipo de cambio reconoce la interacción de la oferta y demanda a través de un mecanismo transparente de mesa de dinero 2. Se reducen en forma significativa los requisitos (solo una cuenta bancaria y cédula de identidad) 3. Se eliminan topes o montos máximos por usuario para transar 4. Permiten al sector público y privado vender divisas en este mercado y ajustar costos en base a la tasa resultante.
Un esquema de este tipo puede provocar que el tipo de cambio negro de hoy se reduzca, pues es un mercado poco profundo, ilíquido y tendría un efecto positivo en las expectativas de inflación de los agentes económicos. Por supuesto, estas medidas deben acompañarse de otras adicionales en los frentes fiscal, monetario y petrolero, por decir lo menos.
Lamentablemente no creo que la propuesta del presidente Maduro vaya por esta vía. Por lo que el tipo de cambio negro continuará su tendencia al alza impactando negativamente la inflación y por ende, golpeando el poder adquisitivo, especialmente de los más pobres y vulnerables. Será otro intento fallido más y el gobierno de Maduro nuevamente habrá perdido otra oportunidad de empezar a resolver la crisis.
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