Hace dos años el líder del partido español, Pablo Iglesias, se burló en un artículo de opinión para The Objective de los que comparaban la delicada situación socio-económica de Venezuela con una «película de Vampiros»:
«[Los medios internacionales tienen] un guión monocorde que insiste en que este país está sumido en el caos, sometido a un monstruoso presidente que, cual conde Drácula, chupa la sangre, el alma y la voluntad a su pueblo».
Asimismo, arrojó números a su discurso para demostrar que Venezuela ha crecido «desmesuradamente» desde que el expresidente Hugo Chávez se instaló en el poder hace 16 años y aseguró que «frente a las películas de vampiros se vuelven a imponer los datos».
Enumeró: en los últimos 10 años -el texto es de 2013- el PIB venezolano se ha triplicado; se redujeron a la mitad el desempleo, la desigualdad y la pobreza; aumentó el apoyo social a la democracia desde 1995; y los venezolanos creen que hay una «justa» distribución de la riqueza.
No obstante, este «progreso» -que además puede ser refutado por data de organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio– no bastó para evitar que Iglesias admitiera que no está de acuerdo con la forma de proceder del gobierno venezolano sobre la detención del alcalde de Distrito Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma.
“A mi no me gusta que se detenga un alcalde. No hay ni un matiz de ambiguedad en mis palabras”, dijo el líder de Podemos en una entrevista para el canal de televisión española Telecinco. Y continuó:
“Detener a alcaldes no me gusta. A mi que se investigue primero, ni la detención preventiva ni la detención a cargos públicos, a priori que se detenga no me gusta, hay que investigar y que se pruebe; y en las circunstancias actuales no me gusta”.
Entonces no todo es flores y tricolores en Venezuela si algo tan básico como la garantía constitucional del debido proceso legal de un funcionario público -aunque sea de oposición- no es respetado.
Ya ese apoyo incondicional ha mostrado grietas con el tiempo y las medidas políticas. Y a pesar de que para el momento en el que Iglesias escribió ese artículo tenía las espaldas de Chávez-Maduro, ahora su discurso «monocorde» sobre lo paradisíaco de Venezuela es cada vez más evasivo.
Hoy, los datos y los vampiros abandonaron su discurso.