¿Votar o no votar? El dilema de un chamo desilusionado
Parece mentira que la calle hubiese estado encendida hasta hace apenas unas semanas. Se siente como si todo hubiese sucedido el año pasado. Volvimos a esa normalidad en la que el dinero sigue siendo insuficiente para comprar las pocas cosas que el comunismo no ha desaparecido todavía; a la normalidad en la que lo ordinario es que la gente se muera en los hospitales por enfermedades que habían sido erradicadas el siglo pasado.