Espectáculos

Silvia De Abreu: "Esta Cleopatra se comporta como un gato"

“César y Cleopatra”, original de George Bernard Shaw, se estrena el 1 de julio en versión y dirección de José Tomás Angola. Se trata de un espectáculo con más de 20 personas en escena y con la participación en vivo de la Orquesta Sinfónica de Venezuela y Miguel Ángel Noya. Y ella será el centro de atención: Silvia De Abreu, su Cleopatra

Fotos: Daniel Hernández
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Ambición y poder. Pasión y traición. En esos ejes se mueve esta historia. La versión, mejor dicho, que hizo para la ficción teatral el dramaturgo George Bernard Shaw: el poderoso César, ya sabio y maduro, se encuentra con la niña que quiere reinar sobre el convulso Egipto. «Gatita», la llama. Y promete conducirla al trono, quiere enseñarle a gobernar, a llevar las riendas con sabiduría. Pero la pequeña Cleopatra es lo que es: desciende del linaje de los faraones.

«César y Cleopatra» es una producción de La Máquina Teatro, la Fundación Asklepión, Teatro del Buen Paso, la Asociación Venezolana de Conciertos, el Centro de Artes Integradas, la Asociación Cultural del Colegio Emil Friedman y la Fundación Teatro Teresa Carreño. Esta versión de la comedia dramática de Shaw es un proyecto del director y dramaturgo José Tomás Angola, quien además sube al escenario transformado en el César imaginado por el escritor irlandés.

En este espectáculo que incluye a un cuerpo de baile, a más de 20 actores y a la Orquesta Sinfónica de Venezuela junto al músico Miguel Ángel Noya, participan Aroldo Betancourt como el dios Ra y Silvia De Abreu, quien será el foco de atención: la actriz -que ha actuado, entre otros, en montajes de «El Rey Lear» y «Macbeth»– es la Cleopatra que se transformará ante los ojos de los espectadores a partir del 1 de julio en la Sala Ríos Reyna.

-¿Cómo es esta Cleopatra que estás conociendo ahora?

-Por ser la última faraona y por lo que conocemos de su historia –especialmente su última parte con Marco Antonio- creemos que Cleopatra es esta mujer impúdica, asesina, mala reina. Es la imagen que tenemos de ella la primera vez que nos la encontramos. Y ante esta Cleopatra que nos presenta Shaw me di cuenta de que en verdad es una niña criada en una cultura que hoy veríamos como algo salvaje, donde todo era supervivencia y cortar cabezas era muy normal. Al final del día, era una niña inocente. Su aya, la mujer que la cuidaba, la maltrataba, le pegaba y la tenía sometida. Ella conoce a Julio César y en ese hombre ve la figura de alguien que de verdad la quiere y le importa. Pero empieza también a conocer el poder.

Creo que para Cleopatra eso era lo más importante: el poder por el poder. Eso es lo que la vuelve loca y la lleva a actuar de maneras incorrectas fuera de lo que César le enseñó y allí César se da cuenta de que creó un monstruo.

-¿Pero para ella, justamente, no se trataba todo de sobrevivir?

-Al principio sí. Ella está casada con su hermano que tiene 12 años en esta versión de la historia y sí, César era el ancla y el poder era la manera de sobrevivir porque incluso los Ptolomeo entre hermanos tenían disputas y a uno ya le habían cortado la cabeza: era lo normal, si querías el trono, lo robabas.

César se convierte en ese salvavidas de ella. Ftatateeta, el aya, quería que Cleopatra consiguiera el poder, pero al probarlo se envicia y se enferma con eso. Y lo quiere todo para ella. Ya no es un tema de sobrevivir. Incluso llega a querer que César se vaya y la deje a ella como reina. Para ella, César no la amaba totalmente porque ella no lograba ponerlo celoso. César estaba por encima de los celos, por encima de lo mundano. Él la quería y la adoraba, pero para ella no era así porque necesitaba a alguien a quien pudiera manipular.

Cleopatra
(Fotos: Daniel Hernández / El Estímulo)

El tema de Cleopatra era la manipulación. Ella sabía que era una mujer hermosa y que tenía todas las herramientas para actuar de manera de salir beneficiada. Cuando no consigue lo que quiere, comete el error, el fallo, de mandar a asesinar al que es el maestro de su hermano, al maestro de reyes, y todo se le viene abajo porque ya ni la manipulación le sirve para ganarse a la gente que tiene alrededor. Ni siquiera a César.

-¿Qué es el poder para esta Cleopatra?

-Para ella el poder es la razón de su vida. Cleopatra existe por el poder y para el poder. Es lo que quiere y lo tiene que conseguir. No existe un mundo donde ella no tenga el poder y sea la reina de Egipto.

-¿No es ella la que seduce a César?

-Sí y no. César se encanta con esta niña salvaje que se encuentra y que es fácil de moldear, de enseñarle él toda la experiencia que ha adquirido a lo largo de los años. Con el tiempo, César adquirió una sabiduría que de alguna manera quiere transmitir y lo perfecto para eso es esta niña que se encuentra en medio del desierto y que resulta ser descendiente de los faraones. Ella es su proyecto que se le va de las manos.

-Los dos son víctimas y victimarios entonces…

-De una manera u otra sí. Creo que César es víctima de la Cleopatra manipuladora y que no sigue los consejos y las enseñanzas que él le da desde su sabiduría. Pero también es victimario y ella lo dice en la obra: hace reina a la primera niña que encontró en su camino a Alejandría.

