Internacionales

Almagro impulsará una "nueva agenda de diálogo" entre la OEA y Venezuela

Luis Almagro compartirá una agenda muy parecida a la que practicó José Miguel Insulza durante la década que estuvo frente a la organización. Esta dirección no ha sido del agrado del Gobierno Bolivariano.

Publicidad

El próximo martes el uruguayo Luis Almagro asumirá la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA) y con ella el problema que ha generado Venezuela a la organización, para el que tiene una «nueva agenda de diálogo».

Venezuela ha marcado la agenda del organismo desde los enfrentamientos dialécticos entre el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013) y el colombiano Álvaro Uribe (2002-2010), o las acusaciones por parte del primero de la injerencia estadounidense en Venezuela.

Durante la década que estuvo José Miguel Insulza al frente de la organización, este respondió, la mayoría de veces, con llamados al diálogo o con declaraciones que no eran del gusto del país bolivariano. Esta estrategia es compartida por Almagro aunque, según aseguró el día de su elección, el pasado 18 de marzo, impulsará una «nueva agenda de diálogo» entre Venezuela y la OEA.

Venezuela ha acusado al organismo en varias ocasiones de estar al servicio de los intereses estadounidenses por, entre otros motivos, tener su sede en Washington.

Además el país caribeño ha impulsado en los últimos años otros organismos de integración regional como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (Alba), foros que comulgan más con las ideas del actual Gobierno.

Sin embargo, la OEA sigue siendo el único organismo regional que reúne a todos los países del continente, con la única excepción de Cuba.

Años de relaciones turbulentas

A esas entidades regionales, y no a la OEA, acudió el actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, cuando la situación interna del país necesitó de la visita de un organismo internacional, como, por ejemplo, tras las elecciones de abril de 2013, las protestas antigubernamentales de febrero de 2014 o los posteriores diálogos con la oposición.

La propuesta de que una delegación de la OEA viajase a Venezuela para constatar directamente las quejas opositoras o de parte de la ciudadanía fueron rechazadas por el Ejecutivo y calificadas como injerencias.

Uno de los momentos de mayor tensión tuvo lugar en marzo del año pasado cuando Panamá, a raíz de las protestas de febrero en Venezuela, solicitó a la OEA una reunión para abordar la situación, petición que llevó a Caracas a romper relaciones con el país del istmo.

Maduro tildó entonces de «moribunda» a la OEA y dirigiéndose directamente a Insulza le instó a «quedarse quieto» y rechazó la llegada de una misión del organismo al país. Sin embargo, Insulza continuó llamando al diálogo y ofreciendo al organismo para facilitar un encuentro.

Esta reunión finalmente tuvo lugar, pero tras acordar las partes que tres cancilleres de países miembros de la Unasur y el representante del Vaticano en Venezuela fuesen los garantes.

Uno de los puntos más conflictivos de las conversaciones fue el de los opositores presos, como el líder de Voluntad Popular (VP), Leopoldo López, y a quien en las últimas fechas se sumó el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma.

Las recientes reuniones de opositores y las esposas de López y Ledezma con Insulza y una serie de políticos que no simpatizan con el chavismo, no han sido vistas con buenos ojos por Caracas.

Diálogo, observación de las próximas legislativas o el estado de opositores presos, junto con el actual clima de tensión entre EEUU y Venezuela por las sanciones de Washington a varios funcionarios venezolanos, son las asignaturas pendientes que Insulza deja a su sucesor.

Tras ser elegido, Almagro sostuvo que la OEA está necesitada de una «renovación», una organización que él prometió dotar de «más realismo», así como impulsar una nueva «agenda de diálogo» en el caso de Venezuela.

Publicidad
Publicidad