Gastronomía

Ella es Carolina Chacón, la chichera más popular de Sabana Grande

Todo el día, la cola ante el carrito de chicha de Carolina Chacón, en Sabana Grande, es muy larga. Su chicha con toppings modernos, como Oreo, aros de colores o sirope de chocolate, es famosa

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Daniel Hernández

Cuando levantó la mirada al frente de su carrito de chicha, Carolina Chacón no pudo contener el asombro. Una cola de gente se organizaba desde donde se encontraba ubicada, al final del bulevar de Sabana Grande, hasta la avenida Francisco Solano López. Todos querían probar la chicha que prepara en su negocio, un emprendimiento que decidió llamar Chicha Nostra. La idea le vino en medio de la desesperación por haber quedado desempleada, tras perder un puesto de comida que tenía en el mercado de Catia, parroquia en la que vive desde hace siete años.

Fotos: Daniel Hernández

Carolina tiene 42 años y es madre soltera. Salió adelante sola con sus dos hijos, uno de 24 y otra de 12. Nunca pensó que el negocio llegaría a ser tan popular. Cuenta que un día, a mediados de junio de 2021, un muchacho sin vinculación alguna con la farándula o los medios, se le acercó, le compró una chicha, le tomó una foto y la subió a Facebook. Desde entonces, la cola no se disuelve hasta que sirve el último vaso o el cansancio la agota. “El día que empezó todo este boom, abrí a las 10 de la mañana y a las 11 y media ya no tenía nada de mercancía”, dice.

Esta chicha venezolana es diferente a la que se consume en otros países de la región, una bebida que data de tiempos prehispánicos y que se ha ido adaptando a cada época. Es una bebida cremosa a base de arroz. Frente al boom del negocio de Carolina Chacón, muchos fueron los memes y las opiniones en las redes sociales. El asombro no solo se debe a la creatividad del producto y a las múltiples formas con las que las familias venezolanas salen adelante, sino porque es una muestra de la distorsión económica y social que atraviesa el país. Ahora, las colas ya no son por gasolina nada más, también por chichas.

—¿Cómo empezó todo esto?

—Mira, déjame explicarte: antes, yo trabajaba en el mercado de Catia vendiendo hortalizas. Después empecé a vender sal, harina y todo eso, pero llegó un momento en el que el dueño del sitio me pidió el puesto y yo me quedé en stand by como por cuatro o cinco meses. En ese lapso resolvía como peluquera a domicilio, porque también trabajo en eso. Después, cansada, le dije a mi hijo que quería hacer algo diferente: pensamos en hamburguesas y perros calientes, que es lo que muchos hacen, pero al final nos decidimos por la chicha que se vende en el país los 365 días del año y las 24 horas del día. Buscamos un carrito por las redes. No quería nada de latón ni más de lo mismo, quería algo diferente.

—¿Y cuándo empezaron formalmente?

—Nos activamos a finales de 2020, arrancamos el 16 de diciembre.

—Ajá, pero, ¿cómo fue que llegó esta popularidad?

—Bueno, un día, hace como cuatro semanas, un muchacho le tomó una foto a su chicha y la subió a sus redes, a su Facebook pues. Él me dijo que lo había hecho normal, o sea, se tomó su foto y puso que era una chicha con varios toppings. Entonces, la gente empezó a compartir. Él no es una persona del medio ni nada por el estilo, no es nada conocido pues. Eso fue un lunes. Al día siguiente, martes, vine a trabajar tranquilita y sí noté que todo el mundo me miraba. La gente se paraba y decía que allí era. Yo, caída de la mata, no entendía nada. De repente la gente comenzó a llegar, levanté la mirada y vi una cola enorme. No me lo podía creer, fue sorprendente. Me pregunté: ‘¿Qué es esto, Dios mío?’. Llegué a las 10 de la mañana y a las 11 y media ya no tenía mercancía.

—Pero, más allá de la foto, ¿por qué tanta popularidad?

—Porque trabajamos con productos de primera calidad, corazón. Desde la leche y el azúcar, que son muy importantes para la base de la mezcla, hasta los toppings que ves aquí, que puedes ver que son de primera calidad: Oreo, Cocosette, Frutiaros y M&M’s. O sea, lo que te digo es que puede haber muchos chicheros, pero la calidad de mi chicha es diferente. Y el boom continúa. Mucha gente piensa que solo estamos en semana flexible, pero en semana radical también se forma la cola, pasa incluso aquel kiosco del fondo, es así desde hace como un mes.

—Desde entonces, ¿cuántas chichas vendes a diario?

—Mi amor, si te digo, te miento. Por lo menos, antes del boom, vendía que si dos tobitos y ahorita vendo ocho. Imagínate. A veces hasta tengo que parar la venta porque el cansancio me agota. Ni siquiera llevo la cantidad de vasos, porque compro por bulto y a medida que se van sacando, se van acabando rápido. No te sabría decir exactamente cuántas vendo.

—¿Cuántos litros carga un tobito de esos?

—18 litros.

—O sea, vendes ocho tobos de 18 litros cada uno.

—Sí, pero recuerda que eso se rebaja con hielo y todo lo que le echamos, es decir, se le saca muchísimo más litros.

—¿No te da miedo manejar tanto dinero en esa zona? Porque vendes mucho y la gran mayoría de los clientes veo que te paga en dólares.

—¿Y qué puedo hacer? Es lo único que tengo para producir. Claro, a medida que voy agarrando dinero, lo voy mandando a mi casa con algunos familiares, pero no puedo hacer nada. Solo estar pendiente y ya.

—¿Y no has tenido problemas? ¿Con los buhoneros o la policía?

—Con los buhoneros no y con la policía tampoco, solo que una vez había mucha aglomeración y por más que insistía en guardar el distanciamiento y que se pusieran los tapabocas, nadie me hacía caso. Ahí la policía quitó el carrito para poder mantener las medidas de bioseguridad.

—Sí, porque leí por ahí que tuviste un rollo con la policía, ¿fue ese?

—Sí, eso fue un malentendido. Ellos más bien estaban colaborando. Lo que pasó fue que como te digo: estamos en pandemia y las multitudes están prohibidas. Me pidieron que le dijera a la gente que se acomodara, pero no colaboraron y por eso mandaron a bajar el carro, pero no me lo quitaron. Dólo fue para dispersar a la gente, porque había demasiada. Ahora trato de mantener el distanciamiento y las medidas de bioseguridad, porque es un ratico lo que esperan haciendo la cola.

—Veo que tienes a varias personas trabajando, incluso con uniforme.

—Sí, porque hemos ido creciendo en estas últimas semanas. Yo trabajaba aquí sola, pero por la alta demanda tuve que contratar al señor y a la muchacha, que empezaron a trabajar conmigo. Le pregunté a gente con experiencia porque yo solita no me daba abasto. Ya los brazos se me dormían solos de estar todo el día mezclando.

—¿Y piensas extender el negocio más allá de este carrito?

—Si Dios quiere y todos los santos, mi amor bello.

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