-Pero esa niña tenía derecho a ser reina…

-Claro, pero no fue que César se enamoró de la niña Cleopatra, sino que para él fue la oportunidad de aprovechar que ella era descendiente de los faraones. Todo el cuidado, cariño y amor que él siente por ella lo construye después, pero al inicio ella fue un proyecto para él. Sí, ambos juegan esos papeles y al final Cleopatra se descontrola y se va de las manos de César y de hecho, es lo que sigue, que es cuando se encuentra con Marco Antonio y es la historia que conocemos y que termina muy mal para ella por la codicia y eso del poder por el poder.

Cleopatra

-¿Recibe un castigo?

-Sí, hay un castigo. Cleopatra comienza la obra siendo una niña y vemos cómo se transforma en mujer y en la mujer impúdica que tal vez todo el mundo conoce. Al final se da cuenta de que en verdad no era ella quien tenía el poder, aunque se lo creía y manipulaba a todo el mundo. Algo pasa que le demuestra que no era tanto como ella creía.

-¿Qué hubieras hecho tú diferente estando en la situación de la Cleopatra de Shaw?

-Diferente a esta Cleopatra, yo no hubiese recurrido a atacar a personas inocentes por mi codicia de poder. Es verdad que soy Cleopatra y tengo derecho al trono igual que mi hermano, pero no puedo lastimar a personas que no tienen nada que ver o que no merecen el castigo de la muerte simplemente porque me ofenden o no me gusta como piensan o porque van en mi contra.

-Son criterios contemporáneos…

-La gran lección de la obra es que el ojo por ojo, diente por diente no es la solución.

cleopatra

-¿En qué se equivocó César con ella?

-Se equivocó en darle a probar el poder y en no ponerle un parado a las actitudes de manipulación de Cleopatra. Está bien, la mujer tiene su femineidad y con eso ella puede conseguir cosas que quiere, pero no poner un parado cuando ves que el niño se está portando mal nunca va a corregir esa actitud, en su caso, ese vicio que agarra del poder.

-¿Cómo muestras en escena esa transformación de niña a mujer?

-Una muy fácil, ella al principio de la obra habla de cortarle la cabeza a su hermano. Ella quiere ser reina y cuando se encuentra a César dice “si yo quiero ser reina, debo cortarle la cabeza a mi hermano”. Pero ella dice esas palabras con la ligereza de un juego, como decir “te voy a matar”, porque de verdad no entiende lo que implica cortarle la cabeza a alguien. Más adelante ya no lo vocifera todo el tiempo, ni lo dice por decirlo. Solo lo dice cuando la decisión está tomada y entendiendo el peso. Al principio es como un perro que ladra y no muerde, luego se transforma en un perro que no ladra y muerde. Ese es el cambio: ella empieza juguetona, dice todo lo que piensa, amenaza, como los niños, y cuando entiende la seriedad de todo empieza a volverse calculadora, fría, cuida todo lo que dice para no meter la pata. Entonces ese es el cambio más evidente en la Cleopatra niña versus la Cleopatra mujer. Es sabia, ya conoce, ya sabe cómo se mueve todo, ya sabe qué decir, cómo y frente a quién decirlo, sabe de quién se debe cuidar y de quién no.

cleopatra

-¿El trabajo en esta obra te llevó a buscar información sobre la Cleopatra histórica o preferiste no hacerlo para no contaminar a la de la ficción de Shaw?

-Busqué información sobre todo por temas de contexto. Los actores hacemos aproximaciones lo más fieles posible. Sí, me interesaba conocer el contexto en el que Cleopatra se cría porque es una niña que fácilmente dice “te corto la cabeza” en juego, pero es que era una cultura ser así. Desde pequeños los enseñaban a sobrevivir de cualquier manera.

Ella se consigue a un hombre mucho mayor y busca la manera de acercarse a él porque así la criaron. Es importante entender el tema de las guerras, la rebelión civil que había porque los Ptolomeo se peleaban entre ellos, entender que los faraones se casaban entre hermanos… Incluso vi las películas de Vivien Leigh y Elizabeth Taylor, que son las dos basadas en esta versión de Shaw para entender un poco. Pero, entendí y no me llevé. Comprendí la historia, lo que se quería, pero no me quedé con esas propuestas de ellas sino que todo eso lo utilicé para crear algo nuevo. Fue una base para poder entender y construir mi versión de Cleopatra.

-¿Qué elemento destacas de tu versión de Cleopatra como algo particular?

-Esta Cleopatra se comporta como un gato. Shaw cuando escribe la versión de César lo pone a decirle siempre “gatita”. La corporalidad de esta Cleopatra es la de un gato. Al principio un gatito chiquito y más adelante, ya un gato maduro que no juega tanto. Sí hay mucho de esa pose, de la forma de mirar, de acostarte, de colocar las piernas, en esta Cleopatra que estoy construyendo.

“César y Cleopatra” se presentará en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño con tres únicas funciones: viernes 1 y sábado 2 de julio a las 5:30 P.M., y domingo 3 de julio a las 4:30 P.M. Entradas a la venta desde $15 en las taquillas del teatro y por la plataforma www.maketicket.com.ve.

La traducción y versión de la pieza original estuvo a cargo de José Tomás Angola y Elizabeth Yrausquín. Dirige José Tomás Angola y codirige Eduardo Viloria. La música es de Alfonso Lopez Chollet.

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