La elección este miércoles del magnate y estrella de reality shows Donald Trump, de 70 años, a la presidencia de Estados Unidos, provocó un sismo. Sin experiencia política, el multimillonario republicano prometió «devolver su grandeza a Estados Unidos», jugando con los miedos de los estadounidenses blancos olvidados por la globalización (migración, refugiados, libre comercio…). Durante la campaña, insultó a mujeres, musulmanes, hispanos y alienó a los negros.
Duterte, el mordaz
Reputado por sus declaraciones groseras y mordaces, el abogado de 71 años Rodrigo Duterte, elegido el 9 de mayo tras una campaña populista centrada en la seguridad, asumió el 30 de junio el cargo de presidente de Filipinas.
Calificó de «hijo de puta» tanto al papa Francisco como a su homólogo estadounidense, Barack Obama. Su «guerra contra la droga» dejó más de 3.700 muertos en cuatro meses. Se declara socialista y presume de su odio a Estados Unidos, aliado histórico con el que anunció a finales de octubre una «separación» en beneficio de una alianza con China, antes de moderar sus declaraciones.
Victoria del Brexit
Los británicos se pronunciaron por referéndum el 23 de junio a favor del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), un resultado inesperado al que Trump se refirió cuando prometió, justo antes de ser elegido, «un Brexit elevado a la máxima potencia».
Tras una violenta campaña marcada por el asesinato en junio de la diputada laborista proeuropea Jo Cox, el Consejo de Europa se preocupó en octubre por la «subida del discurso de odio y de violencia racista» en Reino Unido.
Uno de los paladines del Brexit, el líder del partido antieuropeo y antiinmigración UKIP, Nigel Farage, acogió este miércoles con satisfacción el resultado de las elecciones. «Paso el relevo a Donald Trump», afirmó.
En el poder en Hungría y Polonia
En Hungría, el primer ministro soberanista Viktor Orban, presidente del Fidesz (conservador), en el poder desde 2010, amplificó desde hace dos años su campaña contra la inmigración extraeuropea. Sin embargo, el martes fracasó en hacer inscribir en la Constitución su política hostil a los migrantes. Su retórica beneficia al Jobbik (extrema derecha) de Gabor Vona, que quiere destronar al Fidesz en las legislativas de 2018.
En Polonia, el partido conservador y euroescéptico Derecho y Justicia (PiS) volvió al poder a finales de 2015. Su líder, Jaroslaw Kaczynski, advirtió sobre los «parásitos» refugiados. Un pulso opone desde julio al gobierno húngaro y a Bruselas sobre la independencia del poder judicial.
En otros lugares de Europa
En Austria, el Partido de la Libertad (FPÖ), una de las formaciones de extrema derecha mejor implantadas en Europa, se quedó en puertas de una victoria en las presidenciales del 22 de mayo, que hubiera sido inédita en la UE. Los dos grandes partidos en el poder desde 1945 fueron eliminados de entrada. El FPÖ consiguió que se anularan las elecciones, que se volverán a celebrar el 4 de diciembre.
En Alemania, la Alternativa para Alemania (AfD, populista de derecha) ha logrado varios éxitos electorales, e incluso ha entrado en el parlamento local de Berlín. Capitalizando los temores tras la llegada de 1,1 millones de refugiados en 2015, el partido está presente en 16 Länder y gira en torno al 12% de la intención de voto. Podría llegar el año que viene al Parlamento federal, lo que sería una primicia para un partido de derecha populista desde la posguerra en Alemania.
En Francia, el Frente Nacional (FN, extrema derecha) también ha conseguido varios triunfos electorales desde 2012 y su presidenta, Marine Le Pen, debería estar en la segunda vuelta de las presidenciales de 2017, según los sondeos. Este miércoles felicitó al «presidente» Trump incluso antes de que se confirmara su victoria. La presidenta del FN compara el flujo de migrantes con una «invasión» y quiere un referéndum sobre la salida de la UE.