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¿Por qué es tan caro ser pobre? La teoría de las botas de Vimes lo explica

La teoría de Vimes viene a reflejar lo que también se conoce como 'la trampa de la pobreza', que provoca que las familias con menos recursos se quedan atrapadas en niveles de consumo muy elevados

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Ser pobre cuesta caro. Hay una teoría económica que así lo explica. Esta teoría surgió de la historia de fantasía Mundodisco, un planeta inventado por Terry Pratchett en la saga del mismo nombre. La creación de Pratchett destaca por su capacidad para establecer paralelismos satíricos sobre cuestiones culturales, políticas, económicas y científicas.

De hecho, los libros del genial autor entre su fino humor británico también recogen brillantes reflexiones sobre la sociedad actual, tan similar en algunos aspectos a la de hace 40 años, cuando Pratchett empezó a escribir las novelas de la saga.

Este entorno es el que recoge la ‘teoría de las botas de Vimes’, o sencillamente ‘teoría de las botas’, que trata de explicar el problema de la desigualdad y la injusticia socioeconómica.

Aparecida por primera vez en 1993, en la novela ‘Hombres de Armas’, señala que las personas que viven en la pobreza tienden a comprar productos baratos y de menor calidad, que deben reemplazarse repetidamente, y lo que a largo plazo resulta ser más caro que haber comprado un producto de mayor calidad.

Recibe este nombre, precisamente, porque es Sam Vimes, capitán de la Guardia de la ciudad de Ankh-Morpork, el que ilustra el concepto, poniendo como ejemplo unas botas, con una reflexión sobre lo caro que es ser pobre.

«La razón porque los ricos eran ricos, razonaba Vimes, era que se las arreglaban para gastar menos dinero. Tomemos el caso de las botas, por ejemplo. Él ganaba treinta y ocho dólares al mes más complementos. Un par de botas de cuero, realmente buenas, costaba cincuenta dólares. Pero un par de botas, las que aguantaban más o menos bien durante una o dos estaciones y luego empezaban a llenarse de agua en cuanto cedía el cartón, costaban alrededor de diez dólares».

«Aquella era la clase de botas que Vimes compraba siempre, y las llevaba hasta que las suelas se quedaban tan delgadas que le era posible saber en qué lugar de Ankh-Morpork se encontraba durante una noche de niebla, solo por el tacto de los adoquines. Pero el asunto era que las botas realmente buenas duraban años y años. Un hombre que podía permitirse gastar cincuenta dólares disponía de un par de botas que seguirían manteniéndole los pies secos dentro de diez años, mientras que un pobre que solo podía permitirse comprar botas baratas se habría gastado cien dólares en botas durante el mismo tiempo y seguiría teniendo los pies mojados.»

La teoría de Vimes viene a reflejar lo que también se conoce como ‘la trampa de la pobreza’, que provoca que las familias con menos recursos se quedan atrapadas en niveles de consumo muy elevados, como señalan desde Caixabank: los que tienen menos no pueden evitar gastar más, o invertir en eficiencia.

En el caso de la ropa o el calzado es fácil verlo, pero también se refleja en otros ámbitos. Por ejemplo, con la calefacción, ya que una casa bien aislada, y con un buen equipo acaba consumiendo mucha menos energía que una vivienda que solo puedes calentar con un pequeño calefactor de alto consumo y baja eficiencia. Igual pasa con los coches, ya que un vehículo nuevo y eficiente acaba consumiendo menos gasolina y generando menos gastos que un antiguo coche de segunda mano. Es solo una pequeña muestra de todas las circunstancias en las que se produce este fenómeno.

Índice de referencia

La sabia reflexión del comandante Vimes ha sido recogida en numerosos estudios e impulsado numerosas iniciativas, casi desde el momento en el que el libro fue publicado. Uno de los casos más recientes es el impulsado por el periodista británico Jack Monroe que, tras pedirle permiso a la familia Pratchett, desarrolló el Índice de las Botas Vimes, para medir con más precisión el encarecimiento de la vida.

Considera que el IPC tradicional subestima la verdadera crisis de la subida de precios, ya que las versiones más baratas de los alimentos básicos se encarecieron tanto como el resto de los alimentos, provocando una presión insostenible para las familias más pobres. Como explica Tim Hardford, conocido como ‘el economista camuflado’, la inflación golpea más fuerte a los hogares más humildes, debido a su incapacidad para sustituir los bienes de menor precio por otros más baratos. Por debajo no hay nada ya.

En definitiva, con la reflexión del comandante Vimes podemos concluir que, a la larga, lo barato sale caro. Que invertir en calidad es más rentable. O como señala el siempre sabio refranero español, «el dinero del pobre, dos veces se gasta».

Información de El Economista

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