Obama desplegó su inagotable carisma en Florida, en dos mítines diseñados para empujar a los votantes a las urnas en ese estado del sureste vital para ganar el 8 de noviembre. Trump y Clinton están igualados ahí.
«Esta será una carrera cerrada y no pueden darla por sentado», advirtió Obama en Jacksonville.
«Todo el progreso que hemos logrado se irá por la ventana si no ganamos esta elección», señaló el mandatario, dibujando un apocalíptico escenario de Trump en la Casa Blanca.
Impulsado por los sondeos en los que reduce la brecha a nivel nacional y en estados claves como Colorado, New Hampshire y Pensilvania, el magnate inmobiliario tachó a Clinton como la «candidata del ayer», encadenando tres mítines en Carolina del Norte, donde la demócrata también hizo campaña.
Pero la novedad fue su esposa Melania, la exmodelo eslovena que aspira a ser la primera extranjera en casi dos siglos en convertirse en primera dama estadounidense, con su estreno en solitario en la campaña.
Visiblemente nerviosa, y presentándose como una mujer «independiente», pidió en Berwyn, Pensilvania, «buscar mejores maneras de hablar entre nosotros, de discutir, de respetarnos», en un extraño contraste con la retórica a veces insultante del candidato republicano.
También intentó cortejar el voto femenino, que puede hacer la diferencia en ese estado –donde Clinton ha perdido ventaja–, diciendo que ella va a «abogar por las mujeres y los niños».
Trump y Clinton cerraron la jornada en Carolina del Norte, otra pieza clave del rompecabezas, y donde se baten codo a codo.
Sus caravanas incluso se cruzaron en la pista del aeropuerto de Raleigh, y sus mítines, simultáneos, estuvieron separados por 50 kilómetros.
En español a favor de la inmigración
El cantante de hip-hop Pharrell Williams subió a escena con Clinton y su exrival de la primaria demócrata, el popular senador Bernie Sanders, en un nuevo intento por jalar el voto de los jóvenes y los negros, cuya movilización a las urnas preocupa al bando demócrata.
Durante el cierre de campaña, el lunes en Filadelfia, Clinton estará acompañada de Obama, de su marido y expresidente Bill, y la mejor aliada de la campaña, la primera dama Michelle.
La candidata ha intentado ampliar su alcance en territorio republicano, incursionando en Arizona, donde asistió a un mitin el miércoles.
Su candidato a vicepresidente, Tim Kaine, visitó el jueves el estado fronterizo con México, haciendo historia como el primer integrante de una fórmula electoral en pronunciar un discurso en español.
En ese estado con 22% de electores latinos, Kaine prometió una «reforma migratoria integral» y aseguró que Estados Unidos no se convertirá en la «nación de deportación» que plantea Trump.
«Con tanto en juego para la comunidad hispana, es importante que nuestra campaña se dirija en un idioma que es hablado por tantas familias a través del país», dijo Kaine en un claro español, que aprendió durante su juventud en Honduras.
Sin espacios para errores en la recta final, Trump se ciñe a leer discursos y evitar declaraciones explosivas.
«Mantente en el punto, Donald, mantente en el punto, no te desvíes», dijo en voz alta durante un mitin en Florida, el miércoles.
Mercados al borde
El promedio de sondeos nacionales del sitio Real Clear Politics le da a Clinton una ventaja de solo 2%, la menor distancia en seis semanas.
La exsecretaria de Estado de 69 años, respaldada por todo su partido, tiene 45% de las intenciones de voto, contra 43% para Trump, la exestrella de televisión de 70 años, neófito en política y en guerra con su partido, que desde hace 16 meses rompe todos los esquemas y los pronósticos.
A pesar de la reducción de la brecha, los modelos de predicción del The New York Times y el sitio FiveThirtyEight auguran ambos un triunfo a Clinton, con 86% y 67% de probabilidades, respectivamente.
Aún así, analistas dicen que los mercados se mantienen al borde, preocupados por el repunte de Trump, quien promete sacudir las políticas económicas y comerciales de Estados Unidos.
Wall Street y las bolsas europeas y asiáticas terminaron la jornada con una baja modesta.
«Esto realmente solo es la calma antes de la tormenta», dijo Nicholas Colas, de la casa de corretaje neoyorquina ConvergEx.
Al final de una campaña llena de insultos, a un nivel nunca antes visto, la inmensa mayoría de los estadounidenses ya decidió por quien votar, y las últimas revelaciones sobre los correos electrónicos de Clinton no les harán cambiar de opinión.