Espectáculos

Cinco cosas que podrían prestarse las dos Blade Runner

Ya casi llegamos a 2019, el año en que se situaba la Blade Runner de 1982, y todavía los carros no vuelan en la ciudad de Los Ángeles Los Dodgers juegan beisbol sin que se lo impida el smog y la lluvia, y de hecho, van a la Serie Mundial. En Estados Unidos manda Trump y en Venezuela el chavismo acaba de ganar una elección con una inflación de casi 1.000%, lo que no previó ningún guionista de ciencia ficción.

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Foto: Vimeo.com

En los cines se estrenó hace poco la secuela Blade Runner 2049¸ del director canadiense Denis Villeneuve (Arrival). Acabo de volver a ver en video la Blade Runner original de Ridley Scott y la tentación populista sería decir que la primera película costó 130 millones de dólares menos y era mejor, a pesar de que los efectos especiales entonces eran mucho más primitivos.
Y sí, me gusta más la de 1982, pero eso no quiere decir que la replicante de 2017 (o sea, 2049) no sea también muy buena y algo que hay que ver antes de morirse.
El mensaje transversal de ambos filmes es que, una vez que hemos creado algún tipo de vida artificial, debemos hacernos responsable de ella.
Un replicante (o sea, una especie de ser humano mejorado con biorrobótica) podrá tener recuerdos diseñados, pero eso no quiere decir que sus experiencias sean menos reales.
Cinco cosas que ambas películas podrían prestarse entre sí para crear un replicante cinematográfico superior:

De Blade Runner 1982 para Blade Runner 2049:

1. Vangelis: la nueva película tiene sonidos inquietantes, muy al estilo Arrival (aunque el islandés Johann Johannsson, creador de la banda sonora de esta última, se bajó del barco). Pero estoy seguro de que Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch admitieron sus limitaciones y no intentaron siquiera crear algo para los créditos finales similar al clásico de Evangelos Odysseas Papathanassiou, o sea, Vangelis. Nadie puede con el gran Vangelis, es como tratar de meter más goles que Lio Messi. Media humanidad se sigue fusilando sus bandas sonoras:

2. Un actor legendario que tenía 40 años en 1982 y ahora tiene 75 años: si no has visto Blade Runner 2049, no te quiero arruinar la sorpresa, pero vuelve un tipo que antes hizo otros dos regresos épicos en las sagas de Indiana Jones y Star Wars. Desconozco si ese señor tiene alguna enfermedad degenerativa, lo que sería lamentable, pero evidentemente no es el mismo que cuando tenía 40 años. Nos pasa a todos, no sólo es un tema de forma física. Por cierto, hay quienes han llegado a la conclusión de que sus papeles tienen rasgos de depredador sexual, lo que no es muy bien visto en 2017:

3. Rutger Hauer: ¿quién se acuerda de este holandés que no hizo cosas demasiado memorables aparte de Blade Runner? ¡Hasta fue entrenador del Real Madrid en Goal 2! El rubio Rutger Hauer encarna el espíritu del punk en la película de 1982, y aunque con el tiempo ha sido un poco olvidado, es uno de los villanos más memorables, ambiguos e inquietantes de la ciencia ficción de todos los tiempos. Entre otras cosas, anticipó las partidas de ajedrez entre humanos y computadoras:
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4. Un editor como “Marsha Nakashima”: ese nombre japonés aparece en los créditos de Blade Runner, aunque hay quienes especulan que nunca existió. En todo caso Blade Runer no llega a las dos horas y Blade Runner 2049 casi llega a tres. Es la tendencia. Si vas mentalizado de que la película de Villeneuve es más larga que Por estas calles, no te pega tanto y la puedes disfrutar más. Me pasó a mí: me pareció mejor cuando la vi por segunda vez.
5. La transformación de Sean Young: la nueva Blade Runner 2049 tiene una jevita con múltiples cambios de look (ya hablaremos de ella, lo merece), pero uno de los momentos insuperables de Blade Runner 2019 (o sea, la de 1982) es cuando la melancólica replicante Rachael se deshace su horrorosa pollina de robotina y se suelta el cabello.
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De Blade Runner 2049 para Blade Runner 1982:

1. Hologramas. Siempre es un riesgo cuando haces ciencia ficción: el futuro puede evolucionar de maneras diferentes a como te lo imaginabas. Para 1982 quizás era difícil de prever que, 35 años después, los principales avances no serían carros voladores sino cosas como Internet, la telemática, la realidad virtual y las redes sociales. No importa: te lo perdonamos, Ridley Scott, igual hiciste una bella película sin monitores LCD. Blade Runner 2049 tiene una de las mejores parejas de 2017: el replicante agente K (Ryan Gosling) y su jevita virtual Joi (la actriz cubana Ana de Armas), que a pesar de ser sólo un holograma, tiene personalidad, ojos infinitamente tristes y hasta un final de heroína romántica. Joi se roba el show y remite directamente al personaje-voz de Scarlett Johansson en Her (2013).
2. Drones. Ver el apartado anterior. El nuevo Blade Runner (un replicante cazador de replicantes descontinuados ilegales) ahora tiene como brazo derecho una especie de mini-Halcón Milenario, que por cierto es un homenaje a una escena de Blade Runner (1982) en la que Harrison Ford examina una fotografía a través de órdenes verbales.
3. Una chica verdaderamente “Pain in the Ass”. Los roles de género son otra cosa que ha cambiado mucho en 35 años. En Blade Runner había dos replicantes malas despachadas de manera relativamente rápida, la saltimbanqui Pris (Daryl Hannah) y una stripper que hacía un show erótico con una culebra, Zhora (Joanna Cassidy), pero lo de Luv (la holandesa Sylvia Hoeks) en Blade Runner 2049 es otra cosa totalmente distinta. Vas a tener pesadillas con esta mujer cayéndote a patadas con sus piecitos hechos con pedicure y siempre vestidita como un maniquí del Centro Tolón:
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4. Un GPS de mayor rango. En 1982 la ficción se centraba en Los Ángeles. En 2017 el universo Blade Runner se extiende un poco. Vemos suburbios parecidos a México DF y que California se llenó de invernaderos. También nos enteramos de que a la pobre Las Vegas no sólo le cayó un asesino que mató a 58 amantes del country desde la ventana de un hotel cinco estrellas, sino una explosión nuclear.
5. Un personaje tan exquisito como un iPhone X. Hay una posibilidad de que el futuro no sea oscuro, sórdido y tormentoso como Venezuela con 23 gobernadores rojos, sino educado, luminoso, blando, descalzo, táctil y delicado. Es Ana Stelline, una diseñadora de recuerdos interpretada por otra actriz poco conocida, la suiza Carla Juri. ¡Qué cuchitura de personaje!
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