La prueba del desayuno: Bourdain, Spade y la felicidad elusiva
Era necesario digerirlo. No se trataba de una noticia ligera como un soufflé, ni de un tema grato a cualquiera de los cinco sentidos. De hecho, leer el titular dejaba un gusto amargo en la boca: Anthony Bourdain, el aventurero gourmet par excellence, le ponía un punto final a su propia historia en París, la cuna de la alta cocina. ¿Quién lo hubiese imaginado?